“El odio es la venganza del cobarde.” – George Bernard Shaw.
Mientras crece la participación social en las precampañas políticas, de cara al cierre de las mismas y comienza a generarse más efervescencia, un fantasma lamentable de la política veracruzana reaparece sin menos cabo y sin empacho.
La misoginia en su más claro esplendor figura nuevamente en el ánimo popular o al menos queda evidenciado entre algunos segmentos de la sociedad veracruzana.
Los constantes ataques a la candidata oficial al Gobierno de Veracruz, Rocío Nahle García han llegado al punto de denostar su origen –zacatecana-, a descalificar por su manera de vestir, por su manera de expresarse, al punto de cuantificar si reconoce o no el nombre de determinado actor político, o más aún si se sabe el nombre de todos los municipios de la geografía veracruzana.
El más reciente de esos ataques que demuestran que el yugo patriarcal en la política sigue sin ser erradicado ha sido el de pretender desplazar la idea de que la ex secretaría de Energía, renunciará a la candidatura por la Gubernatura.
Hasta ese punto es cómo las huestes de su principal oponente Pepe Yunes Zorrilla, han llegado, afirmando que de buenas fuentes saben de la construcción de un Plan B –casi casi de emergencia- operaría para intentar hacer frente al crecimiento desmedido y casi inalcanzable del personaje.
Lo que lastimosamente no reconocen quienes se han unido a ese esfuerzo sistemático de descalificación, es que lejos de sumar, desdora la candidatura del personaje al que pretenden posicionar, convirtiéndose directamente en el responsable de un ataque que pudiera llegado el caso tipificarse como “vil” y “corriente” violencia política en razón de género.
No han comprendido y no entienden que la sociedad en México y en Veracruz ha cambiado, y el rol de la mujer pasó de ser meramente comparsa a ser protagonista de la realidad social de la entidad.
Bajo ese escenario, se ha revelado la intención de un segmento del Partido de la Revolución Democrática (PRD) por postular a la ex rectora de la Universidad Veracruzana (UV), Sara Ladrón de Guevara como posible aspirante al Senado de la República.
La incursión de Sara Ladrón en el ámbito político sería una gran aportación a la construcción de una agenda legislativa en defensa de la Educación Superior, no por nada fue rectora en dos momentos consecutivos.
Ladrón de Guevara dio muestra de gran capacidad negociadora, pues como pocos rectores de la máxima casa de estudios tuvo que lidiar con 4 ex gobernadores.
Así se le plantó y encaró a Javier Duarte de Ochoa, quien lastimó hasta la médula a la UV, teniendo que encabezar marchas por el respeto a la autonomía y sobre todo por el pago de sus prestaciones, a Flavino Ríos Alvarado, que aunque fue un periplo de 48 días, debió negociar el pago de la nómina universitaria.
Con Miguel Ángel Yunes Linares, con quien pudo lograr elevar a rango constitucional la autonomía financiera de la UV, determinando hasta en el 4% del monto presupuestal anual para Veracruz, mismo que debía ser remitido a las arcas de la universidad, y por último con Cuitláhuac García Jiménez con quien mantuvo los acuerdos para liquidar los adeudos que el Gobierno había generado con el SAT y otras instancias, que al final fueron afortunadamente cubiertos.
Pero aunado a ello, sería valioso tener en el Senado a una académica y científica conocedora del acervo cultural de nuestro país, pues como nadie pudiera encabezar una cruzada nacional por la recuperación de tesoros prehispánicos o del periodo novohispano que han sido robados y saqueados de nuestro país.
Su legado como directora del Museo de Antropología de Xalapa, le dan por mucho las credenciales necesarias para realizar un papel destacado de llegar a consumarse su incursión en la vida legislativa de este país.
Al tiempo.
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