El domingo 2 de julio de 2006 acudí, con mi amigo David, quien había votado por primera vez en una elección presidencial, al parque Juárez, pues nos habían dicho que se instalarían pantallas para escuchar el fallo del presidente del Instituto Federal Electoral sobre las elecciones federales de 2006. Todos los que nos reunimos ahí esperábamos que Luis Carlos Ugalde declarara como ganador de la elección presidencial a Andrés Manuel López Obrador. Estábamos llenos de ilusión, sabíamos que Andrés Manuel iba ganado la elección y estábamos preparados para una gran celebración. Las encuestas señalaban que él había ganado, sin embargo, conformé pasaba la noche, en el IFE fueron modificando esa ventaja a tal grado que ya en la noche Luis Carlos Ugalde salió a decir que no había condiciones para declarar un ganador. Llenos de frustración y desconfianza nos retiramos sin celebrar.
Para los que estuvimos ahí el golpe fue devastador. Sabíamos que el fraude se fraguaba. Al día siguiente, el ahijado de Elba Esther Gordillo, entonces presidente consejero del IFE, declaraba como ganador de la elección presidencial a Felipe Calderón. Nos llenamos de coraje, participamos en las manifestaciones que se realizaron en la Plaza Lerdo. Sobre todo me molesté con las personas que se dejaron llevar por la idea de que López Obrador era un “peligro para México”. Esas personas de clase baja que tanto necesitaban de justicia social habían dado su voto a Calderón por miedo a perder su casa, cuando no tenían casa; a perder su empleo, cuando no tenían empleo; miedo a quedarse sin comer, cuando todos los días pasaban hambre. Me subí a un templete que pusieron en Plaza Lerdo para leer un discurso que en parte decía: “Repudio a todos esos que no votaron y espero que no se les ocurra levantar la voz porque no tienen derecho a reclamar. ¡Ustedes mejor cállense! Repudio también a aquellos que pagando renta en patio de vecindad votaron por el PAN, por miedo a que les quitaran su casa; repudio a aquellos que por no tener qué comer, votaron por Calderón para mitigar su hambre de ese día y celebro que no haya elecciones diarias para que no les den pan todos los días y aprendan a ganárselo; repudio a los que votaron por el “presidente del empleo” y les aviso que se preparen para trabajar en Chedraui por 88 pesos la jornada; repudio a los que golpean a sus hijos y a su mujer y que votaron por el PAN creyendo que Andrés Manuel era un peligro para México. Repudio a los jodidos que “les valió madres” votar o que votaron por Calderón, de mi parte, ¡síganse chingando!”.
En el 2012 nos dolió menos que López Obrador no fuera presidente, pero nos dolió. Fue más la indignación la que nos embargó, sobre todo por la manera como Televisa había conseguido revertir la imagen negativa que se tenía de Enrique Peña Nieto; la manera como la televisora consiguió absorber y nulificar el movimiento #YoSoy132. Pensamos que en esa elección los jóvenes tenían la palabra y que nos demostrarían a los adultos como se resolvía una elección presidencial democrática; pero también los jóvenes fueron engañados.
En este 2018 me preocupó que Andrés Manuel López Obrador sumara a su campaña a gente un tanto indeseable. Nos preocupó que muchos vieran a Morena como una franquicia que se podía utilizar para abordar el poder. Es por ello que después de dos elecciones ya andaba buscando otra opción. Pero Anaya era como un Calderón en pequeño y Meade se dejó envilecer por el PRI. Después del debate que tuvo López Obrador con la gente de Milenio, encabezados por Carlos Marín, fue que me decidí nuevamente por López Obrador. En esencia sentí que Andrés Manuel era el mismo del 2006, más maduro en su trato con los periodistas oficiales; con mejor sentido del humor.
Este primero de julio de 2018 ganó López Obrador, su victoria es la cosecha de muchos años recorriendo el país; es la cosecha de un hombre que desea gobernar el país. Un hombre que quiere pasar a la historia como un presidente transformador. Andrés Manuel tiene un gran compromiso en las manos, tiene mucho que demostrar, pero también tiene mucho a favor, su gran honestidad.
Hace doce años salí al parque Juárez a celebrar y regresé a mi casa triste por la frustración. Hoy estoy en mi casa y no voy a salir al parque a celebrar, porque la celebración la traigo por dentro.
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com