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Zapatitos ajardinados

by Nora Guerrero

Visité a doña Amelia Camarillo en su casa de la colonia Progreso Macuiltépetl de Xalapa, la bella capital veracruzana que nos cobija a nativos y no, de esta bella ciudad. Estar en su hogar, siempre es muy grato, por su calidez. Esta vez, dialogamos en el comedor, donde se encontraban en sus jaulas los cotorros y un preciso canario que, a ratos nos interrumpía con sus finos trinos y los pericos con sus preguntas insistentes y los movimientos de su cabecitas, poniendo atención a sus interlocutores…Divinos.

Xalapeña de corazón, aunque nació en Oaxaca, encontró en esta capital el clima y la tierra óptimos para desarrollar su proyecto de una casa-museo-jardín.

¿Y cómo no tener esta pasión si su madre cultiva plantas desde siempre y, además, se beneficia de sus bondades produciendo algunas cremas? Una de ellas es para el rostro, responsable del extraordinario cutis que luce Amelia…

Nuestra anfitriona recibe en su casa hasta a grupos de visitantes que quieren conocer sus maravillas, entre ellas, la dioscoria, los amoles y una pata de elefante de más de cien años. Tiene plantas curativas, de ornato, árboles: naranjos, duraznos, guayabo japonés, árbol de choco, berenjena, árbol de las margaritas, matas de plátanos y de chiles de cera; erizos y las aromáticas; todo muy bien distribuido en ochenta metros cuadrados que mide su jardín. Y de entre toda esta riqueza, las diminutas tienen un lugar especial.

Nuestra anfitriona aplica la regla de las 3R (tres erres) en su actividad de floricultura que consiste en: Reducir, reutilizar y reciclar, por lo que en su jardín se encuentra toda suerte de objetos, que dejaron de servir para sus propósitos originales, y ahora hacen la función de macetas: cafeteras, mallas rellenas de tierra, vasijas, planchas descompuestas, botas, zapatos, botellas de todas formas…

Cuenta con trescientas miniaturas con dimensiones de un centímetro a cinco. Son recipientes de diversas formas, en la cuales, nuestra artista en floricultura siembra, con herramientas muy finas, las plantitas ¡toda una hazaña! Cabe destacar que, entre las miniaturas, los zapatitos ajardinados tienen un lugar especial. Los hay de bebés reales y de muñecos de distintos materiales como piel, sintéticos, barro, cerámica y otros.

¿Y cómo es que doña Amelia se interesó por las miniaturas?

Ella recuerda que cuando era muy joven, en una ocasión vio en la habitación de su madre unas zapatillas de tacón de aguja, nuevas muy hermosas y se imaginó que allí se verían bien unas plantitas vivas. De inmediato puso manos a la obra y el experimento quedó genial, hasta que su madre lo vio, le dio una dura reprimenda y la chica tuvo que reparar el desaguisado.

Pasados los años encontró el zapatito de una muñeca y le vino la idea de sembrar en ellos y comenzó una aventura que le ha traído muchas satisfacciones. Su vecina, al observar esto, comenzó a obsequiarle zapatitos que iba dejando su bebé Santiago, coadyuvando al crecimiento de su colección. Hoy día tienes más de trescientas mini macetitas conteniendo la vida de diminutas plantas. Algunos visitantes quieren adquirirlas, especialmente los zapatitos que fueron de Santiago, pero Amelia no merca con sus plantas y menos con esas por las que tiene un afecto especial. Tal vez le obsequie a usted un ‘piecito’ o una flor, porque es muy generosa. También para el anecdotario, nos cuenta que hace algunos años, su amiga Gabriela Dávila le solicitó en préstamo algunos de los zapatitos-maceta del vecinito Santiago para llevarlos a una exposición en la UNAM, en la Ciudad de México, y fueron un éxito. Con esto compruebo que estos zapatitos ajardinados siguen caminando…hacia el corazón. [email protected]

 

 

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