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Finalmente no había tal despiste, del que hablaba EPN, ya que para el imaginario colectivo priista Meade era el bueno. Lo que sigue será protocolario o perverso, según se den las condiciones. Tan nervioso estaba el presidente, que volvió a equivocarse en la mención del secretario de Hacienda que llamó de Relaciones Exteriores. Tanto nerviosismo, demasiada melosidad, sonrisas y aplausos lo delataban. Es de los neoliberales, el paquete del próximo 2018. La alegría no disimulada, de los ahí reunidos, era de su futuro prometedor. Lo aseguraban. La Nación puede esperar, con 60 millones de pobres!