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El puerco más marrano, como le dijera José Cárdenas, está más marrano que nunca y no parece que su dieta sea de arroz y frijoles, como los demás reos. Esos que cuando trapea los pasillos le gritan: limpia bien y después nosotros te vamos a limpiar a ti! Imagino los movimientos cadenciosos de la Gorda, como la mayoría se expresaba de el. Ese andar afeminado, como cuando le entregó la caña de pescar a Yunes Landa. No la pasa mal, está bastante repuesto y hasta la voz de pito -sin albur- se le quito. Lo que no desapareció, fue su sonrisa del mono listo.