“Las mocedades de Ortega y Gasset. (Cuarta parte)”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Uno de los capítulos más atrapantes que se encuentra en el libro: “Las mocedades de Ortega y Gasset”, es el titulado: “VIII. El hombre y la sociedad”. Allí el filósofo Salmerón aborda temas fundamentales sobre los que se pronunció José Ortega y Gasset como lo son: masa, pueblo, nación, hombre, héroe, entre otros. Para conocer la cuestión desarrollada, permítaseme plantear lo siguiente: Thomás Carlyle en 1840 en el mes de mayo dictó seis conferencias, mismas que fueron publicadas en un libro referente del autor escoses bajo el título: “Los héroes, el culto a los héroes y lo heroico en la historia.” Carlyle sostiene que la historia completa se puede conocer estudiando la biografía de los héroes. El autor en sus conferencias diserta sobre el Héroe como dios, aquí el personaje es Odín, un hombre-dios de la mitología escandinava. Continúa con el Héroe como profeta, centrándose en la figura de Mahoma. Analiza al Héroe como poeta: Dante y Shakespeare. Después aborda al Héroe como sacerdote, teniendo como modelos a Lutero y Knox. No podía faltar el Héroe como literato: Jonhson, Rousseau y Burns. Y finalmente, el Héroe como rey: Cromwell y Napoleón.
He citado las seis conferencias porque al ubicar a cada héroe, de inmediato podemos comprender que los personajes nombrados abarcan la historia completa de la humanidad hasta los primeros años del siglo XIX. Aunque la tesis nos pueda parecer exagerada, si la analizamos detenidamente, sin prejuicios y fobias, reconoceremos que existe mucha verdad en la teoría de Carlyle. El hombre y las sociedades siempre han buscado a un líder que los guie, los conduzca. No en pocos casos esos lideres más que verlos como héroes, por supuesto que los ubicamos como meros tiranos, salvajes, seres inhumanos y aborrecibles. Empero, eso no cambia el permanente deseo y predisposición social de adorar irracionalmente a ciertos personajes que se instituyen como nuestros guías, nuestros caudillos, como nuestros salvadores. Esta predisposición puede tener una influencia religiosa, mística, ya que el hombre naturalmente ha tenido la necesidad de intentar explicarse quién es, qué hace aquí, hacia dónde camina, qué sucede cuando muere, etc., este humano dilema lo ha llevado a creer en la existencia de Dios, acto comprensible, y, al mismo tiempo, esa actitud de creer en un ser superior lo ha conducido a reconocer en algunos tipos humanos ciertas características especiales por las cuales le otorga poder absoluto.
Thomas Carlyle fue un pensador del siglo XIX, sin embargo, su tesis puede extenderse en todo el siglo XX y lo que va del XXI. Pensando en algunos ejemplos; los alemanes le entregaron todo el poder a Hitler, los españoles a Franco, los italianos a Mussolini, los rusos a Stalin. Desde luego que hubo resistencia, pero una gran mayoría respaldó a esos nefastos personajes. Los malos resultados de la entrega del poder a un líder de esa calaña fortalecieron la idea de democratizar a nuestras sociedades, así como crear instituciones para que sean las leyes las que rijan y no la voluntad y el capricho de un ser ambicioso. Esas instituciones se fraguaron, diseñaron e implementaron, y aunque seguramente muchas tienen debilidades, agregando que toda institución democrática siempre será perfectible, creímos que el tiempo de cederle todo el poder a un personaje había quedado atrás. Pues resulta que la teoría de Carlyle sigue más viva que nunca, porque con nuevas formas, estrategias, manipulaciones, engaños, violencia, los pueblos continúan otorgándole el poder de manera completa a ciertos personajes. La historia se repite tal como lo conferenció Carlyle en el siglo XIX. Ahora bien, esta problemática eterna es puntualmente abordada por José Ortega y Gasset en sus primeros artículos que escribió como ensayista.
El filósofo Fernando Salmerón en este acucioso estudio sobre el pensamiento de Ortega en su etapa de juventud, nos enseña que el filósofo español fue confuso debido a que en momentos defendía una posición a favor del individualismo, y en otros textos apuesta por una postura más colectivista. Este análisis tiene enorme relación con todo lo antes planteado, porque aquí nos detendremos un poco en el hombre y la masa, lo que nos permitirá conocer desde la visión orteguiana la explicación del porqué pasan los siglos y mantenemos la actitud de buscar y crear lideres que nos dominen, nos sometan. Literalmente Salmerón transcribe lo estipulado por Ortega:
“Los pueblos son enfermos de la voluntad, no creen en sí mismos; pero como necesitan alguna creencia para la vida, la buscan fuera, la piden a los héroes. Los pueblos no pueden por sí mismos saber quiénes son, y buscan en los grandes hombres su definición, pero estos dan respuestas diversas. Cada grupo cree en una respuesta y alguno de los definidores es ahorcado. Aún no han logrado ponerse de acuerdo ni los hombres ceñudos, ni los pueblos creyentes.”
Queda claro que la masa actúa por impulso, no piensa, sólo es guiada como manada. Algo más, aquí Ortega incluye una reflexión donde declara que incluso aquellos hombres que se llegan a distinguir al inicio por su claridad, inteligencia, postura, en caso de que ingresen de manera partidaria o ideológica a un movimiento masificado, terminarán sucumbiendo ante la turba, los explica así: “Al hombre de las multitudes le acontece, según Ortega, que sustituye el determinismo individual por las influencias de la masa. En estas condiciones, hasta los hombres de criterio educado pierden sus cualidades superiores al formar parte de un público. Entonces, deja el hombre de ser honrado, se miente a sí mismo y renuncia al propio gesto. Porque la masa, la multitud como turba, es impersonal e involuntaria por suma de abdicaciones. Es, además, torpe e intelectualmente inferior al conjunto de individuos que la componen, considerados separadamente.”
¿Cuál sería la solución para Ortega? La pedagogía social. El filósofo Fernando Salmerón nos comparte que para Ortega: “Lo que importa a Ortega no es tanto que los pobres lo sean en hacienda, sino que lo son en espíritu, porque la división de los hombres en cultos e incultos equivale exactamente en la división en hombres y subhombres. Esta división es la máxima inmoralidad, porque escinde la unicidad humana; contra ella va la pedagogía social que exige la socialización de la educación y la unificación de las escuelas: la escuela única. La escuela única conduce a otro problema, el de la enseñanza laica, problema que en España tiene especial gravedad.”
Estos son los debates y temas que podrá encontrar el lector en: “Las mocedades de Ortega y Gasset”, obra del filósofo cordobés Fernando Salmerón Roiz. Un libro que, si bien nos adentra al pensamiento del joven Ortega, de la misma manera los temas planteados nos hacen reflexionar sobre los dilemas de nuestros tiempos. Verbigracia, la siguiente reflexión. Es una afirmación personal, pero tengo la certeza de que si en el 2030, el expresidente López Obrador pudiera ser reelecto, sin ninguna duda obtendría la aprobación de una gran mayoría. Para ser más puntual, si hoy se hiciera una consulta real, no fingida, si se modifica el principio de no reelección plasmado en la Constitución, seguramente se aprobaría. A ese nivel estamos. Thomas Carlyle nos enseñó en sus conferencias utilizando el ejemplo de hombres históricos, que a las mayorías siempre les ha fascinado ser dominados. Ortega nos ratifica que la masa carece de voluntad, inteligencia y que es sometida a placer por una pequeña minoría. En el siglo XVI, Étienne de la Boétie nos demostró que la servidumbre es voluntaria. Lo que nos lleva a concluir que estamos lejos de ser un pueblo ilustrado desde el punto de vista kantiano. Las sociedades siguen siendo gobernadas por un líder, auxiliando por una parte de la turba.
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