Inicio ColumnasInforme Rojo Cuando Yunes decía que AMLO era Pinochet, Hitler, Mussolini

Cuando Yunes decía que AMLO era Pinochet, Hitler, Mussolini

by Mussio Cárdenas

“Le quieren dar piso constitucional a la dictadura”: Yunes  * Conferencia en la Universidad de Xalapa  * Y cuatro meses después, se coludió con Obrador  * Llamaba a impedir el voto 86  * Ya inició la barredora policíaca en Coatza  * Y desaparecen jóvenes inocentes  * El título universitario falso de Eusebia Cortés

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada en mussiocardenas.com

19 de septiembre de 2024

 

Yunes en dos tiempos: el que advertía en el Plan C –reforma judicial incluida– un camino a la dictadura, y cuatro meses después, el que consiente, negocia, traiciona, jala el gatillo y mata al Poder Judicial.

Yunes, alias “Dos Caras”, mago de la infidencia tortuosa y la puñalada trapera, transitó del juicio demoledor con que identificó a Andrés Manuel –dictador, fascista, Hitler, Mussolini, Pinochet– a ser el facilitador del voto panista, el voto sucio con que inicia la demolición del sistema judicial y, como fin ulterior, la concentración de poder.

Miguel Ángel Yunes Linares se desdijo, se exhibió, comió heces críticas, tragó sapos cínicos y trazó la ruta suicida, el camino sin retorno de ser cómplice del “loco, vividor, corrupto” al que por años combatió.

“El plan C es el camino a la dictadura”, fustigaba el ex gobernador de Veracruz desde la Universidad de Xalapa, afilando el colmillo, vestido con piel de oveja, convencido que López Obrador es, a fin de cuentas, el modelo de dictador que Yunes desearía ser.

Cuatro meses ya de aquel show. Pontificaba el ex gobernador. Montaba el teatro y disfrutaba el engaño. Le tomaba el pelo, literalmente, a sus fans, panistas y priistas, a damas y caballeros de la sociedad civil y al mismo rector Carlos García Méndez que en un acto de buena fe le abrió las puertas creyendo en su honestidad.

El Plan C, explicó Miyuli, todos saben que existe pero pocos han escudriñado qué es. Y él, tan sabio, tan erudito, se puso a explicar.

Sus tres ejes son la reforma judicial, la reforma al Poder Legislativo y la reforma electoral. Lo demás es paja.

Y se soltó tirando leña, advirtiendo que López Obrador ni es el nuevo Benito Juárez ni es juarista. Juárez entró a la historia enalteciendo el respeto a la ley. Andrés Manuel no. Andrés es la antítesis de Juárez, el que pregona que “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.

Yunes, el entonces opositor, fustigaba a AMLO, su entonces enemigo:

“Quieren simular. Le quieren dar un piso constitucional a la dictadura y seguir simulando que hay Poder Legislativo, que hay Poder Judicial, que hay controles, que hay pesos y contrapesos. Lo que quieren es continuar con esto que yo le llamo la predictadura con regulación constitucional. Tener una Corte y un Poder Legislativo a su servicio”.

Hace cuatro meses, Yunes Linares era otro. Era opositor. O simulaba ser opositor. Despertaba conciencias. O simulaba que despertaba conciencias. Demolía a López Obrador. O simulaba que demolía a López Obrador.

Aquel 18 de mayo, Andrés Manuel era Pinochet, el carnicero de Chile. Andrés Manuel era Hitler, el demonio del holocausto judío. Andrés Manuel era Mussolini, el enemigo de la libertad. Andrés Manuel era Franco, el asesino de España.

Hoy, Miguel Ángel Yunes Linares es el cómplice de López Obrador en la destrucción del Poder Judicial de la Federación.

Los delirios, ese día, proyectaban al panista como el demócrata perfecto. Para Andrés Manuel, un lugar en la historia de los dementes con poder. El presidente dictando proyectos de ley y su recua legislativa, el obradorismo acrítico, sumiso, incapaz de pensar, aprobando sus bodrios sin tocar ni cambiar un punto ni una coma.

“Hay 300, 400 o 500 legisladores –precisaba Yunes Linares– que no tienen otra función más que levantar la mano y aprobar y extender la mano y cobrar el cheque. Eso lo hicieron Mussolini, Hitler y todos los dictadores que poco a poco fueron acabando con el parlamento, haciendo ver al parlamento como un organismo inútil hasta desaparecerlo”.

Y siguió:

“Desaparecer la libertad de prensa, amenazando y persiguiendo a los periodistas, es otro de los pasos que dan los dictadores para quedarse como amos absolutos de un país. Lo hicieron Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet y hoy lo hace López Obrador”.

De la captura del Poder Judicial, vía la elección de jueces, magistrados y ministros, Yunes Linares dijo.

“Tendrían el control total de ese poder partiendo de la base de que el voto de las personas que reciben apoyos económicos (programas sociales) les garantizaría mayoría para ganar estas elecciones”.

La reforma legislativa mataría la representación de las minorías. “De esta manera tendrían al Congreso de la Unión sin opositores y postrado de rodillas frente al dictador”.

Yunes soltó otra frase:

“Los dictadores se sienten dueños de todo, incluso de la conciencia colectiva”.

Luego se preguntó:

“¿Vivimos en un país democrático? No, al contrario, la democracia está amenazada y vamos en camino a consolidar la dictadura.

“Cada día –precisaba– más voces llaman la atención sobre lo que es el nuevo modelo de dictadura en un mundo que caminaba hacia la democracia”.

Yunes hacía un repaso del “loco López Obfrador”. Resultados cero. Seguridad: 197 mil homicidios y el país en manos del crimen organizado, y el gobierno en el frenesí de los “abrazos, no balazos”. Salud: los muertos de la pandemia, los muertos por falta de hospitales, los muertos por falta de medicamentos.

Y la corrupción. Un tour fugaz desde el caso Eva Cadena, en 2017, videos que muestran a la entonces candidata de Morena a la alcaldía de Las Choapas recibiendo dinero de manos de los enviados de Amado Cruz Malpica por intermediación del hoy senador y neoamigo de los Yunes, Manuel Huerta, hasta los sobres de Pío y Martinazo López Obrador, el saqueo a Segalmex y el Clan de los hijos del Peje, hundidos en el lodo, traficando contratos. Yunes los define: unos coyotes.

Alertaba entonces –mayo 18– el jefe del yunismo azul: la reforma judicial de López Obrador no debía pasar en el Senado. Y esa era tarea de la oposición.

“Requeriría (Morena) tener una mayoría calificada en la Cámara de diputados de 334 diputados, y en el Senado de 86 senadores. Por fortuna hoy no los tienen y hay que evitar que los tengan”, sentenciaba Yunes.

Pues la reforma pasó. Y fue con el voto de los Yunes azules, el voto 86, el voto traidor.

Cuatro meses después, Yunes Linares hace otro show. El 10 de septiembre, siendo senador suplente, relevó por horas al Chiquiyunes, senador propietario. Lo quiso blindar. Fue al encontronazo con la bancada de su partido, Acción Nacional.

Escuchó los gritos de traidor y sintió los abrazos de Morena. Acusó de traición y cobarde al líder nacional panista, Marko Cortés. Y de ahí no pasó. Fue incapaz de justificar su bajeza, el deshonor, la ruindad, su desplome moral.

Horas después, Chiquiyunes, el hijo, tomaría “la decisión más difícil de mi vida”. Y esa decisión fue apuñalar al PAN y a los que creían en él, traicionando a los suyos, el yunismo leal. Brincó a la granja de López Obrador.

No fueron las denuncias ni el asedio judicial. Eso lo neutralizaron desde que inició el sexenio de Andrés Manuel. Fue el ansia de poder. Y la interlocución con los poderes extralegales. Y la mentira y el cinismo, ignorando las 30 monedas que arrojó Lilly Téllez en el pleno del Senado, el pago al Judas de Boca del Río, nueva mascota de la Cuatroté.

Yunes padre se regodeaba llamando Hitler, Mussolini, Pinochet y Franco a López Obrador, y al cuarto mes se alió con él. Yunes hijo, tan títere como Sheinbaum, sólo obedeció.

El poder evidencia de qué clase de lodo son.

 

METADATO

 

Otra vez la barredora policíaca, la que levanta y asesina, la que se lleva inocentes y culpables por igual, la que siembra terror. Policía estatal, elementos de la siniestra Fuerza Civil, policía sin uniforme recorre las colonias y congregaciones de Coatzacoalcos intentando parar la ola delictiva, la quema de negocios, la muerte entre sicarios, la extorsión y el robo. Y, a la par –porque ocurren cosas que nadie quiere explicar–, desaparecen jóvenes de buena conducta, muchachos sin vicios, sin amigos con antecedentes funestos. Y entonces se activa la memoria. Y viene el chispazo: el Operativo Blindaje Coatzacoalcos, en mayo de 2015, durante el gobierno del priista Javier Duarte de Ochoa, en el que la policía criminal de Veracruz desapareció a una treintena de personas. Jhonit Enríquez Orozco, José Manuel Cruz Pérez, Eliaquim Alvarado Villafuerte y Héctor Manuel Facundo Ramos fueron cuatro víctimas de desaparición forzada. Años después, 11 policías fueron aprehendidos y sujetos a proceso penal, pero hay más. La Comisión Estatal de Derechos Humanos acreditó la impunidad, la indefensión, la falta de justicia, la negligencia e indolencia de la autoridad. El gobierno del priista Javier Duarte fue solidario con sus policías criminales. De las otras víctimas nada se ha vuelto a saber. La mayoría de sus cuerpos no se han recuperado. Y hoy, nueve años después, la fuerza policía disfrazada de civil aplica la barredora una vez más. Otro blindaje policíaco criminal, no para hacer justicia sino para justificar la paz de los sepulcros. Y la delincuencia seguirá operando en la impunidad… Anulada, Eusebia Cortés ni será alcaldesa de Coatzacoalcos, ni directora de Transporte, ni la favorita en el reino de Rocío Nahle. La zacatecana le reserva un premio menor, la Subsecretaría de Desarrollo Regional en la Sedesol de Veracruz. Y más tarda en formalizarse el destape, que estalla el escándalo. Eusebia Cortés Pérez carece de título profesional. El que presume es fake o cursado en la Universidad de Santo Domingo, junto a la Catedral de la Ciudad de México, donde se fabrican documentos para el fraude. La “licenciada” Cheva Cortés incumple el requisito que marca la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo del Estado de Veracruz, que establece que para secretarios, subsecretarios y directores de área se debe ser nativo de la entidad y contar con título profesional. Nahle la endulzó con el cuento de la alcaldía. Así la trajo durante años. Luego anidó el sueño de ser directora de Transporte del gobierno de Veracruz, el paraíso de las placas de taxi y las concesiones del servicio de camiones urbanos. Y al final la manda a la subsecretaría en Sedesol. Y resulta que no califica por tener título universitario falso. Hay tretas que no se pueden ocultar. Y las de Eusebia detonan cuando aún restan 70 días para que Rocío Nahle se apodere del gobierno de Veracruz. Par de tramposas…

 

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