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Mujeres médicas en México y el mundo

by Zaida Alicia Lladó Castillo

El pasado 11 de Febrero se celebró el Dia Mundial de la Mujer Médica, fecha instituida para honrar a quienes han abrazado tan humana y digna profesión, reconociéndoles en su función y misión que les ha tocado desarrollar a lo largo de la historia y hasta nuestros días: entregarse y comprometerse a salvaguardar la salud y la vida humana.

Muchas de ellas, no solo se convirtieron en heroínas en el servicio, sino que ofrecieron lo mejor de sí mismas en aportaciones valiosas a la academia y la investigación, logrando en la práctica, descubrimientos que cambiaron las formas y métodos para el desarrollo del diagnóstico, valoración, intervención y tratamiento de las enfermedades en nuestro país y en el mundo.

Al instituirse esta fecha, se reconocen a muchas mujeres valiosas, pero hablando de las pioneras, debemos identificar algunos nombres:

Elizabeth Blackwell, de nacionalidad inglesa, primera mujer médica en el mundo en recibir, en 1849, el título de Doctora en Medicina en la Geneva Medical Collage de Nueva York, EE. UU. Título que fue resultado de su gran vocación, pero también al empeño de romper barreras, especialmente, al rechazo hacia las mujeres para ingresar a las escuelas de Medicina. Sin embargo, su carácter y voluntad le permitieron sobreponerse a los prejuicios de la época, para así lograr su mayor objetivo: convertirse en una profesional de la Medicina. [1]

En el caso de nuestro país, tan distinguido honor, lo recibe la doctora Matilde Montoya Lafragua, nacida en la ciudad de México y primera en lograr el grado de Médico en una época muy compleja para las mujeres, pues eran impedidas de iniciar o concluir sus estudios en los centros universitarios. Ella ingresó a la Escuela de Medicina de Puebla en 1875 y aunque inició con gran ilusión y pasión, es acusada por algunos doctores de ser masona protestante lo que avivó rumores y, debido al trato discriminatorio, hizo que desistiera yéndose a vivir a Veracruz.  Al poco tiempo los médicos reconocieron su error y permitieron que regresara a Puebla en 1880. Son embargo en el segundo intento de continuar sus estudios, pone sus ojos en la Escuela Nacional de Medicina en la Ciudad de México. [2]

Pero aun tenia que enfrentarse a otros problemas. Fue aceptada en 1882 a los 24 años, pero las críticas surgieron pues era la única mujer en la Escuela Nacional. Sus detractores se empeñaron en que se le invalidaran algunas materias, principalmente aquellas que le impedían su asistencia por cuestiones de pudor, pues no le permitían estar presente frente a los cuerpos desnudos de varones, lo que se tomaba como pretexto para no acreditarlas y eso llevara a la invalidez de las materias. Sin embargo, para Matilde ello no fue un impedimento y pidió la revalidación y acreditación de estas. Pero como el tema llegó hasta el Presidente de la República el Gral. Porfirio Díaz, este le otorgó el derecho de presentar los exámenes del primer grado de la Escuela de Medicina. El 11 de enero de 1883, Matilde queda oficialmente inscrita en esta institución.

Finalmente, el 24 de agosto de 1887, ella presenta su examen profesional y quien estuvo presente fue el propio Presidente Porfirio Diaz, quien siempre la apoyó dado que se trataba de un hecho trascendente, ya que por primera vez se le otorgaba a una mujer en México el título de Médico. Matilde se especializó en Ginecología, pero además de su práctica médica, fue una defensora activa de los derechos de las mujeres, especialmente en el tema de la planificación familiar.

Para Matilde Montoya, como para Elizabeth Blackwell -y para muchas otras mujeres que rompieron prejuicios al ser las primeras en el campo de sus respectivas profesiones-, las cosas no fueron fáciles. Tuvieron que hacer un doble esfuerzo para compartir las funciones de su vida privada- que les eran reservadas por el hecho de ser mujeres-, al mismo tiempo de ganarse un lugar en el ejercicio de su profesión. Sin embargo, el amor al servicio y a la humanidad, las hizo no cesar nunca en su empeño hasta lograr sus propósitos y con ello, convertir sus logros en un parteaguas para la Ciencia y ser un ejemplo para muchas otras mujeres, que, al paso del tiempo se convencieron de ingresar a las universidades y lograron destacar en sus respectivas disciplinas.

Luego entonces, en el marco del Día Mundial de la Mujer Médica, vale la pena recordar, además de las doctoras Blackwell y Montoya, algunos otros nombres:

Gertrude Belle Elion (1918-1999), estadounidense especialista en medicina quien logró la primera droga para tratar la leucemia en el año 1988, y con ello hacerse merecedora del Premio Nobel de Medicina.

 

Terty Theresa Cori de origen Checo pero residente en EE. UU., y Bárbara McClintock.  La primera obtuvo el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1947 al realizar una investigación grupal con su descubrimiento del mecanismo de la conversión catalítica del glucógeno. La segunda, que no siendo medica se especializó en genética, y recibió en 1983 -por su trabajo individual (no en equipo)-, el premio de Fisiología y Medicina.

 

En lo que se refiere a nuestro país, se reconoce a la doctora Rosario Barroso Moguel (1923-2006). Figura destacada de la medicina mexicana y una de las científicas más influyentes e importantes en el país. Sus principales aportaciones científicas giraron en torno a los tumores cerebrales y posteriormente al estudio de las alteraciones celulares producidas por los inhalantes, concretamente del tíner y sus efectos.

 

Pero, si pudiera colocar un monumento a las mujeres médicas, sería sin duda a aquellas quienes, -aun no recibiendo un Premio Nobel-, han recibido el mayor premio: el cariño de la sociedad agradecida. Aquellas que se han entregado y no han escatimado esfuerzo para cumplir con su deber enfrentando las diferentes crisis de salud pública que en la historia de nuestro país y el mundo han acontecido; como igualmente a las médicas que luchan todos los días porque el Sector Salud y quienes lo integran, sean tratados con dignidad, por lo mucho que aportan a la humanidad.

 

A todas ellas nuestro reconocimiento y respeto, dejándonos claro que su legado, no solo radica en los logros profesionales, sino en su capacidad para inspirar a las nuevas generaciones de médicas a superar barreras y obtener conquistas sociales en el ejercicio de esta maravillosa y noble profesión.

 

Gracias y hasta la próxima

 

 

 

[1] Sociedad Veracruzana de Salud Pública. https://www.facebook.com/search/top?q=sociedad%20veracruzana%20de%20salud%20publica%20a.c

[2] https://www.mexicodesconocido.com.mx/matilde-montoya-primera-mujer-medico-mexicana.html

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