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El marido incómodo de Rocío Nahle

by Mussio Cárdenas

 Peña Peña dio color en Sayula de Alemán  * En plena veda, compra el voto ganadero  * Se perfila para gobernar desde las sombras  * Pese al fuego amigo, Pepe Yunes ya es candidato del PRI  * Bajo escándalos de corrupción, Ramos Alor va; Tania queda fuera  * La prensa enloquece al Pulpo Remes

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada en mussiocardenas.com

28 de febrero de 2024

 

Pepe Peña es, literalmente, el dolor de hígado de Rocío Nahle, el soberbio y bocón, el indiscreto e imprudente, el que ofrece el paraíso y sale a comprar el voto violando la ley, pero el que pretende ejercer el verdadero poder.

“Mi nombre es José Luis Peña Peña… soy esposo de Rocío Nahle”, le dice a la parvada obradorista en Sayula de Alemán, el 18 de febrero, en intercampaña. Y el video es de escándalo.

Soy ingeniero, soy jubilado, soy ganadero, soy campesino, soy la conciencia, soy el profeta que anuncia el triunfo de la Cuarta Putrefacción en Veracruz.

Y él, Pepe Peña, que es un auténtico dolor de hígado, y de cabeza, y de intestino de Rocío Nahle, se revela como algo más: el mesías del campo, el nuevo mesías, el consorte de la zacatecana que descendió de la nube celestial al paraje jarocho a salvar a los ganaderos olvidados, para los que ni la 4T armó proyecto y el campo se jodió.

Peña Peña, como se le conoce en Coatzacoalcos, es un prima donna en el lado oscuro de Rocío Nahle, el zar del acuerdo en la penumbra, aquel con el que se arregla la clientela de la norteña, el de la chamba sucia.

Y no es de ahora; es de siempre. El coyote de siempre. El que va de café en café, en restaurantes, en cantinas, en antros, presumiéndole a sus compadres, que son muchos y bien conocidos, y más briagos que el tequila, que si quieren obra y contrato, que pasen con él. ¿Verdad, Manuel? ¿O no, Juan Carlos Fong, el de los 5 mil millones de pesos para rellenar –mal– el terreno donde se erige la refinería fallida, y siempre inundada, de Dos Bocas?

Ese dicho –“soy esposo de Rocío Nahle”– no es un deliz. No es un lapsus linguae. Es el carnet de identidad del operador de cabecera de la aspirante ilegal e ilegítima de Morena al gobierno de Veracruz.

“Soy esposo de Rocío Nahle” es el grito de batalla de Pepe Peña o Peña Peña nomás para que sepan con quién tratan, el que tiene derecho de picaporte, el que le puede dar al campo, a los ganaderos, a los campesinos lo que el gobierno de la Cuarta Putrefacción les negó.

Seis minutos. Un video. Y en él Peña Peña se siente y se ve a sus anchas. Habla dejando claro que una vez consumado el triunfo de Morena en la elección del 2 de junio –porque es “eminente y (sic) inminente”– que, sin cargo alguno, meterá las manos en el gobierno de Veracruz.

Y comienza a filosofar:

“Nosotros no venimos a estar jugando –dijo el mesías Peña Peña–. Venimos a ayudarlos.

“Queremos la mejor tecnología. La mejor tecnología la vamos a tener en el campo porque así lo hicimos en Dos Bocas. Tuvimos la mejor tecnología del mundo. Y si no la hay en México la vamos a ir a buscar.

“Acuérdense de mi nombre: José Luis Peña Peña. Yo voy a estar ahí y cualquier problema que tengan ustedes, si ganamos, que es inminente, yo voy a estar en el área de ganadería sin un solo peso, sin cobrar nada, y lo único que voy a hacer es estarlos apoyando y cuando no nos quieran hacer caso, vamos y hacemos un plantón en el palacio de gobierno, y yo los voy a acompañar para que nos resuelvan todos los problemas que aquí estamos acordando”.

“Acuérdense de mí”, dice Peña Peña pero la oposición ni un dedo movió. Hay delito electoral. Hay violación a los tiempos electorales. Hay alcaldes, senadores, funcionarios menores en un evento ganadero y ahí se promueve a Rocío Nahle. Y lo hace el marido marido incómodo. Y el PRIANRD no capitalizan el episodio.

Hizo más la prensa crítica, la oleada antipeje, los que están hartos del régimen de terror del clan Nahle-Cuitláhuac-Cisneros-Giadáns, que el bloque opositor.

Tienen el punto más vulnerable de Rocío Nahle a la vista y no lo quieren ver.

El marido incómodo es el personero de Rocío Nahle. Y algo mucho mayor. Habla en su nombre. Pontifica, ofrece, compromete, redime y predice.

La prensa que lo fustiga apenas conoce a Peña Peña. No imagina sus alcances, el poder que ejerce sobre la zacatecana que aspira a gobernar Veracruz.

El marido incómodo tiene historial. Data de sus días en Pemex, segundo de abordo en el área de mantenimiento del complejo petroquímico Pajaritos. Data de los días en que Rocío Nahle García, sin ser trabajadora activa, militaba en la Unión de Trabajadores de Confianza y Técnicos de Pemex (Untcyp).

Nahle y la Untcyp no se mezclaban con el gremio sindical. Eran la élite de Pemex. Veían, con sobrada razón, a los líderes petroleros como líderes charros, a la mafia sindical como aliada de los gobiernos neoliberales que hundieron a Pemex.

Nahle era protagonista; Peña Peña no. Nahle suplantaba al líder de la Untcyp, Felipe de Jesús Díaz González, ya fallecido, mientras Peña Peña no salía del baúl. Nahle debió callar, dejar el protagonismo, cuando miembros de la organización le recordaron que el líder era Felipe de Jesús.

Años después, Peña Peña vivió días amargos, sobajado por Nahle cuando intervenía en reuniones del Partido de la Revolución Democrática. Pero luego se impuso.

Ya en Morena, se enfilaron al poder. Rocío Nahle pactaba con el priismo, en 2015, y así pudo alcanzar la diputación federal, allegarse el afecto de Andrés Manuel López Obrador, quien la convirtió en coordinadora de la bancada morenista en San Lázaro, más tarde senadora, secretaria de Energía y hoy candidata ilegal al gobierno de Veracruz por no cumplir con el requisito constitucional de ser nativa del estado o hija de padre o madre veracruzanos.

Indisoluble su lazo, cargan Nahle y Peña con el estigma de la corrupción. Rocío Nahle es la recaudadora del Peje López Obrador, acusó la ex diputada local, Eva Cadena Sandoval, luego de la difusión de los videos que captan la trampa en que cayó al recibir dinero de empresarios cercanos al hoy alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, que financiaban las campañas de Morena.

A la par, José Luis Peña Peña es la bisagra de los contratos en Dos Bocas, el nexo con la familia Quintanilla, con Juan Carlos Fong Cortés. Y cercano a otros contratistas del morenismo como Emmanuel Peña Sánchez.

A sus amigos los acercó al poder. A Víctor Manuel Carranza Rosaldo lo convirtió en alcalde de Coatzacoalcos; a Miguel Pintos Guillén, secretario del ayuntamiento; a Leopoldo Suárez, secretario de Obras Públicas y Desarrollo Urbano.

Y con ellos llegaron las compañías especializadas en obra industrial en los complejos petroquímicos y se llevaron los mayores contratos otorgados por el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Una decena de empresas acaparó toda la obra pública, según observó el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz.

Peña Peña es, hoy por hoy, pieza clave entre la nueva élite petrolera donde proliferan los compadres transas, compadrazgos inconfesables, el jugoso esquema de los contratos, las obras a los amigos.

Y es la conciencia de Rocío Nahle.

Pero, por encima de todo, es el marido incómodo, el que aspira a ejercer el poder desde las sombras.

 

ARCHIVO MUERTO

 

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