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“Rosalba y los Llaveros.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
En el año 1950 se presentó en el Palacio de Bellas Artes la comedia en tres actos titulada: “Rosalba y los Llaveros”. Emilio Carballido tenía 25 años de edad cuando se llevó a escena su obra, misma que fue dirigida por Salvador Novo. A partir de ese año el maestro Carballido no dejó de escribir. Ante todo, es recordado como un extraordinario dramaturgo, más su faceta es muy amplia. En la página[1] de la Literatura en México señalan que escribió un promedio de 40 guiones cinematográficos. Sus comedias son geniales. La pieza “Rosalba y los Llaveros” la presencié en el año 2017, en la temporada que la Compañía Titular de Teatro de la UV la estuvo representando. Recuerdo perfectamente las extraordinarias actuaciones. Por lo tanto, conmemoraremos al maestro Carballido escribiendo sobre una de sus obras más afamadas.
Los escenarios donde se desarrollan las historias del maestro Carballido resultan muy variados, esta diversidad de lugares y épocas determinan la utilización del lenguaje y la temática abordada. Si pensamos en “El relojero de Córdoba”, nos situaremos en la época colonial, aquí el lenguaje, los temas, las costumbres, corresponden al tipo de sociedad de aquellos años, puntualizando que la historia sucede entre Córdoba y Orizaba. Si analizamos otra pieza clásica del autor titulada: “Silencio pollos pelones, ya les van a echar su máiz”, nos ubicaremos en la década de los sesentas del siglo pasado. El lugar puede ser cualquier Estado del país, mas, digamos que nos encontramos en la actual ciudad de México bajo el régimen autoritario y corrupto del PRI. Esta pieza es una farsa política que sirvió para desnudar la corrupción del régimen del pasado, que por cierto, sigue siendo la misma problemática del régimen de hoy. Muy poco ha cambiado, en algunos casos ni siquiera los rostros, bueno, tal vez, el de Bartlett ya es un rostro envejecido, pero sigue representando lo que representó.
En cuanto a “Rosalba y los Llaveros”, nos iremos a vivir a la cuenca del Papaloapan, concretamente al simpático municipio de Otatitlán, Veracruz. El año en que acontece la historia es 1949. Y, Sin más preámbulos, ingresemos a esta muy divertida comedia, aclarando que, lo divertido no le quita lo profundo.
Rosalba es una joven que vive con su madre Aurora en la ciudad de México. Su madre nació y creció en Otatitlán. Aurora tenía un promedio de 25 años de no regresar al pueblo. La historia se empieza a desarrollar con Rosalba y su madre llegando a la casona de los Llaveros, previo al viaje que tuvieron que hacer en lancha de Alvarado hasta Otatitlán. Se percibe que era la única manera de arribar al pueblo. El ambiente que se describe en la obra es tal como se vive en aquella región, quien escribe nació y creció en la región de la cuenca del Papaloapan. Así que comprendo el malestar de Rosalba por el asfixiante calor, los mosquitos, agréguenle que en esa época no contaban de manera permanente con luz eléctrica. El autor deja muy en claro que a los pobladores la luz les llegaba a determinada hora y a cierta hora se las quitaban. Luego entonces, en todas esas bellas casonas había quinqué, velas, dormían con pabellones pese al calor. Algo más, la descripción de los personajes está muy bien lograda. Mujeres bellas, morenas, caderonas. En esos pueblos se disfrutaba, como se sigue haciendo, los bailes, los embalsamientos de toros, el guapango, todo este jolgorio en medio de los festejos del santo patrono del lugar. Así que Rosalba y su mamá regresaron a sus orígenes y don Lorenzo, quien es hermano de Aurora, y toda su familia recibieron con mucho agrado y sorpresa a las distinguidas visitantes.
Rosalba tiene un promedio de 26 años de edad, estudió psicología y al vivir en una ciudad como México, es una joven liberada. Está muy lejos de ser dominada por los prejuicios sociales que imponen conductas en los pueblos. Fuma con su mamá, acto que espanta a la familia pueblerina, habla libremente de sexualidad, acto que los horroriza. Si leemos la obra con los conceptos y valores de nuestras vigentes sociedades, seguramente nos resultará una comedia muy divertida, pero pensaremos que con posturas exageradas. Desde una interpretación personal, creo que no hay nada de exagerado en la historia, realmente esas sociedades vivían así. A mi generación nacida en los ochentas nos tocó un poco de estos prejuicios, vayamos a un ejemplo fundamental en la obra.
La familia Llavero se integra por don Lorenzo, su esposa Lola, sus hijos Lázaro y Rita. En la casona vive y trabaja como “criada” Luz María. Allí también aparece Azalea. Cuando Rosalba saluda a todos, luego luego se detecta que se interesó de manera muy especial por su primo Lázaro. Poco a poco se va notando que el ambiente en la familia no es normal, por ejemplo: Lázaro nunca come en la mesa oficial donde convive toda la familia. Lo mismo sucede con Azalea. Rosalba piensa que Lázaro tiene romances con Azalea, quien es una jovencita de 15 años. Lázaro cuenta con un promedio de 27 años. Al paso de las horas y los chismes, Rosalba descubre que Azalea es hija de Lázaro. Este descubrimiento la lleva a saber más, verbigracia, que por ese descuido que el joven tuvo cuando contaba con apenas 13 años de edad, su familia lo ha relegado y tratado muy mal. No le dirigen la palabra, trabaja y es tratado como si fuera un empleado, en fin, en esa casona quien gobierna como un tirano es don Lorenzo. Así fueron aquellas sociedades, los padres disponían de sus hijos como se dispone de cualquier objeto. “Rosalba. –Claro, es la constitución misma de la familia pueblerina, no de tú familia en especial. Tienen un viejo tirano al frente y unos principios necios e inviolables. Es mal común, Lázaro.”
Lázaro sentía absoluta confianza y libertad cuando platicaba con Rosalba, ella le representaba libertad, decisión, voluntad, pasión. Lo mismo sucedió al inicio con la prima Rita. Ésta le confesó que Felipe Gálvez acababa de llegar a su casa porque iba a pedir su mano y, lo peor, Rita lo detestaba por feo y corriente. Pero debía casarse con él. Conforme avanza la trama, no queda la menor duda que Rosalba y Lázaro se gustan, se desean, y desde luego que tendrá que ser ella la que dé el primer paso, porque Lázaro ha vivido tan reprimido y prejuiciado que no se atrevería a insinuarle algo a la bella joven. Para suerte de Lázaro, Rosalba es libre y no se detiene:
“Lázaro. –No por favor. (Emite una voz, temblorosa y rara.) Es que tú eres la mujer, no, quiero decir, mujer no, la muchacha, la primera muchacha que yo, tú ves, llegaste y no sabes qué contento, y ahora esto. No sé cómo pasó. No sé, no sé, no sé nada. Rosalba. –Lázaro, Lazarito, tan niño. Lo que no te atreves a decir es que…me deseaste, como varón. Tonto, tonto. ¿Crees que eso me ofende? (Al oírla, él se sacude, pero ella lo detiene.) El deseo no es malo, Lázaro, el sexo tampoco es malo, y tú eres un pobre muchachote atormentado por todo eso. Yo…Yo te he deseado a veces, como ayer, en el río, y no por cariño, ni por nada, sino porque tú eres varón, y guapo, y porque yo soy mujer. Y eso es limpio, y es bonito, Lázaro, mientras los que desean son jóvenes, como nosotros, y se tienen afecto. El deseo es como las palabras, o como la poesía; es un medio de comunicación. El deseo es limpio y es hermoso, pero lo han ensuciado unos viejos como…unos viejos de mente sucia y retorcida, y oscura. Y un beso no tiene nada de ofensivo. Nada. Aunque no estés enamorado de mí, ni yo de ti, no tiene nada ofensivo. Te aseguro que no me enojé Lázaro, ni creí que me ofendías. Hasta…hasta me gustó, es decir, la sorpresa, ¿ves? Pero no estoy…No, oye, pero lo que…espérate, esp…(Lázaro no la deja acabar. La ha ceñido nuevamente y la está besando, sin prisa, con cuidadoso y paladeado deleite, con tanto deseo triste acumulado por no haber besado así…”
En el segundo acto ya pasaron ocho días. Rosalba se entera que Lázaro tuvo a su hija con Luz María la criada, por eso Azalea tiene un lugar sin importancia en la casona, es nieta de don Lorenzo, hija de su único hijo, no obstante, don Lorenzo no le puede dar un trato digno porque es hija de una sirvienta…con este ambiente de descubrimientos continúa la historia. Rosalba luego se entera que la sirvienta nuevamente se encuentra embarazada, todos creen que es de Lázaro, ¿será de él? Engañaría a Rosalba al no confesarle que seguía acostándose con Luz María, o, acaso es un chisme y Lázaro será víctima de esa sociedad cerrada e intolerante. La historia es cautivante, falta mucho por aclararse, el lector disfrutará conocer el desenlace leyendo esta clásica obra de uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX en México, el gran Emilio Carballido Fentanes.
Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com
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Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez
[1] http://www.elem.mx/autor/datos/186
Las imágenes de las favelas de Río de Janeiro tomadas desde el aire son tan potentes como dolorosas: techos de lámina, calles estrechas, humo, y el eco de los disparos que dejaron más de sesenta personas muertas en una sola jornada. Una nueva masacre, una más en el largo historial de “operativos” que prometen devolver la seguridad, pero terminan repitiendo el mismo guion: cuerpos caídos en los márgenes, comunidades heridas y una justicia que nunca llega.
La reciente incursión en los complejos del Alemão y da Penha involucró a más de dos mil quinientos agentes. El objetivo oficial era desmantelar redes del narcotráfico, pero los resultados recuerdan más a una guerra interna que a una acción de seguridad pública. En Brasil, estas operaciones han sido justificadas por años como “necesarias”, aunque en la práctica se convierten en castigos colectivos sobre los más pobres. Y esa tendencia no es ajena a la región.
En gran parte de América Latina, la promesa de “recuperar la seguridad” se ha convertido en una excusa para normalizar la violencia institucional. Desde las favelas de Río hasta los barrios populares de San Salvador, el patrón se repite: políticas que priorizan el control y el miedo, mientras relegan la inversión social, la educación y las oportunidades. Lo que se presenta como una estrategia de orden, muchas veces encubre la renuncia del Estado a garantizar derechos de manera integral.
Cuando la policía entra disparando a zonas donde el Estado nunca llegó con escuelas o centros de salud, el mensaje es claro: para algunos, la presencia del Estado solo se manifiesta a través del uso de la fuerza. El problema no es la búsqueda de seguridad, sino el tipo de seguridad que estamos construyendo. Una seguridad entendida como eliminación del otro, no como construcción de comunidad.
Esta construcción ya se vio antes en las comunas de Colombia y hoy décadas después los estragos aún son palpables, recordando que la violencia nunca será el camino y la construcción de paz es una urgencia necesaria pero de nada sirve si esta se obtiene mediante la violencia y el uso constante de armas.
Las consecuencias en derechos humanos son profundas. Las familias viven bajo un miedo permanente; los jóvenes crecen estigmatizados por el solo hecho de nacer donde nacieron; y las mujeres, que cargan con la reconstrucción cotidiana tras cada operativo, quedan invisibles en las estadísticas. Cada muerte sin investigación, cada detención arbitraria, cada allanamiento sin orden judicial erosiona no sólo la ley, sino la confianza colectiva.
El Salvador es el otro espejo. Su régimen de excepción ha sido presentado como un “modelo de éxito” por la reducción de homicidios, pero detrás de las cifras hay más de ochenta mil detenciones, miles de denuncias por tortura, muertes bajo custodia y un retroceso preocupante en libertades básicas. No hay democracia que pueda sostenerse si la paz se construye sobre el miedo.
México debería mirar con atención estos ejemplos antes de repetirlos. La tentación de militarizar la seguridad o de asumir que el fin justifica los medios siempre aparece en contextos de desesperación. Pero una política que sacrifica derechos en nombre de la paz, termina tarde o temprano, sacrificando también la paz misma.
El país necesita estrategias integrales que vayan más allá de la fuerza: inversión en comunidades, fortalecimiento policial civil, programas de reinserción que contemplen también la justicia restaurativa, transparencia judicial y, sobre todo, una visión de seguridad centrada en las personas, no en los territorios conquistados. La verdadera seguridad se mide no por el número de arrestos o de operativos exitosos, sino por la cantidad de vidas que logra preservar.
Mirar a las favelas brasileñas no debería servir para señalar con distancia, sino para anticipar lo que puede ocurrir cuando la desigualdad se combina con la impunidad y la política renuncia al diálogo. Que esa masacre nos recuerde que cada operativo que olvida los derechos humanos no es una victoria contra el crimen, sino una derrota del Estado.
Las caravanas de tractores y los bloqueos de carreteras realizados recientemente en distintos estados de México son más que un simple corte a la movilidad: son un grito de alerta. Agricultores de entidades como Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Sinaloa y otros han elevado la presión sobre el Gobierno federal al exigir un sistema de precios y apoyos que por años han considerado insuficiente.
Su principal reivindicación es que el precio de garantía del maíz, y de otros productos básicos, se eleve de los aproximadamente 6 050 pesos por tonelada ofrecidos por la autoridad, hacia una meta de 7 200 pesos por tonelada, con el argumento de que los costos de producción, insumos, combustibles y fertilizantes han subido y que el mercado internacional ya presiona a la baja. Pero no se quedan ahí: también piden la prohibición o restricción más estricta de importaciones de maíz blanco que compiten a precios bajos, mayores apoyos crediticios y seguros agropecuarios, y un diálogo directo con la presidencia para dar salida a la crisis del campo.
El sector agrícola ha sido durante décadas un pilar del desarrollo económico, social y alimentario de México: produce alimentos, genera empleo en zonas rurales, da vida a pueblos y comunidades alejadas de los grandes centros urbanos. Sin embargo, la dinámica de la política pública, el comercio internacional y la inversión privada no le han dado al campo la prioridad que merece. Estos bloqueos lo evidencian: un actor estratégico que se siente ignorado, y que, de no ser escuchado, opta por llevar su reclamo a las carreteras.
Es importante también mirar hacia dónde sí se ha dado otra atención al campo. Por ejemplo, en la Unión Europea existe la Política Agrícola Común (PAC), cuyo objetivo explícito es “ayudar a los agricultores a obtener un nivel de vida digno, garantizar la seguridad alimentaria y mantener vivas las zonas rurales”. Aun cuando la PAC tiene sus críticas, el simple hecho de que el bloque europeo destine decenas de miles de millones de euros anuales al campo, habla de una prioridad mayor que la que en México se percibe. También hay países que aplican precios mínimos de apoyo, subsidios o mecanismos que fortalecen la renta agrícola.
No obstante, en México estos bloqueos no pueden verse sólo como actos legítimos de protesta: también son terreno fértil para el oportunismo político. La exposición mediática de los tractores en la autopista, el manifiesto compartido en redes sociales, la foto con legisladores de la oposición apoyando “al campo hoy” contrastan con lo que se hizo o dejó de hacer en gestiones anteriores. Es razonable preguntarse: ¿por qué ahora ese apoyo cálido de partidos y políticos cuando en otros tiempos el campo fue invisibilizado? No es que los agricultores deban dudar de los aliados, pero conviene que la sociedad observe cuándo el respaldo se formula desde la convicción y cuándo desde la conveniencia electoral. Que el apoyo que ahora se brinda al campo se hubiera brindado antes, sin necesidad de bloqueos ni coyunturas urgentes, podría ser un testimonio más de coherencia que de oportunidad política.
Actualmente, el diálogo entre representantes del sector agrícola y el Gobierno federal continúa, con mesas de trabajo instaladas en torno a los precios de garantía, las importaciones y los programas de apoyo. Aun así, los productores sostienen que las propuestas oficiales resultan insuficientes para garantizar la viabilidad económica de sus cultivos. El reto, para ambas partes, es construir un acuerdo que reconozca la realidad de los costos y del mercado global, pero que también asegure la soberanía alimentaria y la estabilidad social del país. Un entendimiento duradero requerirá más que promesas: demandará compromiso, planeación y voluntad política de largo plazo.
Lo que hoy ocurre en las carreteras debe recordarnos que el bienestar colectivo depende de que el país mire al campo no sólo como una fuente de conflicto o protesta, sino como la base indispensable para un desarrollo más justo, sostenible y verdaderamente nacional.
“Friedrich Nietzsche, a 125 años de su muerte.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Cuando se concluye la lectura de: “Así habló Zaratustra”, queda muy claro que por lo menos cuatro son los temas fundamentales que aborda Nietzsche en la novela filosófica: el superhombre, la muerte de Dios, la voluntad de poder y el eterno retorno. Asimismo, la obra se compone de cuatro partes. Como se señaló en el artículo anterior[1], una vez que Zaratustra anuncia la muerte de Dios, empieza a enseñar los nuevos valores que regirán la vida del superhombre. Aquí es importante aclarar lo siguiente: el término superhombre no significa la creación de alguien poderoso, fuerte, invencible, tipo héroe mitológico. No. El término sólo designa el nuevo modelo de hombre que predica Zaratustra. José Rafael Hernández Arias, quien tradujo el libro publicado por la Editorial Gredos, manifiesta qué: “La traducción como superhombre ha provocado numerosos malentendidos. No obstante, otras traducciones al castellano como “sobrehombre” o “suprahombre” no han logrado imponerse.” Lo anterior sirve para tener muy claro que el superhombre representa la idea de un nuevo hombre que superará al hombre tradicional, para lograr crear a este nuevo hombre, Zaratustra anunciará el nuevo evangelio. Evangelio que criticará implacablemente todos los valores que han regido a la cultura occidental. Se acabó con la esperanza de una vida eterna en el paraíso, ahora lo único que importa es vivir nuestra vida terrenal, ¿cómo? Ejerciendo nuestra voluntad. No esperando nada del más allá. Aceptar la muerte como parte de la vida, lo que nos llevará a potenciar el mismo concepto de vida.
El propósito de Zaratustra se lee ambicioso, casi imposible de lograr. Empero, quizás cuando Saulo de Tarso se convirtió y empezó a predicar el mensaje de Jesús, en aquel contexto sus enseñanzas se percibían como las de Zaratustra: pura ficción, pura mitología. El tiempo pasó y, hoy las enseñanzas de Pablo y compañía son consideradas sagradas. Al extremo que el libro de Nietzsche puede parecer una locura, una blasfemia. Para el escribidor del presente artículo; ni es locura, ni es blasfemia. La obra sólo es una enorme sacudida que incita profundas reflexiones, porque fuera de la ficción que es, hay muchas verdades que saltan a la vista. En la entrega pasada se desarrolló el tema de la durísima crítica que Zaratustra le hizo al Estado. Manteniéndonos en esta línea de ideas, ahora se analizará un tema que hoy más que nunca es un mal de nuestros tiempos: el ascenso al poder de las mayorías. Citando a José Ortega y Gasset, nos centraremos en el terrible caos que representa: “La rebelión de las masas.”
Nos encontramos ya en la cuarta parte de la novela. Zaratustra se topa con dos reyes. Estos personajes se alejan de sus pueblos porque ya no son queridos. Afirman que las buenas costumbres se han perdido. Los viejos gobernantes son los responsables del derrumbamiento que hoy vivimos, porque esos viejos reyes cuando gobernaron fueron perdiendo la forma y el fondo. Nunca se saciaron de riquezas y abusos, nunca combatieron las desigualdades, mucho menos se interesaron en educar al pueblo. En esos tiempos idos los reyes coludidos con el clero anestesiaron a la plebe, la explotaron y a su manera disfrutaron de las prebendas del poder. Mas, jamás se imaginaron que la masa se cansaría y rebelaría, esta rebelión comprensible ha provocado la llegada de la masa al poder, cosa que no implica una mejora, al contrario, vivimos un terrible derrumbamiento.
“¿Las buenas costumbres? –Le opuso indignado y con amargura el otro rey –; ¿de qué estamos huyendo? ¿No es acaso de las buenas costumbres? ¿De nuestra buena sociedad? En verdad, es preferible vivir entre ermitaños y cabreros que con nuestra dorada, falsa y maquillada plebe. –Aunque se llame a sí misma buena sociedad, -aunque se llame a sí misma nobleza. Pero allí todo es falso, corrupto, sobre todo la sangre, gracias a viejas y nocivas enfermedades y a peores curanderos. Lo mejor y más querido para mí sigue siendo hoy un campesino sano, rudo, astuto, tenaz, resistente: ése es hoy el carácter más noble. El campesino es hoy el mejor; ¡y la naturaleza campesina debería dominar! Pero este es el reino de la plebe, -ya no me dejo engañar. Mas la plebe significa: confusión. Plebe-confusión: ahí esta todo mezclado, el santo y el bribón y el junker y el judío y todas las bestias del arca de Noé. ¡Buenas costumbres! Todo en nosotros es falso y corrupto. Nadie sabe ya venerar: precisamente de eso vamos huyendo nosotros. Son peores empalagosos e impertinentes, doran las hojas de la palma. ¡La náusea que me asfixia es que nosotros, los reyes, nos hemos vuelto falsos, y andamos cubiertos y disfrazados con el viejo boato amarillento de nuestros abuelos, siendo medallas conmemorativas para los más necios y los más astutos, y para todo el que hoy trafica con el poder!”
Zaratustra escuchó la platica de los reyes y se apersonó ante ellos y comenzó a hablarles: “Yo soy Zaratustra, que una vez dijo: ¡Qué importan los reyes! Perdonadme que me haya alegrado cuando os decíais mutuamente: ¡Qué importamos los reyes! Pero éste es mi reino y mi dominio: ¿qué buscáis en mi reino? Tal vez habéis encontrado en el camino lo que busco: a saber, el hombre superior. Cuando los reyes oyeron estas palabras, se golpearon el pecho y dijeron al unísono: ¡Nos han reconocido! Con la espada de esa palabra has desgarrado las densas tinieblas de nuestro corazón. Has descubierto nuestra necesidad, pues, ¡mira!, nosotros estamos en camino para encontrar al hombre superior –al hombre que sea superior a nosotros: aunque nosotros seamos reyes. A él le llevamos este asno. El hombre superior debe ser el soberano en la tierra. No hay una desgracia más dura en todo destino humano que cuando los poderosos de la tierra no son al mismo tiempo los primeros hombres. Entonces todo se torna falso y torcido y horrible. Y si son los últimos, y más bestias que hombres: entonces la chusma sube y sube de precio y, al final, habla la virtud de la chusma: ¡Mirad, yo sola soy la virtud!”
Hasta esta parte del diálogo tenemos a dos prototipos bien definidos; los antiguos gobernantes que están agotados, rebasados, destituidos, acabados en todos los sentidos y, la masa que a rajatabla ascendió al poder. Este ascenso al poder de las mayorías es un fenómeno que se concretó en el siglo XIX, pero que se viene motivando desde el siglo XVIII con las ideas de igualdad total a como dé lugar. Por supuesto que el ascenso al poder de una mayoría sin preparación está causando muchos males, porque el problema no es sólo su falta de cualidades, además, ésta masa ha arribado con cierto resentimiento social, con un espíritu violento, cerrado e intolerante. Acto seguido, pretenden imponer su pensamiento limitado como pensamiento único. Ellos creen que son el centro de la tierra y les importa un comino lo que siglos atrás enseñó Nicolás Copérnico. El propio Nietzsche a través de su profeta Zaratustra sostiene: “Hoy, en efecto, la gente pequeña se ha convertido en soberana: todos predican sumisión y astucia y esfuerzo y consideración y el largo etcétera de las pequeñas virtudes: ¡ellos son el mayor peligro del superhombre!”
Un artista nos habla con simbolismos, metáforas. Al predicar Nietzsche que el hombre debe de ser superado por el superhombre, simplemente estaba propugnando que el hombre de su época se había convertido en un ser mediocre, estancado, cómodo, adormilado, sin voluntad y que se necesitaba revolucionar el alma del hombre. Esa revolución debía sacudirlo, avivarlo y por fin comprender y aceptar el reto de mejorar su vida. La voluntad de poder va más allá de la voluntad política. Fuera de lo controvertido que pueda resultar la lectura de: “Así habló Zaratustra”, no queda la menor duda que en la actualidad el hombre moderno debe ser mejorado, porque la mayor parte de su vida la vive muy estancado, muy dominado, muy limitado, muy idiotizado.
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[1] https://puntoyaparteonl.com/2025/10/14/en-la-busqueda-del-superhombre-i/
¿Cuál es la razón por la que decides leer esto? ¿Es un momento personal de esparcimiento o en realidad revisas las noticias por la necesidad de aprender y entender más? Muchas veces nos envolvemos en el ritmo del exterior y nos olvidamos de la necesidad de una pausa, de disfrutar el aquí y ahora.
En medio de una vida acelerada resulta complicado cuestionar el sentido de vida, es más sencillo juzgar a quien no avanza al mismo ritmo o quien de repente cambia todo por absurdo que parezca, sin embargo, es innegable que estamos inmersos en una sociedad de cansancio que busca desesperadamente soluciones para volver al centro.
No es casualidad que la industria del wellness esté en auge, aunque aún sigue siendo un privilegio acceder a espacios de acompañamiento emocional. Aun así, hablar abiertamente del cuidado de la salud mental sigue siendo tabú. Mientras tanto, los datos duros no mienten: en México en 2024 se registraron alrededor de 9 000 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 000 habitantes. En ese año, el 80.7 % de las muertes por suicidio correspondieron a hombres. Entre jóvenes de 15 a 24 años, el suicidio se encuentra entre las tres principales causas de muerte.
La tragedia de ver un cuerpo inerte, una joven de 20 años que se quitó la vida tras denunciar un abuso, pone cara a estas estadísticas. Más allá del sistema de salud público con deficiencias, como sociedad también fallamos al no colaborar: estamos atrapados en ritmos acelerados, nos desconectamos y menospreciamos la importancia de las conexiones humanas.
La conciencia humana es más que conexiones neuronales: existe una línea de investigación emergente que demuestra los beneficios de la meditación, de conectar profundamente con uno mismo, y de cultivar presencia. Estas exploraciones tienen raíces ancestrales —desde las culturas mayas hasta las tradiciones de India y Egipto— y apuntan a que el ser humano forma parte de un todo mayor.
En el libro La ciencia del último umbral, el autor Álex Gómez‑Marín, físico teórico y neurocientífico, invita a adentrarse en los márgenes de lo visible para examinar la conciencia, la vida y la muerte desde una nueva óptica. Su propuesta sugiere que el cerebro podría operar como filtro más que como generador de conciencia. Esta visión abre preguntas esenciales: ¿qué ocurre cuando dejamos de vivir en automático? ¿Cómo recuperamos el sentir en un mundo que favorece hacer?
Quizás ahí radica una clave: entender que la conciencia no se limita a pensar, sino a sentir y estar presentes. Vivimos en una sociedad del cansancio, como describe el filósofo Byung-Chul Han, una era donde el rendimiento y la productividad valen más que el descanso o el silencio. Pero sin pausa no hay creación, sin introspección no hay comprensión.
¿Qué podemos hacer entonces? Como sociedad, urge abrir conversaciones honestas sobre salud mental, educación emocional y espiritualidad sin dogmas. Promover espacios donde la pausa sea un acto de resistencia y no de culpa. En lo individual, podríamos comenzar por lo más simple: respirar con conciencia, observar sin juicio, reconectar con lo esencial.
Estar presentes no significa desconectarse del mundo, sino participar en él desde otro lugar: desde la calma, la empatía y la coherencia. Quizás el verdadero progreso no esté en hacer más, sino en ser más.
Porque el tiempo, al final, no es lo que pasa afuera, sino lo que somos capaces de vivir adentro.

Xalapa, Ver.- Talleres, cine, música, el Festival Internacional Cuentos y Flores, un Mercado Ornamental, así como la “Noche de Catrinas” y el “Paseo de Catrinas”, forman parte de la agenda cultural que organizó para esta semana el Ayuntamiento de Xalapa.
Este lunes, en el Museo Casa de Xalapa (Muxa), iniciará el taller de Escritura Creativa de Elder Fuentes, a las 15:00 horas. A las 17:00 horas, en el parque Juárez, se inaugurará el Festival Internacional Cuentos y Flores, con un show familiar e invitados de España y México.
En el Museo de la Música Veracruzana, se desarrollará el conversatorio sobre la vida y obra del maestro Raúl Ladrón de Guevara.
El martes, a las 18:00 horas, en el Teatro J. J. Herrera, se proyectará la película “Tumbbad”, como parte del ciclo “El otro cine de terror asiático”.
El miércoles, a las 17:00 horas, en el Muxa, se impartirá la clase “Influencia de las emociones”, y en el Museo de la Música Veracruzana, se tendrá un recital de Música de Cámara y Piano.
En el Centro Recreativo Xalapeño (CRX), se presentará la novela de ficción histórica “La voz del silencio”, a las 18:00 horas, y una hora más tarde, en el Teatro J. J. Herrera, “Juegos para una infancia segura”, producción de Garrobo Danza-Teatro.
El jueves, a las 16:00 horas, en el CRX, se tendrá el nuevo taller de Papel picado tradicional, con acceso gratuito. Este taller se repetirá los días 23 y 24 de octubre.
En el Teatro J. J. Herrera, a las 17:00 horas, continuará el Festival Internacional Cuentos y Flores, con un show familiar y la Gala de Extranjeros, con invitados de Perú, Costa Rica y España.
A la misma hora, en las “Tardes de Xallitic”, se presentarán Los Tropicosos. En el Museo de la Música Veracruzana, a las 18:00 horas, se tendrá el “Concierto para los seres inolvidables”, de la Orquesta Pauta Nueva. En el CRX, a las 19:00 horas, continuará el Ciclo de Cine Danés Contemporáneo, con la película “Wildland”.
El viernes, a las 9:00 horas, en el CRX, iniciará el programa Murci-Semana, donde se aprenderá sobre los murciélagos. Habrá charlas, talleres y cortometrajes. A partir de las 10:00 horas, en la Plazuela del Carbón, el viernes, sábado y domingo se desarrollará la segunda edición del Mercado Ornamental, con una expo venta de plantas y cempasúchil.
El 24 de octubre, a las 11:00 horas, en el Muxa, se inaugurará la exposición de las obras resultantes de la Convocatoria Impulso al Arte Popular Xalapa 2025. En Palacio Municipal, a las 17:00 horas, se tendrá el Encuentro de Rondallas para conmemorar el “Día Nacional de las Rondallas”.
A las 18:00 horas, en el Museo de la Música Veracruzana, se develará una placa en homenaje al grupo Son de Madera; a esta misma hora, en el CRX, se tendrá la obra “La catrina y sus crónicas”.
A las 19:00 horas, en el Teatro J. J. Herrera, LiteraTeatro presentará “Aunque me cueste morir”; a esta misma hora iniciará el “Circo sin retorno”, recorrido de terror que se realizará en el sótano del auditorio de la IMAC.
A esta misma hora, en la Galería Peatonal del Corredor Cultural “Carlos Fuentes”, se desarrollará “Viernes de Punchis, punchis”, con música de 5avir.
Media hora más tarde, en el Barrio Mágico de Xallitic, se presentará una danza prehispánica a cargo del grupo “Ce Acatl”.
A esta misma hora, en el foro cultural de la Escuela Industrial, se presentará la obra con temática de Día de Muertos: “¡Ay calavera catrina!”, con la participación del Ballet Folklórico de Veracruz y el Ensamble Folclórico de Veracruz. Esta obra se repetirá del 25 de octubre al 2 de noviembre.
El sábado iniciará el festival “Noche de Catrinas Xallitic”, con actividades desde las 12:00 horas, en el Barrio Mágico de Xallitic; a esta misma hora, en el CRX, continuará el Festival Internacional Cuentos y Flores, con una Gala para Infancias.
A las 17:00 horas, en el Museo de la Música Veracruzana, continuará la música del maestro Raúl Ladrón de Guevara. A las 18:00 horas, en el Muxa se inaugurará la exposición de Catrinas en Vidrio, una fusión de tradición y fragilidad que llega desde la Ciudad de México.
A esta misma hora se desarrollará el tradicional “Paseo de Catrinas”, que iniciará en el Centro Histórico; en el auditorio de la IMAC se tendrá una combinación de géneros musicales con la presentación del Nova Fest, con los grupos: la Nueva Odisea, D´lirios Club, Bruno Glez y Jaeger.
El domingo, a las 12:00 horas, en el parque Juárez, se realizará un Torneo de Ajedrez, como parte del programa “Domingos Familiares”. A las 13:00 horas, en el Museo de la Música Veracruzana, se presentará la Academia de Música AFAM, con un concierto con música de Disney.
En el parque Juárez, a las 16:00 horas, se tendrá el tradicional “Danzón pa´l Corazón”, con música de la Orquesta Pauta Nueva. A las 17:00 horas, en este mismo espacio, se presentará el concierto para contrabajo y piano “De la madera a la música”, y en el Teatro J. J. Herrera, a las 18:00 horas, la comedia: “Un dios salvaje”.
¿Existen formas correctas de habitar nuestro entorno? ¿Realmente convivimos en armonía con la tierra? ¿Respetamos a otras especies e incluso nos atrevemos a reconocernos como iguales entre nosotros? Estas son las preguntas que surgen en mí después de ver el documental Formas de atravesar un territorio de la directora Gabriela Ruvalcaba y la productora Pía Quintana Enciso.
En esta producción, a lo largo de 78 minutos, observamos a un grupo de mujeres tsotsiles, pero también una serie de imágenes que nos confrontan con la manera en que la humanidad interactúa con el entorno que nos da vida. Ellas caminan, siembran, pastorean y habitan la tierra con una conciencia que parece haberse perdido en gran parte del mundo. Mientras sus pasos avanzan sobre los altos de Chiapas, se percibe una relación de respeto, un equilibrio que surge del reconocimiento mutuo entre persona y paisaje.
Sin embargo, al terminar el documental, no pude evitar pensar en la otra cara del país: las regiones inundadas por las lluvias incesantes en estados como Veracruz, Tabasco o Chiapas mismo. En lugares como Poza Rica y Álamo, las calles se transformaron en ríos, las casas en ruinas, y las promesas de reconstrucción en una espera interminable. La naturaleza parece recordarnos que no hay dominio posible sobre ella, que su equilibrio no puede ser manipulado sin consecuencias.
Las imágenes del agua desbordada son también el reflejo de un modelo de desarrollo que ha ignorado durante décadas las advertencias. Se construye sobre zonas de humedales, se rellenan manglares, se talan bosques para abrir paso a carreteras o fraccionamientos. En nombre del progreso, se trazan ciudades sin pensar en los cauces naturales, se modifica el curso de los ríos y se olvida que la tierra tiene memoria. Cuando el agua regresa, lo hace siguiendo su camino ancestral.
Mientras unas comunidades aún mantienen prácticas que respetan los ciclos naturales, otras vivimos bajo la lógica de la urgencia, del consumo y del despojo. Formas de atravesar un territorio muestra que existen otras maneras de estar en el mundo: modos de habitar que no buscan apropiarse del espacio, sino coexistir con él. En contraste, nuestras ciudades modernas son evidencia de la desconexión; hemos convertido la naturaleza en recurso y el territorio en propiedad.
La desigualdad se hace visible también en los desastres. Aunque el agua no distingue clases sociales, las consecuencias sí lo hacen. Quien puede reconstruye, quien tiene ahorros o seguros vuelve a empezar. Pero hay miles de personas que esperan ayuda, que pierden todo y que, aun así, deben enfrentar la burocracia o la indiferencia institucional. Las inundaciones, más que fenómenos naturales, se han vuelto tragedias sociales: resultado de decisiones políticas, de modelos de crecimiento que privilegian el beneficio inmediato sobre la sostenibilidad.
El documental nos invita a observar, a caminar lento, a reconocer el territorio con humildad. Nos muestra que el respeto por la tierra no es una idea romántica ni un lujo, sino una necesidad para sobrevivir. En los altos de Chiapas, las mujeres tsotsiles practican una forma de vida que implica reciprocidad: lo que la tierra da, se agradece y se cuida. En cambio, nuestras ciudades parecen haber olvidado esa reciprocidad. Exigimos sin dar, tomamos sin mirar atrás.
Tal vez el primer paso para prevenir futuros desastres no esté en construir más muros de contención o en diseñar mejores drenajes, sino en cambiar la manera en que concebimos nuestro lugar en el mundo. Necesitamos reaprender a habitar, mirar el territorio no como un objeto de explotación sino como una extensión de nosotros mismos.
Cuidar el espacio no es un gesto ambientalista aislado; es una forma de cuidarnos entre todos. Porque cuando la tierra se desborda, lo que colapsa no es solo el paisaje, sino la forma en que decidimos convivir con él.

