Lavarse la cara

by Pilar Ramirez

La Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas (ANPRAC) de México convirtió en su enemigo al subsecretario Hugo López Gatell cuando en julio de este año llamó “veneno embotellado” a los refrescos. En un comunicado, los empresarios calificaron las palabras del epidemiólogo como “estigmatizantes”.

¿A quién vamos a engañar? Aun los más aficionados a los refrescos azucarados, excepto los niños, saben que tomar refrescos es dañino. ¿A quién le podemos mentir? Somos un país de gordos. ¿Para qué nos vamos a hacer tontos? Según e Instituto Nacional de Salud Pública se registran al año alrededor de 25 mil muertes asociadas con el consumo de bebidas azucaradas. Y eso sin Covid, de modo que los estragos que ha causado en nuestro país el virus han sido mayores por las enfermedades preexistentes como diabetes, hipertensión y problemas cardiacos.

Pero, siempre viene el gran pero, el negocio es el negocio. Y si una empresa poderosa sabe de publicidad es Coca Cola. Suscribir un comunicado en contra de López Gatell no le va a aumentar las ventas, así que debía rápidamente controlar los daños, porque quiérase o no, cuando se habla de refrescos embotellados la gente piensa en Coca Cola. Eso es exactamente lo que significa salir el tiro por la culata. Las campañas publicitarias de Coca Cola han sido tan exitosas que la marca está en la mente de la mayoría de la población, también ahora que por primera vez un funcionario público llamó por su nombre al elefante que nadie veía estando en la sala de una casa de interés social.

Ahora la marca refresquera tiene al aire “spots” para intentar lavarse la cara de las culpas, con tal de que la gente continúe envenándose y se olvide de las palabras “estigmatizantes” de López Gatell.

El anuncio llamado “Mujeres en tienditas” da a conocer el programa patrocinado por Fundación Coca Cola y la organización Promujer (en cuya página curiosamente lo primero que aparece es un anuncio de las acciones de Coca Cola) para apoyar a las mujeres propietarias de tienditas. Este programa de inversión con enfoque de género aborda varias facetas, siempre con frases motivadoras muy bien construidas: apoyo comunitario, reactivación de las microempresas tan golpeadas por la pandemia y el enfoque de género proyecta imagen de solidaridad hacia la población femenina, un tema que está en la agenda social y política. Por supuesto que las tienditas siguen vendiendo el “veneno embotellado”. Difícilmente quienes reciben el apoyo financiero se negarán a tener entre su oferta un producto altamente demandado.

Otro anuncio es “Para todos” que se refiere a diferentes situaciones personales: individuos solos, acompañados o en distintos tipos de familia simbolizados con las distintas presentaciones de Coca Cola y el mensaje es “vamos a salir adelante” en referencia a la cuarentena y la pandemia. Pueden ser imágenes y frases muy motivantes, pero motivantes a continuar ingiriendo el producto azucarado y gasificado.

Las versiones “La gran comida” y “Más abiertos que nunca” de igual manera explotan la “cara buena” de la cuarentena que es re-descubrir el amor filial, familiar o de amigos en tiempos difíciles, con una característica particular, estos dos anuncios hacen énfasis en las imágenes del refresco en envases de vidrio.

No podemos olvidar que recurrentemente es noticia el enorme daño a los mares por los desechos de PET. Las críticas hacia este problema no las han hecho sólo los medios, sino especialmente los grupos ambientalistas. El daño ambiental es tan grande que desde 1970, la Organización Marítima Internacional (OMI) que depende de la ONU ha advertido sobre el peligro de los plásticos en el mar. Esta organización tiene 150 países firmantes, entre ellos México. Los acuerdos que se firman en esta organización son vinculantes, es decir son jurídicamente obligatorios. Por lo tanto el país firmante debe presentar informes periódicos ante el organismo para anunciar las medidas adoptadas o las acciones realizadas para solucionar los problemas ambientales. El gobierno, por su parte, también debe presionar a las empresas contaminantes y cuando así lo amerita sancionarlas.

En nuestro país, durante muchos años, las empresas contaminantes han realizado acciones en contra del medio ambiente con la ayuda de autoridades corruptas, la acción de instituciones gubernamentales muy débiles, con poco personal y poco presupuesto, lo cual los vuelve más vulnerables frente a intereses poderosos. Para esas empresas, los activistas ambientales han sido un dolor de cabeza cuya aspirina en no pocos casos ha sido una bala.

Con la finalidad de restaurar su imagen, desde hace unos años Coca Cola inició campañas de limpieza marina. En 2018 lanzó en España “Mares circulares” cuyo objetivo era no sólo recuperar la mayor cantidad de desechos en los mares, sino que declaró que para el año 2030, por cada botella o lata que se venda a nivel mundial recuperarán otra que estará destinada al reciclaje para que ese aparente desecho tenga una vida útil.

Como resultado de esta acción, según los datos de la empresa, en 2019 se recogieron más de 300 toneladas de desechos en el mar. Se contó con la colaboración de casi 12 mil voluntarios y más de 400 organizaciones que incluyen Organizaciones No Gubernamentales, instituciones públicas, privadas y universidades. Declaran haber dado talleres para sensibilizar a la población sobre la importancia de reciclar y han apoyado investigaciones para frenar la contaminación marina.

En México creó además la organización Ecología y Compromiso Empresarial con la finalidad de fomentar la cultura del reciclaje y financió la construcción de dos plantas de reciclaje de PET: PetStar e IMER, ambas ubicadas en el Estado de México.

Estas acciones de la empresa Coca Cola para corregir los problemas ambientales, precisamente a los que ha contribuido con la venta de sus productos, las realiza no sólo porque tenga un sentido ético respecto al ambiente, sino porque una mala imagen puede repercutir en la baja de sus ventas, pues los grupos ambientalistas también se han vuelto más creativos para realizar campañas en contra de los grandes contaminadores.

Si bien, la empresa Coca Cola emprende acciones y campañas para limpiar los mares, el origen del problema no desaparece, pues continúa produciendo botellas de PET e incrementando sus ventas, pues sabe que si regresa a la venta con las botellas de vidrio, además de que requeriría una inversión importante, será difícil convencer a todos sus consumidores de volver a la dinámica del envase retornable.

Esta medida no puede descartarse del horizonte comercial, sobre todo ahora que el estado de Oaxaca legisló para prohibir los envases de PET y el uso de unicel y pudieran imitarlo otras entidades. Esto por lo que se refiere a las cuestiones ambientales, pero vemos que para contrarrestar los señalamientos de los daños a la salud, la respuesta de la refresquera fue una agresiva campaña de publicidad que la hace aparecer como una empresa solidaria y responsable. Y sí, sí lo es, es responsable de una enorme cantidad de diabéticos en México que ahora son más vulnerables a los efectos del Covid gracias a la “chispa de la vida”.

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