El sepelio ocurrió ayer en Xalapa, donde además hubo una numerosa manifestación de protesta. El crimen de Mara Fernanda Castilla Miranda, una joven xalapeña de 19 años que estudiaba Ciencias Políticas en la Universidad Popular Autónoma de Puebla, ciudad en la que fue asesinada el 8 de septiembre, provocó una ola de indignación y la condena en todo el país por parte de los más diversos personajes, incluidos muchos famosos.
La prensa diaria dio cuenta del caso. La noche del jueves 7 salió a celebrar con amigos y el viernes 8 tomó un taxi (Cabify) para regresar al edificio donde vivía. Nunca llegó con vida. Su cuerpo fue hallado el viernes 15. La asesinó el chofer, ya detenido por las autoridades poblanas.
El gobernador de aquel Estado, Antonio Gali expresó ese día en un mensaje: “Con profundo dolor envío mi pésame a los familiares de #MaraCastilla. QDEP. El presunto responsable está detenido y pagará por este crimen”.
Se trataba de una joven veracruzana en la flor de su vida, prometedora. Hay que ser padre o madre para entender el dolor que viven sus progenitores. Estoy seguro que quienes queremos a nuestros seres queridos, jóvenes como Mara, vivimos su dolor y nunca quisiéramos estar en su lugar. Desde este espacio, a ellos y a toda la familia no puedo menos que expresarles mi solidaridad y enviarles mi abrazo.
Tratándose de una familia veracruzana en desgracia, me extrañó el silencio del Gobierno del Estado, hasta que por fin anoche, más de una semana después de que se conoció el caso, reaccionó, aunque mientras no hubo ninguna condena pública, ningún acompañamiento oficial a la familia en las vueltas, en los trámites, en el velatorio, ningún ofrecimiento de ayuda o apoyo, vamos, tan dados que son a ello, ni siquiera un mensaje en Facebook o en Twitter. Nada, hasta anoche cuando en su cuenta de Facebook el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares “lamentó mucho” el crimen, exigió justicia y dijo que se había puesto en contacto con su familia para apoyarla en todo lo que se requiriera. Pero ya por la mañana habían sepultado a Mara.
El crimen ocurrió en Puebla, ni para tratar de justificar la ausencia oficial en la desgracia, en la hora del dolor, diciendo que podría haber un reclamo por la inseguridad, ¿o es que hubo temor de que les recordaran que en Veracruz la situación está igual o peor? Injustificable la falta de sensibilidad de las autoridades estatales.
Protestas en el país por el caso Mara
Ayer, Amnistía Internacional México, a través de su directora Tania Reneaum expresó mediante un comunicado: “No es culpa de las víctimas, es culpa del Estado que ha normalizado la violencia”.
Por su parte, el diario El País, que es un referente de América en Europa, puso en el primer párrafo de su nota: “La paciencia se agotó hace tiempo. El feminicidio de Mara Castilla no ha sido un caso aislado ni el primero, pero ha puesto el dedo en la llaga sobre la ola de violencia contra las mujeres en México. Miles de personas han salido a las calles este domingo en varios puntos del país en protesta por el asesinato de la estudiante de 19 años… Las marchas no solo exigen justicia, también son un grito para poner freno al acoso, el miedo y la inseguridad que padecen las mujeres a diario por el hecho de ser mujeres”.
En la Ciudad de México, en Puebla, en Torreón, en Guadalajara, en Monterrey, entre otras ciudades del país, hubo protestas en contra de los feminicidios y en especial por la muerte de Mara Fernanda. En nuestra capital, protestó también la Red Evangélica.
Al menos su muerte provocó que ayer naciera el hashtag (la etiqueta) #MiCasaEsTuCasaHermana, mediante el cual cientos de personas en redes sociales ofrecen su casa para que mujeres pasen la noche, si se sienten inseguras por alguna circunstancia en calles de la Ciudad de México, movimiento que seguramente no tardará en extenderse a todo el país.
O sea, dentro de la desgracia, algo bueno deja la muerte de la joven xalapeña y surge de nuevo la iniciativa ciudadana ante la omisión de las autoridades.
La Rectora acompaña a su comunidad
Que diferente, en cambio, la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, quien siempre ha estado pendiente y al lado de los miembros de la comunidad universitaria para acompañarlos en sus reclamos y demandas de justicia o con los familiares de quienes han sido víctimas de la violencia.
El último caso fue el del joven estudiante de ingeniería química José Augusto Zavaleta Salas, quien fue asesinado durante un asalto a principios de mes en la colonia Casa Blanca de Xalapa. El 4 de septiembre la Rectora acompañó a los compañeros del fallecido quienes pidieron justicia para la familia de la víctima.
Ese día, reiteró su dolor a la familia y a la comunidad universitaria e, igual, se sumó a la exigencia de justicia en general en el caso de todos los veracruzanos que han sufrido casos de violencia o han sido víctimas de ella.
Un gran pueblo para malos gobernantes
Cuando en mi trajinar diario a ras de tierra por Xalapa, la bellísima ciudad en la que vivo, me topo con hechos sencillos de sus habitantes pero de gran significación para la comunidad, me pregunto si los gobernantes que hemos tenido merecen un pueblo como el veracruzano.
Rescato un hecho de días pasados. Había asistido a una actividad en la Sala Tlaqná del campus de la Universidad Veracruzana y cuando regresaba hacia el centro de la ciudad, caminando como acostumbro, de pronto me llamó la atención ver una hoja de papel bond con un aviso pegada en un árbol cercano a la alberca olímpica.
“¿Perdiste tus lentes?”, decía en letras negras y grandes. El emisor dibujó unos lentes con la forma de los espejuelos y le puso un color parecido al original. Se le agregaba: “llámame: 2281 11 62 56”, y al lado, sobre un fondo rojiso se especificaba: “son morados metálicos”.
Creo que no hay que quebrarse mucho la cabeza para interpretar que alguien, quiero creer que un hombre o mujer joven, seguramente estudiante, encontró unos lentes que otra persona había extraviado, pensó en la falta que le harían y quizá hasta el costo que implicaría reponerlos, que acaso era un estudiante como él o ella, y decidió guardarlos y devolvérselos.
Tomé la foto del aviso, que además me dejó pensando cuán diferente sería el mundo si todos actuáramos con la honestidad de esta persona interesada en devolver unos lentes que no eran suyos, pero también me estimuló pensar que la buena acción partía de alguien joven y estudiante, seguramente de la UV, institución a la que además honra por su conducta y habla de la buena formación que logra la casa de estudios con sus muchachos.
Tantas cosas se me vinieron a la mente y no dejé de felicitarme por haber sido testigo ocasional de un hecho estimulante, que me hizo pensar que no todo está perdido y que ajena a la clase política que padecemos y que hemos padecido hay una comunidad solidaria, con valores y principios, honesta, por la que vale la pena seguir luchando, en el caso mío –y creo que de muchos compañeros periodistas– desde mi trinchera, señalando, denunciando los abusos del poder que se manifiestan de distintas formas y aunque a los gobernantes señalados todos se les escurra por el aceite de cinismo de que están revestidos y persistan en sus prácticas.
Rompió con una tradición
El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares rompió este año con una tradición: dio “El Grito” la noche del 15 sin la compañía de su esposa, la señora Leticia Márquez de Yunes. Estuvo solo.
Que se recuerde, de siempre el titular del Ejecutivo se hizo acompañar por su esposa, desde que salía de su oficina, recorría los pasillos del Palacio hasta llegar al salón Juárez y de ahí se asomaban juntos al balcón central. Cuestión de estilos, sin duda. De todos modos, se desea que la ausencia de la presidenta del DIF no haya sido por un motivo de salud. Se le desea que esté bien.
Octavio Paz
Lectores, abro esta semana con una frase de Octavio Paz que no necesita de mayor explicación o interpretación: “Pobres mexicanos, que cada 15 de septiembre gritan por un espacio de una hora, quizá para callar el resto del año”.
Pero me encontré en Twitter con esta otra, no de un hombre, menos de un misógino. Era una recomendación que hacía Agatha Christie a las mujeres: “Cásate con un arqueólogo: cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará”.