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La fiesta inolvidable de TV Azteca

by Ángel Álvaro Peña

Como si el Coronavirus reconociera los privilegios o hiciera inmunes a los famosos y ricos, la fiesta del empresario Ricardo Salinas Pliego se llevó a cabo sin vergüenza por haber evadido al fisco y sin cubrebocas.

Una clase media que se cree inmune a todo, incluyendo a la justicia y la legalidad, reta a su destino creyendo que han dejado de ser humanos y han arribado al mundo de los dioses y la pandemia no les afecta.

La fiesta que exhibieron los conductores de TV Azteca muestra la distancia que tienen no sólo con la realidad, sino con la gente a la que dicen informar.

Retomando la frase de Emilio Azcárraga Milmo que cimentó la televisión mexicana: “México es un país de una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”. La televisora privada, arrancada de sus propietarios originales a golpe de demandas, amparos y trampas legaloides, sigue ese esquema viendo a su público -el que los mantiene vigentes- con un gran desprecio y a una distancia considerable.

Todavía hay personas que les siguen como si se tratara de personajes razonables, y es ahí donde radica el peligro, porque pueden parecer como los inmortales que no usan cubrebocas y siguen su ejemplo.

Los ven sentados uno junto al otro sin contagiarse, a pesar de que el propietario de la televisora ha maltratado a los mexicanos como pocos empresarios en la historia del país.

Ricardo Salinas Pliego obligó a sus trabajadores a asistir a las tiendas Elektra, a pesar de que debían aislarse, despidió sin indemnización a más de 1,800 músicos en todo el país que conformaban uno de sus orgullos: la Orquesta de la Fundación Azteca, que daba clases de música a lo largo y ancho del país, instruyó a su lector de noticias nocturno a rechazar las medidas de protección contra el Covid-19, entre otras muchas virtudes de este lobo fifí que dice tener piel de partidario de la 4T.

Hay una parte de la clase media alta que la única manera que tiene de protestar es desoyendo las recomendaciones del sector salud, como si esto les asegurara que no se van a contagiar. El problema no sólo es que sí se contagian, sino que contagian a otros y no sólo de inconciencia estulticia sino de Covid-19.

La burla de un poderío puede convertirse en una epidemia dentro de sus filas en donde nadie en realidad tiene trabajo seguro, de eso deben estar convencidos.

El ejemplo de conciencia y civilidad lo pusieron en nuestro país los peregrinos de la Virgen de Guadalupe, quienes, a pesar de la fe, que algunos desde la comodidad de su posición consideran fanatismo, fueron más inteligentes que quienes prefieren celebrar con el jefe antes de cuidar su salud y su vida. Al jefe se le obedece ciegamente.

Los fifís que orientan a la sociedad desde la pantalla chica, cada vez más pequeña, profesan el culto a la personalidad de su patrón. El verdadero pueblo sabe que en libre albedrío está su salud y su vida; los otros, creen que su jefecito todo les solucionará, por el simple hecho de ser famosos, pero en realidad todavía no se dan cuenta de que son mortales.

La prepotencia de un hombrecillo que se enriqueció gracias la complicidad de funcionarios corruptos no tiene límite, y coloca al borde de la muerte a muchos mexicanos que piensan que la fama los hace inmunes a los males de los mortales, como si fuesen dioses de una mitología que se desprende de la televisión.

Para muchos mexicanos esa magia ya terminó, la televisión es un negocio y así la adoptan quienes tienen conciencia de su tiempo y su espacio; sin embargo, embriagados de poder y de impunidad, hacen gala de una imagen que ya no les corresponde. La gente los coloca en su verdadero lugar en la historia.

El mundo cambia y con ello la conciencia sobre la realidad. Si bien por algunos años de oscuridad informativa la televisión fue el único medio que servía para asomarse al planeta, ahora es un simple marco de referencia para conocer los intereses de los más poderosos del país y del mundo, incluso a costa de mentiras.

La Cámara de Diputados, por ejemplo, acumuló desde finales de marzo y hasta el pasado 13 de diciembre 425 casos positivos de covid-19, de los cuales 92 correspondieron a legisladores y 333 a trabajadores del órgano parlamentario. ¿Ahora cuántos habrá en TV Azteca?

La exhibición de esa fiesta que pareciera mostrar la inmortalidad de los privilegiados no es más que la muestra de una clase social en extinción que vive en el pasado. PEGA Y CORRE. – El reciclaje que hace Movimiento Ciudadano de personalidades muy desgastadas para sus candidaturas, es lamentable. Desde Samuel García hasta Salomón Chertorivski; anuncian la perdida del registro de ese remedo de partido político… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

angelalvarop@hotmail.com

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