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Campo minado; prueba de fuego

by Gaudencio García Rivera

En menos de una semana desde que asumió el poder público el catedrático con licencia Cuitláhuac García Jiménez le salpicó la caja de Pandora que le heredó perversamente su antecesor MAYL. Los miasmas que empezaron a correr aviesamente impactan en la credibilidad del joven gobernador que se idealizó en la lucha del extinto activista opositor y veracruzano, Heberto Castillo.

La libertad de los peces gordos del Duartegate del penal de Pacho Viejo —Mauricio Audirac Álvarez, Francisco Valencia y Arturo Bermúdez Zurita—, suspicazmente a menos de una semana que asumió la gubernatura de Veracruz, el novel morenista Cuitláhuac, por la juez Alma Aleida Sosa, fue una bomba que hizo estragos en la cúpula del recién desempacado gobernador.

Pero esto es apenas el principio de la punta del iceberg porque en forma sistemática se irán activando una serie de bombas que dejó sembradas en territorio veracruzano, la mano sombría del gobernador saliente en aras de negociar un salvoconducto para que la justicia no lo toque a él ni a sus hijos neopanistas.

La prisión preventiva por el arraigo domiciliario que obtuvieron los procesados y parte de la cofradía duartista que decidía y jugaba con los destinos y los dineros públicos de los veracruzanos, fue un malicioso montaje del entonces gobernador Miguel Ángel Yunes en complicidad con su brazo derecho, el fiscal Jorge Winckler —la socorrida autonomía fue una parodia— y el Poder Judicial del Estado, que representa su compadre y socio periodístico, Edel Álvarez Peña.

Con la persecución de la cofradía duartista, Yunes cumplía el sueño del ajuste de viejas cuentas con la clase priista veracruzana que lo traicionó en aquella controvertida y aciaga debacle electoral priista de 1998 que le hizo naufragar su proyecto para suceder a su patrón y principal asesor salinista, Patricio Chirinos Calero. Jamás se realizó la noche de los “cuchillos largos”.

Nada es casual en política. Con el apoyo incondicional de su compadre y amigo Edel Álvarez, titular del Tribunal Superior Justicia, quien intenta evadir la curva, cínicamente, para continuar con su férula, hizo caer las carpetas de investigación deliberadamente de los duartistas para que se fueran a sus casas a cumplir en libertad sus procesos.

Todo fue un entramado yunista de principio a fin y de negociación —aseguramiento de bienes, donaciones y dinero público que, una parte, tuvo un destino distinto a las arcas del erario público— que lo hizo estallar a 3 días de que asumiera el timón Cuitláhuac García.

Fue evidente, Yunes y sus testaferros —el aún fiscal general y el togado del TSJE— idearon esta felonía para darle vuelta a las carpetas de investigación de la cofradía duartista que estaba en prisión preventiva para evidenciar al ahora gobernador Cuitláhuac con los pactos que celebró en los drenajes del poder con el entonces gobernador Javier Duarte, en 2016, y en 2018, con emisarios de Arturo Bermúdez que le entregaron maletas de dinero para respaldar su campaña proselitista.

Por supuesto, el morenista gobernador lo ha negado reiteradamente. Pero causa suspicacia, desdén y desdoro que en la integración de su equipo de gobierno se estén enquistando mercachifles priistas y panistas de baja estofa, coludidos con la corrupción, nepotismo, compadrazgo y cuatachismo “fifí”.

Pero esto es materia para otra historia, dejemos a un lado la nueva generación de políticos “fifí”. El campo minado que recibió el gobernador y alumno de Heberto Castillo desde el Pánuco hasta el Tonalá, tiene la solución en sus manos para desactivar las minas. Como diría William Shakespeare: “Ser o no ser, esa es la cuestión”.

Dicho coloquialmente, se tiene que fajar los pantalones, sin que le tiemble el coxis y proceder contra su antecesor por la lluvia de irregularidades, abusos de poder, extorsión y amenazas que prohíjo, vía el fiscal general, con los bienes mobiliarios, departamentos, residencias y recursos millonarios que se les aseguraron al exgobernador Javier Duarte y a sus lugartenientes.

Una gran parte de los bienes decomisados tuvieron un destino ajeno al patrimonio del gobierno estatal. Si Cuitláhuac no actúa con energía, apoyado con la fortaleza del gobierno federal obradorista, y no hace valer el imperio de la ley y el orden, personeros como Yunes podrían burlarse de él, desestabilizar el estado y recrudecer el “infierno” que se vive en Veracruz.

Y esto sin contar, que el crimen organizado se coludió con las altas esferas del gobierno yunista para mantener de rehén a la sociedad civil y ciudadanos de a pie de acuerdo con denuncias del Cártel Jalisco Nueva Generación.

En sus manos está que desactive el campo minado. Tiene todo el poder para que Veracruz renazca y cuenta con la confianza para hacerlo el presidente Obrador. Este escenario es su prueba de fuego. El megalómano exgobernador y dictador de pacotilla no escapará esta vez del banquillo de los acusados, sólo es cuestión que se activen las denuncias para llevarlo a las barandillas. “Ser o no ser, esa es la cuestión”.

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12hrsver

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