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Nacho Trujillo, los Wade, el arma y otros pecados más

by Mussio Cárdenas

* El incidente de tránsito destapa la cloaca  * Indagan reporte de robo de su camioneta  * Minatitlán bajo la violencia y la impunidad  * Porfirio, Delgado, el Peje: cómo destruir a Morena  * Itesco: las tretas de Bulmaro  * Sindicato independiente exhibe al director  * Vasconcelos sigue en la punta  * Encuesta telefónica margina a candidatos ciudadanos

MUSSIO CARDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

13 de octubre de 2020

Bajo el cobijo del Clan Wade, Ignacio Trujillo ha sido un forajido sin par: bebe y se pierde, amenaza y agravia, se lía a golpes en los pasillos del palacio municipal de Minatitlán, dirime sus conflictos con violencia y así solía evadir la ley. Para eso, suponía, es el poder. O el abuso de poder.

Su última gesta retrata lo que es: inflamado por el alcohol, hinchado por la complicidad de los Wade y los amarres con Saúl, el cachorro del clan, provoca un incidente vehicular, confrontándose con un taxista, interviniendo la policía estatal y hallándole una pistola 9 milímetros. Hoy está en prisión.

Es el primer acto de una trama de violencia de alta y baja intensidad, de excesos y exabruptos, de altanería y prepotencia, el teatro de las mafias y los clanes en que Ignacio Trujillo vivió una efímera alcaldía, una regiduría y la impunidad en vías de extinción.

El segundo es mejor: aún tras las rejas, le activan dos órdenes de aprehensión, investigan la camioneta en que viajaba cuando embistió al taxista por presunto reporte de robo, y hay pistas que conducen a vínculos non sanctos con los que habitan en el lado oscuro de la sociedad.

Tercer acto: episodios de violencia, agresión, odios dirimidos a puño abierto en el palacio municipal de Minatitlán, Veracruz, contra funcionarios del ayuntamiento; una denuncia por extorsión que no llegó a instancias judiciales que implica al ex tesorero del ayuntamiento de Mina, Saúl Wade León, y otros más, y una cauda de levantones y hechos violentos que cimbraron a la sociedad.

La noche del viernes 9, Ignacio Trujillo Cortaza, protagonizó un cerrón a un taxista, y ahí detonó el escándalo. Intervino una patrulla de policía, se le arrestó, hallando en el interior del vehículo el arma por la que enfrentaría cargos ante la Fiscalía General de la República.

Una primera versión hablaba de un hallazgo mayor, y peor: polvo blanco con característica a cocaína en la camioneta marca Ford, Raptor, color azul, placas XK2898A.

Otra versión, posterior, sólo aludía a la 9 milímetros, marca Smith and Wesson, matrícula TCY5941, con 12 cartuchos útiles, pero sin el elemento droga.

Su padrino, Jorge Wade González, líder petrolero de la Sección 10, nada pudo hacer o nada quiso hacer. Su socio y compañero de farra, Saúl Wade, igual. Su madrina y protectora, Reyna León Cheluja, esposa de Jorge Wade, manteniéndose al margen de todo, quizá escamada porque hará unos meses ella y su hija, Reyna Wade, pasaron un par de meses encarceladas en Puebla, implicadas en un caso de crimen organizado cuando acudieron a un departamento recientemente adquirido y la policía llegó, les sembró drogas y luego se las llevó.

Ejemplar el Clan Wade y su espécimen favorito, Ignacio Trujillo, ex regidor, ex alcalde suplente de Guadalupe Porras David, que asumió funciones cuando la tormentosa edil pidió licencia temporal para contender por la diputación federal y luego, si obtenía el triunfo, volvería a la presidencia municipal para continuar el aquelarre político que protagonizó. Eso pensaba cuando el tribunal electoral resolvió que era inelegible al no haber tramitado licencia definitiva y retornó al cargo. Ahí concluyó la aventura de Ignacio Trujillo como alcalde de Minatitlán.

Luego sería subsecretario de Turismo en el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, empoderado, perdiendo la sencillez de otros tiempos, pudriendo la esencia, olvidando el origen, revelando que la mala yerba no se puede reivindicar.

Ha sido víctima y verdugo. Transitó del secuestro y su vida pendiendo de un hilo, a la soberbia y el desdén por la ley, la altivez y el atropello, el terror de los minatitlecos que lo tienen que soportar.

Ignacio Trujillo fue víctima de un secuestro en 2010, salvando la vida, volviendo del infierno de sus captores. Y ya no volvió a ser igual.

El 18 de abril de 2012, el alcalde Chinameca, Martín Padua, fue aprehendido por militares. Y con él cinco integrantes del grupo delincuencial Los Zetas: José Carmen Fragoso Martínez, El ConchaComandanteEl Pan, entonces jefe regional de Los Zetas; Eligio Aurelio Ramírez Amores, propietario del bar La Antigua; Marcos González León; Sergio López Ramírez, El Jorgito y/o El viejo; Gregorio Ramón Barradas, El Rocky y/o El Barradas, según reporte de la periodista y corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez, asesinada 10 días después en Xalapa.

Padua era alcalde y llegó al cargo como candidato externo del Partido Acción Nacional. Ante el escándalo de su aprehensión y el supuesto tiroteo con militares, el PAN se deslindó y aportó otro elemento sustancial: con Martín Padua también fue aprehendido Ignacio Trujillo Cortazar, quien en breve tiempo recobró su libertad.

Hay otros episodios coincidentes con el tiempo el que el nombre de Nacho Trujillo ha estado en la plenitud del “pinche poder”, diría Fidel. Y han sido hechos violentos: el del abogado Cipriano Puertas, ultimado por resistirse a ser secuestrado, o eso hicieron creer; el del empresario Beto Arriaga, propietario de antros, uno de ellos el “Dorsia”, levantado el 19 de julio de 2014 y asesinado, hallado su cuerpo semanas después en una fosa clandestina del fraccionamiento El Naranjito en el vecino municipio de Cosoleacaque. Por él, no hubo llamada alguna; nadie pidió rescate. Fue un levantón para no volver. Era compadre de Ignacio Trujillo.

Decíase entonces que la muerte de Arraiga estuvo directamente vinculada con el cambio de jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación. Nunca se aclaró.

Clan nefasto el de los Wade que desdeñan la violencia hasta que la violencia los hiere. Bocón sin freno, el jefe del grupo, Jorge Wade González, se ufanaba en decir que en Minatitlán no había de qué preocuparse, no había levantones, si acaso “levantoncitos”. Y así hasta que el levantado fue su propio nieto y mejor se amarró la lengua.

Una denuncia detalla otra faceta del Clan Wade y su contubernio con Ignacio Trujiilo. Data de 2013 y describe un episodio de extorsión, despojo, amenazas y algo más.

Aquí, el 30 de marzo pasado, INFORME ROJO detalló su contenido.

Humberto “C”, ya fallecido, empresario, propietario de locales comerciales, vio llegar la aplanadora oficial, los esbirros de Saúl Wade León, entonces director de Catastro Municipal, asediándolo; el uso de alumnos del Instituto Tecnológico Superior de Coatzacoalcos para amedrentarlo y una treta para despojarlo de un inmueble.

“Cinco nombres: un Wade, un Trujillo, un Orozco, un Ortiz, un González. Una institución: el Itesco. Una denuncia: la que formuló Humberto ‘C’, comerciante de Minatitlán, por extorsión, amenazas de muerte, intento de despojo y la omisión del entonces director Catastro, Saúl Wade León, a explicar por qué se le cobraba el impuesto predial a un tal José Luis Bravo sin ser propietario de un inmueble.

“El local aludido, ubicado en la calle Hidalgo 122, colonia Centro, era de Humberto ‘C’, según fe notarial, y de pronto le apareció otro dueño. Y Wade León, pese a diversos requerimientos para explicar su proceder, no dio la cara.

“Simultáneamente, jóvenes con uniforme del Instituto Tecnológico Superior de Coatzacoalcos llegaban a sus locales y decían saber que éstos eran propiedad del ‘Señor Wade León y del Señor Ricardo Orozco (líder del Sindicato Único del Itesco)’.

“A todos los fotografió Humberto y ellos lo saben. Poco después, Humberto ‘C’ vio a los alumnos del Itesco en restaurantes de Minatitlán y Coatzacoalcos. A la par, recibía llamadas en su teléfono celular y en la línea fija de su negocio conminándolo entregar los locales ‘amenazándome que dichos locales los quieren los ‘Z’ y que debo de entregarlos al señor Ignacio Trujillo Cortaza’ ”.

La denuncia es amplia. Tiene fecha del 21 de noviembre de 2013. Está dirigida al procurador de Justicia de Veracruz y marca copia para el titular de la 29 Zona Militar y para la Comisión Estatal de Derechos Humanos. La denuncia ahí quedó y no se le dio curso. Humberto “C” falleció posteriormente.

Días de poder de los Wade y Nacho Trujillo, ya lejanos. Días en que Minatitlán se cimbraba por la oleada de secuestros, extorsión, homicidios, ejecuciones que suscitaron un estado de crisis, el miedo en cada hogar.

Petroleros y médicos, los gremios más asediados, los que marcharon por las calles y alzaron la voz, los que denunciaron la inutilidad del aparato de seguridad, los que aludían al cogobierno de la autoridad y el crimen organizado.

Y los Wade, Saúl y Reyna León, y Nacho Trujillo viendo de lejos la violencia brutal. Hasta que el sueño terminó.

Hoy a Ignacio Trujillo le toca estar en prisión.

Archivo muerto

Prematuramente desahuciado, Morena transita del conflicto al conflicto, del odio al odio y del encono al encono. Se tunden por la dirigencia nacional, por candidaturas que aún no llegan, por espacios de poder, por el reparto de plazas en gobiernos y ayuntamientos, por la corrupción de unos y el nepotismo de otros, y todos proclaman que es un honor robar con Obrador. En la cima, Porfirio Muñoz Ledo arrasa con el sueño de Mario Delgado Carrillo de ser líder nacional de Morena, y así frustrar el proyecto presidencial del canciller Marcelo Ebrard Casaubón. Y se dan con todo. Porfirio, que no es de los fundamentalistas, apuntalado y acuerpado hoy por la élite fanática de Andrés Manuel, o por los serviles al presidente López Obrador, la broza sin rumbo, que desgobierna, los Cuitláhuac de Veracruz. Un año va y Morena no termina de elegir a su presidente, pasando por las pilladas de Yeidckol Polenvsky —o Citlali Ibáñez— que manoseó el proceso interno para reelegirse y cubrir así el desvío de recursos; el choque entre la dirigencia y consejo político nacional que generó un vacío de poder; la judicialización en el tribunal electoral, despeñando a Yeidckol y colocando a Alfonso Ramírez Cuéllar de manera provisional, quien pretendió extender su período hasta la elección 2021, y la encuesta ordenada por el Trife que hoy es un desastre total. Mario Delgado sentía ser ya líder nacional de Morena, cayendo Bertha Luján, quedando muy rezagado Alejandro Rojas, emberrinchado Gibrán Ramírez, y en un ardid muy propio del PRI, a Porfirio Muñoz Ledo lo relanza el ala radical del obradorismo y lo catapulta al triunfo en los dos sondeos realizados. Y el golpeteo no para. Porfirio acusando a Mario Delgado de un derroche descomunal de recursos, de usar fondos de la fracción parlamentaria de Morena en la Cámara de Diputados, de la que es líder. Y Mario Delgado advirtiendo que no aceptará el resultado de la última encuesta que lo coloca seis décimas abajo de Muñoz Ledo. Y exige al Instituto Nacional Electoral la realización de una tercera encuesta. Ya con el poder, Morena no cambia. Sus ajustes no son tersos; sus dirigentes surgen de la estridencia; los avalan unos y los repudian otros; se acusan y agravian; se arrebatan los espacios de poder. Si el reto es destrozar a Morena, van bien… Sobre Bulmaro Salazar cae el lodo, la sospecha, el uso arbitrario del poder en el Itesco, el atraco laboral, el atropello a los derechos de los trabajadores y hasta la violación a un amparo emitido por un juez federal. Intransigente como es, vio el martes 6 tomadas las instalaciones del Instituto Tecnológico Superior de Coatzacoalcos a manos del Sindicato Independiente del Itesco. Lo denuncian por recortar horas de trabajo a catedráticos, por desplazamiento laboral, por contratar eventuales mientras aduce medidas de austeridad, por fomentar el nepotismo justo en el área financiera donde tarde o temprano habrá de reventar. Y ni qué decir de los atropellos laborales y hasta acoso sexual a alumnas por parte de César Velázquez, del grupo favorito de Bulmaro, la huestes sindicales de Ricardo Orozco Alor, el poder tras el trono en el Sindicato Único del Itesco, la facción priista que hoy tiene el cobijo de Morena. Tres días después, ante la gravedad de los hechos denunciados, todos documentados, en el gobierno de Veracruz se decidió analizar cada caso y resolverlo. ¿Termina el conflicto? No. En breve habrá de conocerse a detalle cada trastada de Bulmaro Salazar en el ámbito financiero, el nepotismo, los movimientos de nómina y un caudal de corruptelas más… Una semana más y Carlos Vasconcelos sigue punteando en la preferencia electoral por el ayuntamiento de Coatzacoalcos. Así se multipliquen los sondeos telefónicos cuya primer pregunta es si votaría por Amado Cruz Malpica, de Morena, la inclinación es hacia el aún líder de la CTM regional, con todos sus defectos y todos sus pecados. Luego va Marcelo Montiel, en tercer sitio Cruz Malpica, y en cuarto, el panista Alfredo Phinder Villalón. No pintan ni Alberto Mijangos, de la cuadra de Mónica Robles, heredera del Clan de la Succión, ni Víctor Rodríguez Gallegos, el número uno de Marcelo Montiel, cuyos negativos —el expediente judicial en la delegación de Sedesol federal en Veracruz— son impresionantes. En la encuesta telefónica, con sello morenista, no citan el nombre de ningún candidato ciudadano que surja de la alianza de partidos que impulsa el Frente Cívico Ciudadano. A Vasconcelos le resta intención de voto el sello de su partido, el PRI, al que en un audio difundido aquí en marzo pasado se le escucha decir que renunciará para contender por la alcaldía de Coatzacoalcos. Se está tardando…

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