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“¡La política no puede estar en manos de improvisados o ineptos!”, FGB
¡Reanudamos!
Permita usted externe mis dudas sobre la certeza de que los pueblos tienen los gobernantes que merecen.
No Veracruz.
Inadmisibles en esta tierra de héroes, de luchas libertarias, de prohombres y mujeres que han entregado sus mejores causas, la vida misma en aras de no permitir mandos dictatoriales, invasiones o gobiernos corruptos.
Coinciden por estas fechas del 24 aniversario de la muerte de Fernando Gutiérrez Barrios, de cara al olvido oficial, con el fin del gobierno del cínico saqueador de las arcas Cuitláhuac García Jiménez y su bien ganado título del peor gobernador que ha tenido Veracruz y del cobarde traidor a la Patria de Miguel Angel Yunes y familia.
Del payaso Cuícaras se ha dicho todo a nivel estatal y nacional.
Señalado de pendenciero y voluntarioso el exponente de la secta de la mano caída, caracterizó su gobierno por violentar la justicia y la legalidad para saciar sus venganzas.
El de la salsa y tacos de tripa gorda, el atarantado a quien hay que reconocerle que es buenísimo para el machete, nunca supo, quiso, ni pudo gobernar.
Solo robar.
Nos hereda una deuda de más de 15 mil millones y una bola de empresas fantasma -fueron 227 que costaron al erario 5 mil millones de pesos-.
Aun en la cárcel mil 200 presos políticos y en materia de infraestructura 7 mil kilómetros de carreteras hechas un asco, al igual que la salud con el mayor índice de muertes en el país luego del gasto de mil millones de pesos por la compra de vacunas caducas.
¿Y qué decir de la seguridad?
Matanzas que rebasan los siete mil caídos a cielo abierto; segundo lugar en feminicidios; una generación corruptos sin estudios que solo aprendieron a robar empezando por el “primo” Eleazar Guerrero con una fortuna en dólares denunciada y comprobada en el paraíso fiscal de las Bahamas.
¿En realidad de quién es el billete verde?
Una larga lista más de fechorías obliga por tanto a la gobernadora Rocío Nahle a fincarle responsabilidad penal.
Y por si no fuera suficiente, a unas semanas de haber despertado de la pesadilla del 2 de junio, nos encontramos con el Judas del Estero.
No alcanzan los calificativos para el grupo familiar comandados por Miguel Angel Yunes Linares que por más de medio siglo han saqueado las arcas nacionales y estatales, cometido crímenes inconfesables, perseguir a sus enemigos, liberar narcos y encarcelar a enemigos políticos.
Si a Miguel Angel Yunes ya se le olvidó a la opinión pública no el abuso de menores, ni su convenenciera migración del PRI, al PAN y hoy en la de Morena.
Menos aún la marca de la casa, su máxima distinción de traidor a la Patria.
Luego de engañar a la oposición partidaria -ahí se incluye al ingenuo de Pepe Yunes- se arrodillo ante el “Viejo Guango” consumando la peor felonía política que registra la historia contemporánea.
Esa es una cara de la moneda.
El tapete yunista no tuvo empacho en cambiar de bandera, de consumar la traición a la Patria con tal de que la letra de cambio fuese la impunidad para él y para sus hijos.
De Omar -el hijo mayor- entregado a la sospechosa compra de inmuebles en la Florida, Nueva York, España e Inglaterra y para los otros dos Miguel y Fernando el fuero.
Vaya ridículo el del enfermo “Chikiyunes” -el “Lázaro” del Estero que se levantó y anduvo- para entregar su voto traidor.
Los embarcados en el engaño electoral de que los Yunes unidos llevarían al cambio fue solo cuento, un cuento que todos nos creímos.
Hoy, bien sabe la clase política que el infelizaje está conforme con la dádiva, que la clase media solo hace escándalo y cumple con manifestarse en el Facebook y que nos ricachones siempre irán con el ganador.
Falso eso del despertar de la sociedad civil o que la oposición es la alternativa cuando vemos a una oposición postrada y disminuida, al borde de la desaparición.
Esa es nuestra realidad.
Una realidad en donde solo queda para el recuerdo el legado de hombres como Fernando Gutiérrez Barrios quien, a casi un cuarto de siglo de su muerte, sigue vigente su sentencia de que “gobernar exige experiencia, serenidad y vocación; gobernar es sobre todo tener la mirada y el oído alertas, gobernar es oficio superior que no pueden desempeñar los improvisados y mucho menos los improvisados soberbios”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo