“La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.” – Platón.
Aun cuando las autoridades sanitarias han llamado a la población en general a mantenerse resguardados en casa para evitar la proliferación de la crisis sanitaria por Covid-19, un segmento de la sociedad no hace caso.
Lo grave de la situación radica en el hecho mismo que la autoridad “máxima” en la entidad, desoye la recomendación.
Una fotografía la evidencia de ello.
Fue así como el periodista Iván Calderón a través de su red social en Facebook muestra la evidencia de esa actitud mezquina, por demás indolente, de un gobernante que se cree Dios y por ende inmune a cualquier “virus”. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=2970381786388735&set=a.658606354232968&type=3&theater
Lo malo del mensaje que el propio gobernador Cuitláhuac García Jiménez manda es la evidente contradicción a la autoridad federal en materia sanitaria, que ha repetido el hecho de mantenernos en casa, para evitar la proliferación de la pandemia.
Acciones como esta, son por mucho, la evidencia de la incongruencia entre el decir y el hacer en la función pública, cosa que provoca confusión y propicia la salida en desbandada de miles de veracruzanos que al ver esto, se cuestionan por qué mantenerse en confinamiento.
Sumado a ello, la actitud por demás timorata del Gobierno Estatal, que emplea el discurso del no uso de la fuerza pública para reprimir a la sociedad, mientras esta se contamina y contagia (y en muchos casos costará vidas), para no tener saldos negativos de cara al proceso electoral.
¿Quién sanciona al gobernante que insolente se piensa y cree superior a su pueblo?, ¿Cuándo comenzará el Gobierno a actuar con plena congruencia?, ¿Cuántos muertos habremos de endilgarle al Gobierno Estatal por tan irresponsable actitud?
La actuación por demás criminal de quienes se dicen ser nuestros gobernantes nos obliga sinceramente a hacer un ejercicio profundo de reflexión y a cuestionarnos si estos primates deben o no ser castigados con todo el peso de la Ley.
El mal ejemplo cundido por la autoridad, debiera obligarnos a pensar ¿cuántas vidas pudiera costar? ¿es o no la actitud irracional un acto criminal en si mismo?
Y es que el incitar a la sociedad que se ha mantenido por semanas encerrada intentando contener la pandemia a pensar que de nada ha valido tan costoso esfuerzo es por demás una afrenta en toda la extensión de la palabra.
Si negocios y empresas fueron cerradas o clausuradas por el simple hecho de provocar aglomeraciones, no valdría la pena que el Ejecutivo mismo ofreciera una disculpa pública y de cara a la sociedad se acusará de irresponsable.
Porque ya pedirle que cumpla una pena corporal o pague una multa ni hablemos, en estos tiempos de si mentir, si robar y si engañar al pueblo de México, que importa una incongruencia más.
Al tiempo.
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