Nomás por pura curiosidad periodística me gustaría escuchar al mandamás del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, enredarse con la lengua cuando explique (si lo llega a hacer), por qué ordenó a su bancada votar contra el desafuero del presunto violador Cuauhtémoc Blanco. Y es que nunca va a decir: “Es que ando bien chueco con la justicia y por eso pacté con Morena”.
También me gustaría oír los argumentos de la segunda al mando en el PRI de Veracruz y diputada federal, Lorena Piñón Rivera, una de las legisladoras que obedeció su líder nacional. Pero seguro que nunca va a decir: “Es que la secretaría general y la diputación se las debo a Alito y yo soy muy agradecida”.
Que el inescrupuloso campechano trate por todos los medios de evitar que le pisen la enorme cola que tiene, vaya y pase. Pero el voto de Lorena no tenía razón de ser y pudo eludir la embarrada faltando a la sesión, yendo al baño a la hora de la votación o qué se yo.
Si su voto ni fue decisivo ni hizo falta; si no fue como el voto 86 de Miguel Ángel Yunes Márquez ¿por qué se quemó de esa manera?
La única respuesta (porque al parecer no hay otra) es que priorizó encubrir con su sufragio a su tracalero líder. Y echó al cajón de los trebejos su cacareada y por lo visto falsa sororidad con las mujeres violentadas.
“Su voto fue un violento, cruel y traicionero bofetón para todas nosotras. Y no me refiero sólo a las mujeres priistas, sino a todas, a todas las mujeres”, me dijo una militante del tricolor.
Pero la bofetada ya está dada y palo dado ni Dios lo quita.
¿Qué sigue ahora?
Nada, porque las justificaciones a posteriori no sirven.
Lo único que quedó en claro es que la defensa, el apoyo, la ayuda o auxilio a las mujeres agredidas es puro cuento en este país.
La presunta violación de Cuauhtémoc Blanco a su media hermana, provocó que se pusieran en marcha los engranes de la maquinaria de la impunidad, en una cadena mando que echó para abajo un desafuero que ya estaba cantado incluso por las legisladoras de Morena. Pero como esto nadie lo va a aceptar, lo único que queda es presuponer lo que sucedió tras bambalinas.
Un hijo de Andrés Manuel López Obrador le pidió a su papá que le echara la mano al ex futbolista porque es su ídolo. Andrés Manuel le habló al diputado Ricardo Monreal al que debió decirle: “Te encargo a Cuauhtémoc”. Monreal juntó a su bancada y les habría ordenado: “Vamos contra el desafuero”. Como sus diputadas amenazaran con alebrestarse, dio un manotazo en la mesa y asunto zanjado.
Pero como a Morena no le alcanzaba con el voto de sus legisladores, Monreal habló con Alito para recordarle las denuncias que tiene pendientes: “Si desafueran a Cuauhtémoc el siguiente serás tu”. El campechano no necesitó más y ordenó a su bancada que votara con Morena. Y una de las que obedeció de inmediato fue Lorena. (Si tienes otra teoría mejor lector, te agradeceré la des a conocer).
Y ahí tienes a Cuauhtémoc subiendo por primera vez y sin permiso a la tribuna para gritar su inocencia. Y ahí tienes a las nenas de Morena coreando a sus espaldas “No estás solo, no estás solo”. Y ahí tienes a la candidata del guinda a la alcaldía de Veracruz, Rosa María Hernández Espejo, (que también votó contra el desafuero) diciendo que es tiempo de las mujeres y que llegaron todas.
Falaz, la candidata se explayó hablando del techo de cristal que todas rompieron, cuando ella fue una de las que echaron los añicos encima de las violentadas.
Hasta en tres ocasiones traté de comunicarme con Lorena para saber por qué había votado como lo hizo, pero fue inútil.
Y ya había desistido, cuando escuché a la diputada del PT Margarita García García decir: “Que vergüenza lo que están aprobando hoy en contra de las mujeres. Hipócritas quienes se visten de morado, quienes se visten de rosa o de naranja y hacen reconocimientos a las mujeres el 8 de marzo. Vean a las mujeres que dicen proteger a las mujeres violentadas, el pueblo las va a juzgar. Y como dice Benito Juárez: malditos y malditas aquellos que con sus palabras defienden al pueblo y con sus hechos lo traicionan”.
Fue entonces que hice un cuarto intento con el celular para decirle a Lorena Piñón Rivera: “Ahí te hablan y te están hablado bien clarito. Qué respondes a eso”.
Pero nunca contestó la señora diputada.