La Profeco dice, ha dicho y sostiene que los restaurantes no pueden exigir propina, ya que es una práctica que atenta contra los derechos del consumidor y puede ser denunciada.
“La propina es una gratificación voluntaria y no puede incluirse en la cuenta sin consentimiento del consumidor”, pero es un secreto a voces que es un abuso y que llega a veces en algunos sitios a parecer una extorsión.
Los restaurantes, bares, antros o sitios similares poco o nula observancia y respeto tienen a la Ley Federal de Protección al Consumidor. Y peor aún, no hay autoridad municipal, estatal y federal así como, prestador de servicio alguno que vincule esfuerzos en ese sentido.
Esta norma (LEY PEOFECO) ampara y dice que todos los comercios no pueden negar productos o servicios por razones de género, nacionalidad, étnicas, preferencia sexual, religiosas o cualquiera otra particularidad ni escoger a que clientes le brindan servicio, reservarse el derecho de admisión o excluir a personas con discapacidad. Incluso, en este último caso, esta comunidad debe contar con las inmediaciones y aditamentos necesarios para que la persona con discapacidad utilice sus instalaciones con seguridad.
La misma Ley establece que los establecimientos no deben fijar un consumo mínimo para sus clientes, y deben exhibir claramente los precios de sus productos o servicios y especificar las porciones, lo que no siempre sucede.
“Y no pueden incluir propina sin el pleno consentimiento del consumidor.”
Ese maridaje entre los restaurantes, la seguridad y las autoridades encargadas de los servicios – no sólo la Profeco y los Ayuntamientos o Alcaldías (Cdmx) – son una mezcla de conductas que junto con los clientes de todo tipo, está llevando a niveles insospechados de convivencia y ya ha cobrado vidas humanas.
El tema de las propinas parece que se está convirtiendo en una problemática social complejas, que por un lado son parte de los ingresos de los personas que prestan servicios en diversos establecimientos, no sólo de comida, y también son de gran importancia para quienes trabajan como empacadores en centros comerciales, supermercados, hoteles, gasolineras, estacionamientos y demás.
UN CAFÉ CON DOBLE CARGA
La buena fe se está convirtiendo en una obligación a través de las propinas y de no atenderse integralmente, puede ir elevando niveles de desajustes en el orden legal de la convivencia humana.
¡ES CUANTO!