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De coser y cantar, a descoser maldecir y farfullar

by Bernardo Gutiérrez Parra

Como consecuencia del hallazgo de una casita de 50 millones de pesos en El Dorado, el martes de la semana anterior el candidato a la gubernatura de Veracruz, José Francisco Yunes Zorrilla, presentó ante la Fiscalía General de la República una demanda contra Rocío Nahle por enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

En respuesta, los asesores de la zacatecana contestaron con una encuesta donde Rocío va 24 puntos arriba del peroteño, sin ponerse a pensar que hace apenas un par de semanas la misma Rocío dijo que iba 30 puntos arriba de su adversario. Es decir, de acuerdo con su gente, Nahle bajó seis puntos en catorce días, un mundo para una candidata en campaña.

Como la encuesta no dio resultado (de hecho, ya ninguna les da resultado), le aconsejaron que se tirara al suelo y acusara a Pepe de violencia política en razón de género. Algo así como “me ataca por ser mujer”. Y Rocío obedeció sin chistar al grado que llegó a declarar que se sentía “agredida”.

Solo que su atrevimiento fue mayúsculo al organizar una “marcha” a su favor e imprimir cientos de carteles con la leyenda: Alto a la Violencia política de género. #Todas Somos Rocío. Marcha de Mujeres. Lunes 10 de abril Plaza Lerdo. #SiTocanAUnaNosTocanATodas.

Integrantes del colectivo Brujas del Mar se movieron rápido y le solicitaron que no se colgara de la lucha feminista.

Mediante sus redes le hicieron saber que habían escuchado entrevistas en las que se refiere a las acusaciones de enriquecimiento inexplicable como actos de violencia contra las mujeres. Y le dicen textual: “No sabemos si dentro de su equipo tenga personas que la asesoren en esos temas, pero nosotras podemos decirle que no es así”.

Le dejaron en claro que la violencia política “en razón de género” obedece a los actos discriminatorios que obstaculizan la participación política de una mujer por la condición de ser mujer.

Y le remacharon para que no se le olvide: “Con este concepto aclarado, decirle a una persona que es de Zacatecas o exigirle que rinda cuentas ante acusaciones de corrupción, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito no es violencia y menos por su condición de mujer”.

Sobre el cartel dijeron que es ofensivo por parte de quien busca gobernar un estado muy lastimado por la violencia machista, que además encabeza los primeros lugares en incidencia de feminicidio a nivel nacional.

Una persona con tantito así de sentido común, hubiera ordenado cancelar la marcha. Pero a Rocío Nahle le valió gorro el sentido común y ordenó a 150 de sus achichincles (mujeres y hombres) ponerse sus camisetas verdes con el logo de Brujas del Mar y bloquear por hora y media la calle de Enríquez.

¿Qué ganó la señora? El repudio casi general y si salen a sufragar, el voto en contra de las Brujas del Mar que no va a ser cualquier cosa.

Si sus dislates causan risa, su vileza y cobardía al atropellar al colectivo femenino quizá le cueste la gubernatura.

A mediados de enero Rocío estaba tan segura que ganaría la elección con facilidad, que dividió su campaña en dos etapas: recorrer los municipios donde la recibirían multitudes delirantes y proclamarse triunfadora la noche del 2 de junio. “Será como coser y cantar”, me dijo uno de sus cercanos.

Pero mal asesorada, con personas que poco le ayudan (¿qué analfabeta redactará sus comunicados?), con su marido entrometiéndose en todo, con su jefe el presidente volteando para otro lado, con Claudia Sheinbaum que la ignora, con las encuestas que ya no le favorecen y de dislate en dislate, Rocío va en picada.

Su casa en El Dorado que salió a relucir en el debate presidencial es una losa que la está doblando. Y ya todo mundo sabe que dilapidó 22 mil millones de dólares en una inútil refinería que hizo multimillonarios a sus familiares, amigos, compadres y a ella misma.

Quizá por soberbia Rocío no quiere aceptar que o recompone lo que haya que recomponer (si le da tiempo) o se hundirá sin remedio. Y en lugar de coser y cantar quizá le toque descoser, maldecir y farfullar.

Por lo pronto, la mujer va en picada.

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