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Improvisación en salud, en medio de la crisis

by Arturo Reyes Isidoro

¡Hay lector! Si no me muero de coronavirus, con estos puedo morir de susto, o de coraje.

El miércoles 15 de abril casi me despedí para siempre cuando una guía del Consejo de Salubridad General de México me etiquetó como mexicano desechable, por mi edad de adulto mayor.

En lo que yo califiqué como Guía Seguro al Panteón (ellos pomposamente Guía Bioética de Asignación de Medicina Crítica), ese órgano de salubridad del gobierno federal daba preferencia para ser atendidos por Covid-19 a los jóvenes por sobre los abuelitos.

Dije entonces que las circunstancias, lo relativo a veces de la vida, lo que no se esperaba, había reducido, u orillado, a una parte de la población a la condición de paria, de parias, de excluidos de las ventajas que deben gozar otros, en este caso, los menores de edad sobre nosotros.

Agradezco a los lectores que me escribieron entonces, que comentaron que era injusta la medida, en el caso personal que me dieron ánimos, otros que me desearon larga vida e incluso quienes de Xalapa y del puerto de Veracruz me ofrecieron que pasando la crisis nos vamos a ir a bailar y a echar unos roncillos.

La determinación levantó polémica, protestas y descalificaciones, algunas muy severas como la del vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, presbítero José Manuel Suazo Reyes, quien calificó el protocolo de “muy perverso, asesino, discriminatorio, que atenta contra los derechos humanos de los enfermos”.

En diálogo con la agencia de noticias católica ACI Prensa, expresó: “toda vida es digna. No puede haber vida de primera o de segunda o hacer una distinción entre los jóvenes y las personas mayores. Toda persona es digna de recibir las atenciones médicas que se requiere”.

El 16 de abril dieron marcha atrás luego de que la UNAM, cuyo rector es vocal del Consejo, dijo que no le habían pedido su opinión y se deslindó del documento. Lo bajaron entonces a Proyecto Guía de Triaje para la Asignación de Recursos de Medicina Crítica, para ser analizado y aprobado.

Ayer Roberto Blancarte, académico miembro del Colegio de Bioética adelantó que en la nueva versión, que se discutirá dentro de diez días, la edad fue eliminada como criterio para decidir a quiénes atender primero. Ahora ya es solo Proyecto de Guía para la Asignación de Recursos en Situación de Contingencia y establece que el principio rector es salvar el mayor número de vidas posible.

Los cambios no dejan duda de la improvisación con la que se actúa en varios sectores del gobierno de la 4T en plena crisis.

Ni siquiera se percataron que con su guía inicial escupieron para arriba, pues con ello negaban que los adultos mayores fueran una de sus prioridades. Por un lado les dan un apoyo modesto y por el otro los condenaban a la muerte de ser necesario.

Negados como son a rectificar, extraña que en este caso lo hayan hecho. Soy de los que piensa mal, que en sus encuestas que realizan todos los días advirtieron que los discriminados les daban la espalda y bajaban sus bonos y sus votos para 2021.

Por lo pronto, a esperar diez días para, en mi caso, saber si ya la hice. ¡Uf! Apenas a tiempo, cuando ayer la Organización Mundial de Salud reiteró que México está por vivir el peor momento. Si la libro claro que voy a celebrarlo, en Xalapa y en el puerto. La ocasión lo ameritará.

En Xalapa, casi nadie sin cubrebocas

Según determinó el Ayuntamiento el martes pasado, el uso de cubrebocas en Xalapa sería obligatorio a partir de ya. Ayer el 95 por ciento de personas que vi en la calle no lo portabas, ni en las gasolinerías, ni en las tiendas de autoservicio, ni en las tiendas pequeñas, ni en las panaderías, ni los vendedores de la calle.

Así se ve el pobre poder de convocatoria del alcalde Hipólito Rodríguez; casi nadie le hace caso. Por ningún lado vi tampoco que anduviera personal del Ayuntamiento repartiendo los 300 mil cubrebocas que anunció. Qué más se puede decir.

Igual que acá, trabajadores de medios en EU

Hace ya algunos años, platicando en Salamanca con una joven reportera de la cadena de televisión español RTVE, me sorprendió escucharla que se quejaba de las condiciones laborales en las que trabajaba.

Por lo que me decía me parecía que estaba escuchando quejarse a los reporteros veracruzanos. Me sorprendió la similitud, por la idea que tenía de que económicamente allá estaban mejor que nosotros.

Ayer comenté la situación económica de la mayoría de los periodistas, en especial de los reporteros veracruzanos, debido a la crisis económica y apoyé la petición de la compañera Ana Laura Pérez Mendoza de que el gobierno los incluya en los apoyos económicos que está dando dentro de sus programas especiales por la contingencia.

Y cuando creemos que la situación solo nos ahoga a nosotros, resulta que en el mismísimo país del más poderoso imperio, Estados Unidos, andan en las mismas.

El corresponsal del diario La Jornada en Nueva York, David Brooks, publicó ayer que unos 33 mil trabajadores de los medios de comunicación han sido despedidos, suspendidos o sufrido una reducción en sus salarios, según un cálculo de The New York Times.

Por otro lado, algunos periódicos han suspendido sus ediciones impresas o incluso cerrado, y según el experto en el sector, Ken Doctor, el impacto económico sobre los periódicos podría ser un evento pleno de extinción por la desaparición casi completa de publicidad en los mercados locales y regionales con la clausura de la economía.

Además, porque el antiguo modelo de negocios ya no funciona, en gran medida porque Facebook y Google han capturado la gran mayoría de los ingresos de publicidad que antes sostenían a medios de noticias.

Para colmo, dice el corresponsal Brooks, continúa diariamente el ataque sostenido y sin precedente del gobierno de Donald Trump contra los medios de noticias. “No pasa día en que no haya buscado denigrarlos, desde llamarlos repetidamente enemigos del pueblo y proveedores de fake news, hasta atacar personalmente a todo periodista que se atreva a cuestionarlo, algo que ahora está ocurriendo todos los días durante su conferencia de prensa sobre el coronavirus”. Situación no muy distante de lo que ocurre en México.

No es consuelo saberlo, pero queda más que claro el negro panorama de los trabajadores de los medios, me atrevo a pensar que en la mayoría de los países del mundo.

Allá sí

En la Ciudad de México, un paciente de 29 años contagiado por Covid-19 intentó suicidarse ayer al quererse arrojar desde la azotea del Hospital General “Enrique Cabrera”, pero policías capitalinos frustraron su intento.

Algo muy parecido al caso del joven P.P.H., que relaté en “Prosa aprisa” del martes.

La gran diferencia es que los oficiales que lo rescataron tomaron las medidas preventivas como uso de careta, cubrebocas y guantes de látex, lo neutralizaron y lo devolvieron a su cama, de acuerdo al diario Excelsior.

¿Ya tendrá el secretario de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez Maldonado, su protocolo de actuación en estos casos? ¿Cómo van sus muchachos que rescataron a P.P.H. sin ninguna medida de protección y a los que como rayo encuarentenaron?

 

 

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