El día 17 de octubre de 1953, se cumplen 65 años de que las mexicanas adquirimos nuestros derechos políticos. Esta fecha corresponde al día en que fue publicada la reforma a los artículos 34 y 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el Diario Oficial de la Federación (DOF), que obedeció a la respuesta y aprobación del Congreso Mexicano a la iniciativa presentada por el entonces Presidente de la República Adolfo Ruiz Cortines para otorgarles sus derechos políticos.
Y aunque mucho se ha obtenido para las mujeres después de la consecución del voto, es bueno reflexionar en lo siguiente: ¿con la obtención de los derechos políticos, las mujeres han logrado ser mejores ciudadanas? En realidad ¿hemos llegado a ser “ricas en ciudadanía”?.
Si bien es cierto que al concepto de ciudadanía se le ha relacionado básicamente con el ejercicio de los derechos políticos, la realidad es que el término va más allá, porque está ligado a los procesos de construcción sociocultural y a las dinámicas de democratización social y política.
Thomas Marchall, establece que la ciudadanía se debe dar en virtud del tratamiento conjunto a los derechos: a) civiles, b) sociales y c) políticos.
La ciudadanía civil, que ampara los derechos y obligaciones de los individuos frente a la ley.
La ciudadanía social, que se refiere a las prerrogativas de las personas de gozar de un estándar mínimo de bienestar económico, social y de seguridad.
La ciudadanía política, que implica el derecho a la participación democrática ejerciendo con libertad la voluntad al elegir sus representantes, como igualmente la oportunidad de poder ser electos.
Pero también a ese tratamiento le agregaría: la ciudadanía por identidad y pertenencia, que debe amparar el derecho de los individuos a ser aceptados en virtud de sus coincidencias e identidades y con ello preservar el sentido de pertenencia en sus relaciones con los demás dentro de un grupo, territorio o comunidad. Cuando el individuo se siente aceptado, genera identidad y seguridad emocional y preserva el derecho de formar parte de las decisiones. Luego entonces, el ideal es poseer la ciudadanía civil, social, política y de identidad, es decir, “riqueza de ciudadanía” (Bustelo, 1998)
Y la ciudadanía por identidad es tan importante, que pongo el ejemplo de los llamados Dreamers en los EEUU. Jóvenes que llegaron a ese país siendo niños y que hoy como jóvenes , están siendo deportados al dejar sin efecto el gobierno de ese país, la Acción Ejecutiva o Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Jóvenes que al ya no permitirles continuar viviendo en los EEUU han visto frustrada su aspiración: haber podido lograr la ciudadanía en ese país. Es decir, lograron tener la identidad, pero no la pertenencia.
Y en el caso de las mexicanas, seguramente así debieron sentirse antes de 1953, al estar impedidas del uso de sus derechos, en lo político y en lo social, pues la cultura que prevalecía, fortalecía las formas de dependencia y sometimiento de la mujer frente al hombre. Ello las ubicó por muchos años, como sujetos invisibles, no actuantes, luego entonces impedidas a la participación y en la toma de decisiones en cualquier tipo de contexto en el que deseara incursionar.
Pero ¿cómo lograron las mexicanas obtener esa ciudadanía plena?
Para el año 1952, las mexicanas, percibían que era ineludible el obtener el otorgamiento del voto universal, y ese fue uno de los temas prioritarios de la agenda de la Secretaria de Acción Femenil del PRI nacional, encabezada por Margarita García Flores, frente al candidato Ruiz Cortines, que junto a su comité lo abordaron en sus oficinas y le pidieron respetuosamente no postergar las reformas constitucionales para otorgar a las mexicanas el voto universal.
Y no era para menos. Ellas habían generado, desde décadas atrás, una inercia de inquietudes que recogía las luchas sociales de mujeres adelantadas a su época y de las sufragistas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX; y desde luego los logros alcanzados dentro de la evolución de su propio partido haciendo valer el espacio que se les había asignado en el Comité Nacional y enfrentándose a dirigentes, candidatos , gobernantes, etc., para convencerlos de que el avance de la sociedad mexicana, no sería posible sin la participación de las mujeres en las decisiones .
Continuará.
En 1947 habían logrado el voto municipal, pero era necesario avanzar hacia los derechos plenos porque el mundo estaba evolucionando y las mexicanas no podían quedarse rezagadas ante la modernidad.
Por eso el compromiso contraído por el candidato Adolfo Ruiz Cortines en su campaña, con las mujeres de su partido y de México un 6 de marzo de 1952, lo cumple al enviar a las Cámaras el segundo día de su mandato, la reforma a los artículos 34 y 115 constitucionales, que al ser aprobado y publicado un 17 de octubre de 1953, cumplía a las mujeres de México con creces., porque con ello fortaleció la democracia nacional al incluir al otro 50 % de la población.
Continuará.
La ciudadanía de las mexicanas (parte 1)
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