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LAS PERSONAS SIN ASPIRACIONES SON INÚTILES.

by Luis Alberto Zavala Ramos

Cualquier persona mentalmente sana, normalmente tiene anhelos de mejorar su condición de vida, gozar de comodidad, pero, sobre todo, crecer en conocimiento y ser tan independiente como sea posible.

Todos lo hemos escuchado a nivel nacional, cuando ha indicado que la gente con licenciatura, maestrías y doctorados son personas que aspiran a más y su ambición no tiene límites. También ha manifestado en la tribuna mañanera, que la instrucción y capacidad es innecesaria para el desempeño de alguna función o trabajo en especial; que él prefiere a las personas honestas antes que capaces para el ejercicio de un trabajo; siendo más deshonesto efectuar alguna labor, si estoy consciente de desconocer qué es lo que ejecutaré, por mucha voluntad que tenga, si carezco del conocimiento para realizarlo seré un fraude.

Tanto la inteligencia como la voluntad son facultades del ser humano, pero el ejercicio de ambas, deben ser acordes. Mediante la inteligencia puedo fijarme metas sabiendo su posibilidad y mi voluntad las podrá llevar a cabo.

Pero algo que el intelecto desconoce, aunque posea la voluntad más férrea, no tendrá ningún resultado.

Los que nos consideramos de clase media y que deseamos progresar en la vida, soñamos con tener una profesión; conocer y estar preparados para arrostrar los problemas y demás adversidades que aparezcan en nuestra existencia; apoyar a nuestros padres que sufrieron por nosotros al darnos alimentos, formación y educación; ser independientes; tener casa y coche propios; disfrutar de una familia; un trabajo estable; con el insaciable deseo de conocer siempre la verdad; saber, para conceder el valor que merecen a las personas y a las cosas; vivir tranquila y cómodamente en una sociedad donde reine la paz y el progreso común; forjar nuestro futuro con nuestro esfuerzo y de ninguna manera aceptarlo regalado; haciendo nuestra la frase de Ignacio Novo Bueno: “Rodéate de personas que hablen de visiones e ideas, de sueños y aspiraciones, de alegrías y de libertad, y no que hablen solo de sí mismas o de otras personas.”

Sabemos de la existencia de un personaje que considera que, los anhelos de los “clases medieros” son un acto de ambición extrema y exceso de apetito, de querer más y más, quizás sea por carecer de lo elemental en el crecimiento intelectual y que, a su instrucción académica no le concedió importancia alguna y su profesión la terminó dando tumbos y en catorce años o más, pero su egoísmo es tan grande que siempre quiere ser el mejor, aunque no tenga la capacidad necesaria, quiere que le deban favores y que le alaben, aunque tenga que despersonalizar a sus creyentes seguidores. Aceptable resulta pues, que no reconozca a las personas de clase media, debido a su capacidad y preparación, a quien no le será viable contarles las muelas tan fácilmente y que además rechazan el adoctrinamiento que lleva a cabo por todos los medios y redes sociales, pretendiendo lograr más inocentes adeptos.

A mis manos llegó una vieja revista, algo maltratada, pero que atrajo mi interés al señalar las características de una persona “egoísta”, considerando que, ya saben quién, además de infundir el odio a diestra y siniestra, reúne las peculiaridades que leí en dicho magacín, mencionado que ese tipo de personas son el centro del mundo, culpando a todos de sus errores y que, todo gira en torno a sus necesidades.

Son desconfiados y pretenden a toda costa esconder sus debilidades. No aceptan la crítica y si acaso la reciben, pocas veces tienen una reacción de empatía o amabilidad. El agradecimiento está fuera de sus espacios.

Consideran merecer todo, al menos eso piensan; no son constantes para realizar sus actividades, les falta responsabilidad y no piden, exigen.

Utiliza la manipulación y la imposición para lograr sus objetivos y están acostumbrados más a recibir que a dar.  Les resulta difícil lograr empatía y actúan con soberbia o se sienten superiores a los demás.

Se caracterizan por dividir a fin de resultar siempre vencedores.

Me lleva a recordar una frase de la artista y autora Jess C. Scott: “Los hipócritas se ofenden por la verdad.”

Cualquier parecido con ya saben quién, es mera coincidencia.

Lucha por lo que anhelas y serás triunfador; permanece inmóvil para que te caiga algo del cielo y serás un inútil.

 

 

 

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