“La hipocresía y la culpa son hermanas gemelas”. – Manuel Tamayo y Baus.
En la reciente emergencia por las lluvias que devastaron el norte de Veracruz, la solidaridad institucional parecía abrir paso a una muestra de unidad entre legisladores, sin distinción partidista.
Sin embargo, el diputado local Héctor Yunes Landa decidió caminar por una senda distinta: la de la crítica y la confrontación. En los últimos días, el veterano priista ha protagonizado una serie de declaraciones y videos virales donde acusa a sus propios compañeros del Congreso de Veracruz —particularmente al presidente de la Junta de Coordinación Política, Esteban Bautista Hernández, y a legisladores de Morena— de presuntamente haber desviado despensas con fines electorales.
Lo paradójico es que el propio Yunes Landa, en su afán de exhibir una supuesta falta de transparencia, terminó generando más dudas que certezas sobre su propio proceder.
Fuentes legislativas revelan que el diputado exigió que las despensas adquiridas con la donación de un mes de salario de los integrantes del Congreso fueran bajadas de los vehículos oficiales destinados a su distribución institucional. Alegando motivos de desconfianza, ordenó que los víveres —unas 600 despensas— fueran depositados afuera del recinto legislativo, bajo el sol, a la espera de que un grupo de personas enviadas por él las recogiera en vehículos particulares.
El problema es que nadie sabe con certeza a dónde fueron a parar esos apoyos. No existen registros públicos ni evidencias fotográficas de su entrega. Mientras los diputados de Morena, del Partido Verde, del Trabajo y de Movimiento Ciudadano recorrieron comunidades afectadas para constatar la distribución de víveres, Yunes Landa optó por apartarse del grupo y actuar por cuenta propia, dejando tras de sí una estela de sospecha.
Su postura, más que un gesto de fiscalización, parece responder a una estrategia política de autoexposición. Consciente del alcance mediático de sus críticas y del desgaste interno que genera en el Congreso, Héctor Yunes ha querido posicionarse como el “vigilante moral” del poder legislativo, aunque sus actos contradigan ese discurso.
Hoy, las despensas que exigió sacar del Congreso son símbolo de su propio aislamiento: una metáfora de la política del espectáculo sin resultados, de quien prefiere el protagonismo antes que el trabajo en equipo.
En tiempos donde la tragedia exige colaboración y empatía, el ex duartista Héctor Yunes Landa eligió la vieja ruta del cálculo político, y sus despensas —esas que nadie ha visto llegar a los damnificados— podrían terminar siendo el reflejo más claro de su desconexión con la realidad.
Al tiempo.
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