Inicio Sin categoría Labubus, una nueva forma de lujo o alerta en la economía

Labubus, una nueva forma de lujo o alerta en la economía

by Zaira Rosas

Una extraña figura con apariencia de felpa, ojos tristes y estética nostálgica se ha infiltrado en boutiques de lujo, editoriales de moda, redes sociales e incluso mesas de discusión financiera: los Labubu, pequeñas criaturas de vinil que se han convertido en objetos de deseo, status y, para algunos, síntomas de algo más profundo.

Originarios del universo artístico de Pop Mart, una marca china especializada en juguetes de diseño, los Labubu nacieron como parte de una línea de arte coleccionable. Sin embargo, el fenómeno global que protagonizan va más allá del coleccionismo: ediciones limitadas, precios que superan los $20 000 pesos en reventa y filas de horas para conseguirlos han transformado a estos personajes en símbolo de exclusividad. En Asia y Europa ya se comparan con productos Hermès por el culto que generan.

Pero mientras una parte del mercado los eleva al pedestal del lujo contemporáneo, otras voces los consideran una señal de alerta. De acuerdo con el economista estadounidense Peter Atwater, especializado en psicología del consumo, en épocas de incertidumbre o recesión, la población tiende a volcarse en artículos “emocionalmente reconfortantes” y visualmente infantiles. Lo mismo ocurrió con los Beanie Babies tras la crisis de los 90 o con las Polly Pocket durante la recesión del 2008.

Desde esta mirada, el furor por los Labubu no solo es estético: es sintomático. En tiempos donde el costo de la vida sube y el futuro laboral es incierto, invertir en objetos pequeños, lindos y “seguros” proporciona una sensación de control. En palabras de Atwater: “no es casualidad que busquemos confort en lo tangible cuando lo macroeconómico se vuelve abstracto y amenazante”.

En redes sociales circula una teoría similar que habla del lujo accesible, ante tiempos de incertidumbre siempre buscaremos opciones de confort y que muestren nuestro bienestar como puede ser el lápiz labial o incluso el chocolate.

¿Estamos entonces en recesión? Técnicamente no en todos los países, pero hay señales claras de desaceleración económica global. El crecimiento del PIB en economías como la de EE.UU., Alemania y Japón ha sido mínimo en los últimos trimestres, mientras que la inflación ha elevado el precio de bienes básicos, reduciendo el poder adquisitivo. En México, aunque el término “recesión” no se ha declarado oficialmente, los índices de confianza del consumidor han caído, y el mercado informal ha crecido considerablemente.

En medio de este contexto, los Labubu se viralizaron por su diseño entrañable, la dinámica de misterio al comprarlos —donde no sabes qué figura te tocará— y la exclusividad que genera su escasez. Se volvieron protagonistas de contenido en TikTok, sorteos en redes sociales, y elementos clave en estrategias de marketing para marcas de moda y diseño. El “arte para llevar” se convirtió en inversión emocional.

Como era de esperarse, la piratería no tardó en llegar. Réplicas a precios muy bajos invadieron mercados digitales, desde Shein hasta tianguis locales, afectando la autenticidad de la experiencia y alimentando un ciclo de consumo impulsivo sin conciencia sobre derechos de autor, impacto ambiental o explotación laboral.

La gran pregunta es: ¿es un fenómeno duradero o pasajero? Algunos analistas creen que, como ocurrió con los Funko Pop, los Labubu podrían perder valor con el tiempo, especialmente si se satura el mercado o cambian las tendencias visuales. Sin embargo, otros afirman que al estar ligados a una narrativa artística y ediciones limitadas, su valor puede mantenerse en ciertos círculos de coleccionistas.

Frente a este escenario, el reto no está en satanizar la figura en sí, sino en repensar nuestro vínculo con el consumo. ¿Compramos por deseo auténtico o por pertenecer a una tendencia? ¿Valoramos el objeto o la validación social que nos ofrece?

Consumir con conciencia implica informarse, cuestionar, apoyar a artistas independientes, preferir versiones originales aunque sean más costosas, y sobre todo, no olvidar que nuestro valor va más allá de nuestras posesiones, la mejor inversión está en alimentar nuestra identidad, sin necesidad de likes ni rarezas coleccionables.

también te podría interesar