Inicio ColumnasPor la verdad y la confianza Griselda Álvarez Ponce de León y María de los Ángeles Moreno, dos mujeres fuera de serie.

Griselda Álvarez Ponce de León y María de los Ángeles Moreno, dos mujeres fuera de serie.

(Parte 2 de 3)

“La voluntad de las mujeres de ser por ellas mismas, es la revolución más acentuada que hemos tenido después de la rusa, la francesa y de la mexicana“.

Griselda Álvarez Ponce de León (1913-2009)

México ha tenido mujeres extraordinarias, que han dado mucho a sus entidades y al país. Y desde luego resalto entre ellas 2 figuras valiosas,  hechas de una estirpe fuera de serie: Griselda Álvarez Ponce de León y María de los Ángeles Moreno Uriegas. Griselda, quien el pasado 15 de abril se celebrara un año más del aniversario de su nacimiento. Y María de los Ángeles quien lamentablemente falleciera el pasado 27 de abril, pretendiendo en estas líneas hacerles un modesto homenaje, a su persona, pero también a su obra que es la que trasciende por siempre.

  1. Griselda Álvarez Ponce de León

Aunque Griselda Álvarez nace en la ciudad de Guadalajara, un 15 de abril de 1913 desde sus primeros meses de vida es llevada a Colima, estado donde radicara siempre la familia de sus padres quienes eran Colimense de arraigo. Fue hija de Doña Dolores Ponce de León- de ahí le viene la vena de soñadores, ilusos y adinerados-, y de Don Miguel Álvarez García de Alba, de estirpe política, hacendados y juaristas reformistas. Su padre fue Gobernador del Estado de Colima, al igual que su abuelo el General Manuel Álvarez, Constituyente de 1957 y primer gobernador de ese estado y por ello Benemérito en grado Heroico.  Curiosamente sus memorias las ubica en medio de los opuestos polos en que se ha debatido históricamente la nación, por un lado la tradición conservadora y por la otra, el impulso renovador del liberalismo.

Desde muy joven, tuvo que superar el estigma de “niña bien” que gozaba de privilegios, para emprender su propio destino y ganarse por ella misma un lugar en la sociedad y a través de los años supo que sólo superándose y con carácter, sensibilidad y humildad podía navegar aun contracorriente. Se tituló de maestra normalista, realizó el postgrado en educación especial para débiles mentales y menores de edad infractores, impartiendo cátedra hasta 1951. Posteriormente, se graduó en Letras Españolas en la UNAM. Estudió además estadigrafía, biblioteconomía e idiomas.

Su condición femenina nunca fue una limitante, fue impulsora del voto femenino y luchó incansablemente por la igualdad y el respeto a la condición de la mujer. Por eso buscó siempre superarse para de esta manera adquirir capacidades y elementos para-como ella decía-  “picar piedra, dentro de la inhóspita mina donde se reparte el poder”. 

Incursionó en el servicio público muy joven trabajando en diversas dependencias de gobierno:  la Dirección General de Acción Social de la Secretaría de Educación Pública, la Dirección General de Trabajo Social de la Secretaría de Salubridad y Asistencia , Jefa de Servicios Sociales del Instituto Mexicano del Seguro Social y en la Secretaría de Turismo. En esos años ya había contraído nupcias con el Dr. Antonio Delgado Espinoza, con quien procreó a su hijo Miguel Héctor. Fue Senadora por Colima de 1976 a 1979 y Gobernadora de ese Estado de 1979 a1985.

Su llegada a la gubernatura de Colima sucedió, decía: “no por un “dedazo” de Luis Echeverría Álvarez”, sino por su labor de cabildeo, alianzas y redes de apoyo en especial de mujeres, que junto con la decisión popular, hicieron posible que en nuestro país, “una mujer feminizara el vocablo gobernador”. 

Pero una de las facetas especiales de la vida de Doña Griselda fue la literatura y la poesía. Su obra se concentra en 18 títulos publicados, diez dedicados a la poesía y ocho a la narrativa. Escribió de todo: prosa, ensayo, poesía, narrativa, discurso y miles de sonetos que se publicaban en periódicos y revistas, entre ellas: Cementerio de Pájaros (1956), Dos Cantos (1959), Desierta Compañía (1961). Letanía erótica para la paz (1963), La Sombra Niña (1966) escrita en hermosa prosa donde aborda su inquieta niñez, Anatomía Superficial (1967), Tiempo Presente (1970) y Estación Sin Nombre (1972). Cuesta arriba. Memorias de la primera Gobernadora (1992) donde habla de sus acciones y el privilegio de servir a sus conciudadanos. Entre otras interesantes: Canto a las Barbas (1994), Sonetos Terminales (1997), Erótica (1999), Glosa de la Constitución en Sonetos (2000) donde le imprime un poco de poesía a nuestra Carta Magna.  Imágenes en el tiempo. Antología poética (2007). Entre muchas otras que serían imposible describir en este espacio. Pero,  por todo ese esfuerzo literario,  llegó a ser una de las grandes autoras mexicanas del siglo XX.

Cada faceta de su vida le dejaba algo internamente, por ello Griselda lo plasmaba en la poesía. Escribió cuando fue gobernadora:

…”Me dieron a escoger: hogar o gloria

Y en mis manos pusieron el mandato

Seis años nada más que es un buen rato

Para abrirme las puertas de la historia

No sé si fue una pírrica victoria

Que ahora reflexiono y aquilato

Metí amor y familia en un retrato

Y fue el poder la línea divisoria”… (“Opción”)

A Griselda le atraía escribir sobre el erotismo. Sus poemas fueron pioneros de la escritura femenina en el tema. Lo hizo muy joven y eso escandalizaba a algunos sectores sociales del momento. Incluso se dice que si esposo e hijo en cierta etapa tuvieron que cancelar algunas publicaciones de versos, para el momento considerados “muy atrevidos”. En su libro Erótica, captura el éxtasis sublime donde aflora el conflicto entre la racionalidad y la intuición y su tensión a lo divino a través de la experiencia erótica:

 

“…El instinto de lucha tú me alertas,

Me conminas a ser siempre sin plazos

Peleando por la vida y sus rechazos

En la batalla de esperanzas muertas

Algo más de un instinto me despiertas

El de conservación cuando en tus brazos

Firmes en lo eternal de tus abrazos

La orilla del orgasmo abre sus puertas

 

Con hambre, real instinto, obra de magia

El erotismo en danza en sus excesos

Con un deseo que brota y se contagia

Y confesos de amor siempre confesos

En un ataque real de antropofagia

Duro y entero así comerte a besos…” (“Los instintos”)

Doña Griselda fue galardonada en vida con más de 200 distinciones y premios por su trayectoria literaria y política entre las más importantes: las Medallas de Honor “Rafaela Suarez” y “Gregorio Torres Quintero” otorgadas por el estado de Colima. “Mujer del Año” en1981 por la Asociación de Damas Publicistas. El Congreso del Estado de Colima, en 1990,  le otorgó la medalla “General Manuel Álvarez”. Se le concedieron igualmente en el año 1994, la Medalla al Mérito en Letras “Benito Juárez” y la Medalla “María Lavalle Urbina”. Una de las mayores distinciones fue recibir en 1996 la Medalla “Belisario Domínguez” del Senado de la República, que es la más alta presea que otorga el Presidente de la Nación. El PRI le concedió la medalla “Plutarco Elías Calles” al Mérito Revolucionario, entre otras extraordinariamente importantes como la medalla “Netzahualcoyotl” en 2001 otorgada por la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), la de “Bellas Artes” en 2008 y finalmente en 2013, el Gobierno del Estado de Colima le otorgó la medalla póstuma “Rey de Colliman”.

Casi en el ocaso, acudía cada vez que su salud lo permitía, a conferencias, pláticas, y siempre atendía con diligencia a quien se le acercara. Algo que nunca dejó de hacer fue opinar sobre la política y estaba siempre dispuesta a compartir sus saberes, aunque los años le hubieran impuesto el reposo. Decía en 1999: …”Soy un ser sensible, acosado por el afecto de mis amigos a quienes correspondo con amistad-pasión. Vivo por ellos. Alguien los llamó genoparientes. Y eso soy, una mujer que se aferra en los últimos años de su vida con intensidad a la maravillosa existencia que nos envuelve…”

Y así como las grandes, Griselda Álvarez Ponce de León, falleció un 25 de marzo de 2009 en la Ciudad de México, pero como todas las personas que trascienden,  sus semillas de afecto y voluntad de servir perduran, porque en ellas sembró amor y eso queda para siempre.

Gracias y en la próxima recordaremos a otra de las grandes: María de los Ángeles Moreno Uriegas.

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