El centro-izquierda (Morena) y el centro-derecha (PRI) en la contienda electoral se quedaron solos en el campo de batalla.
El resto de los competidores se quedaron en el camino a causa de sus propias indecisiones a la hora de empezar a competir.
Por otra parte, PAN y PRD, unidos o separados saben que su destino no es el triunfo electoral, puede ser en todo caso, factor de negociación, pero nunca contrapeso y menos equilibrio.
El sistema de partidos está en crisis, pero de partidos con una estructura antigua; es decir, organizaciones que no saben rediseñarse, y menos aún actualizarse. Es el caso del PAN, del PRD y también del PRI.
El tricolor tiene como sustento sólido en este momento el ejercicio de poder, es decir, estar al frente del país, aunque en términos reales no le ha servido para cambiar sino para aparentar que cambia para que en el fondo todo siga igual. Otra de las bases que mantiene al PRI en la contienda electoral es la base social con la que cuenta y que a pesar de que hay distancia entre la militancia y el grupo en el poder, se quiere presentar como un solo ente político que adopta a dos hombres sin militancia: el primero José Antonio Meade y el segundo Mikel Arriola, abanderados del tricolor en busca de la Presidencia de la República y la gubernatura de la Ciudad de México, respectivamente.
Lo cierto es que el grupo en el poder adopta al PRI para que acompañe a dos de sus hombres a la contienda electoral.
El desgaste de los partidos políticos y en especial el PRI, es por dos razones fundamentales que son: la primera el ejercicio del poder; y, la segunda, por la reprochable conducta de sus militantes al momento de llegar al poder, casos hay muchos, pero por nombrar sólo algunos gobernadores corruptos podemos mencionar a Mario Villanueva, Rodrigo Medina, Humberto Moreira Valdez, Javier Duarte, César Duarte, Ángel Aguirre, Tomás Yarrington, Andrés Granier, Jesús Reyna, Eugenio Hernández, entre otros.
A pesar de su historia de tropiezos el PRI conserva la solidez de un partido desde la madurez de sus raíces sociales que en este momento pueden rebasar al Comité Ejecutivo Nacional, ante la inconformidad de las bases motivada por la llegada de dos extraños a candidaturas por las que trabajaron cientos de prisitas con historia partidista, trabajo con la sociedad y vocación institucional.
Los partidos que al encontrarse en lugar de unirse chocaron con la intención de hacer un frente y les resultó un golpe grave a su estructura fueron el PRD y el PAN.
El sistema de partidos está en un punto de quiebre, donde el factor Morena viene a desarticular la estructura oxidada de los partidos anteriores.
No quiere decir que Morena posea una fuerza moderna en su estructura y propuestas que renueven la política nacional. Quiere decir que Morena llega al escenario político de México con una estructura tradicional de los partidos políticos de la época en que éstos eran fuertes.
Es decir, que a pesar de que no se trata de una novedad partidista Morena, llega a ser la vanguardia a causa del anquilosamiento del resto de los partidos políticos que prácticamente en todo este siglo no han caminado hacia adelante en su interior. Al contrario, se han olvidado de mantenerse como fuerza viva. No preparan cuadros, no irrumpen en el escenario internacional con su posición ideológica. No hay ideario de sus líderes por ningún lado, no tienen líderes. Se olvidaron de la preparación de teorías políticas propias, etc.
Morena no llega a innovar sino a recordar la tarea de un partido, y a pesar de ello se sienten desestabilizados porque no han pugnando desde dentro de sus organizaciones por renovarse. El propio INE es una estructura que se ve caduca a pesar de que cuando se funda, hace más de 20 años, era una institución de vanguardia.
El escenario del sistema de partido en México se encuentra en estado vegetativo. Los partidos se volvieron masas pasivas que no lucharon más que para hacer ganar a sus candidatos en las urnas y buscar acomodo luego de la toma de posesión. El resto de sus actividades quedaba en el olvido o en el atraso.
La llegada de un partido que se autodenomina “movimiento”, desestabilizó una serie de factores que le eran propios a los partidos tradicionales en México. Tanto así que lo que intentó ser un frente se convirtió en grupúsculos convertidos en añicos, dispersando militantes a todos los partidos menos a la unidad originalmente planteada.
Morena no es la modernidad, al contrario, es un esquema que se antoja añejo, muchas veces caduco, pero es más moderno que cualquier otro partido actual.
Su manera de impulsar candidatos tiene que ver con un corporativismo que se antoja agrio y a veces ilegal.
Morena intenta imponer los equipos de campaña a sus candidatos, aunque éstos nunca hayan visto a sus colaboradores. Es decir que la estructura del partido se convierte en agencia de colocaciones, pero antes que eso pareciera tratarse de un ejército de desempleados que se montan en los cargos públicos para desarrollar sus capacidades, que nos siempre son óptimas. Esto sólo por mencionar una característica vergonzante.
Al llegar Morena a la escena política, se crea el Frente Ciudadano para contrarrestar el ascenso de Andrés Manuel, pero lo que sucedió con el frente fue sólo divisiones y enemistades que produjeron fuego amigo, y una pugna interna por el protagonismo y las candidaturas que desmoronó las estructuras del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano.
No hubo partido político que no se cimbrara con la llegada de Morena, pero no porque Morena represente el posible triunfo electoral, o porque sea una organización moderna, sino porque despierta de la modorra en la que estaban instalados todos los partidos políticos del país hasta este momento. PEGA Y CORRE. –Los habitantes de Boca del Río deben sentirse vulnerables ante el desmayo del secretario de seguridad Pública de Veracruz, Jaime Téllez Marié, en pleno informe del presidente municipal Miguel Ángel Yunes Márquez, o será un mensaje del más allá… Esta columna se publica todos los lunes, miércoles y viernes.
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