Bernardo Gutiérrez Parra
A mediados de junio del 2019, el presidente López Obrador envió un memorándum a los miembros de su gabinete, pero para que lo leyeran y obedecieran también los gobernadores y alcaldes de Morena. “Me dirijo a ustedes con la instrucción clara y precisa de no permitir, bajo ninguna circunstancia, la corrupción, el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo y ninguna de esas lacras del antiguo régimen.
“No acepto, bajo ninguna circunstancia, que miembros de mi familia hagan gestiones, trámites o lleven a cabo negocios con el gobierno en su beneficio o a favor de sus recomendados.
“Esto incluye a mi esposa, hijos, hermanos, hermana, primos, tíos, cuñados, nueras, concuños y demás miembros de mi familia cercana o distante. Ustedes -dice a los destinatarios- no tienen la obligación de escuchar propuestas indecorosas de nadie. Y en el caso de mis familiares, ni siquiera de recibirlos en sus oficinas o contestarles el teléfono. Nada de nada”.
Pero se pitorrearon de él, principalmente sus hijos que aprovecharon la influencia y el poder de su papá para hacer negocios y vender favores que los convirtieron en multimillonarios. Y tras sus hijos vino la pitorriza de casi todos los morenos.
Ya iniciado el proceso electoral en Veracruz y Durango, la presidenta Claudia Sheinbaum envió al Congreso una iniciativa para abolir el nepotismo. “Ningún funcionario heredará el cargo a otro familiar a partir de estas elecciones municipales”. Y la contestación del Congreso fue: “Sale y vale, pero eso será hasta el 2030”. Es decir, también se pitorrearon de la señora.
Pero Claudia es persistente.
El domingo anterior, aprovechó la reunión del Consejo Nacional de Morena en la Ciudad de México, para enviar una carta con los principios ético-políticos que deben seguir los militantes de su partido. En la misiva les recomienda actuar con humildad, honestidad y sencillez, evitar andar en congresos internacionales practicando el turismo político y usando recursos públicos para viajar al extranjero. No hacer ostentación de joyas o autos de lujo. Y pidió además que “nunca se permita el amiguismo, el influyentismo y el nepotismo”.
El documento recibió los consabidos aplausos y la aprobación de 249 de los 363 delegados. Es decir, no recibió la aprobación por unanimidad porque a 114 nomás no les gustó la “sugerencia”.
Pero a la presidenta se le olvidó algo sustantivo: pedirles que dejen de lado la prepotencia, la gandallez y la complicidad.
El lunes por la tarde, un convoy conformado por cinco camionetas Suburban de modelo reciente, dos patrullas y varios autos, circulaba por una estrecha carretera del Valle del Uxpanapa, cuando una de las Suburban atropelló y mató a José Luis Chipahua, un pescador de 31 años que viajaba en su motocicleta y vivía en la comunidad de Los Juanes, perteneciente al municipio de Uxpanapa.
En el convoy viajaba ese ejemplo de humildad, sencillez, decencia, honradez y austeridad republicana, Esteban Ramírez Zepeta líder estatal de Morena, que iba en una de las Suburban, aunque no en la que ocasionó la tragedia.
Lo grave y vil del asunto, es que el convoy no se detuvo hasta kilómetros más adelante donde fue abandonada la Suburban tras quitarle las placas y toda la documentación, con lo que Esteban, los miembros de su comitiva y hasta los policías estatales que le abrían paso al convoy, se convirtieron en cómplices y encubridores de un asesinato.
Familiares de la víctima levantaron el acta correspondiente pero la fiscal de la zona se negó a recibirla arguyendo que no se quería meter en problemas, aunque les “sugirió” que llegaran a un acuerdo económico con el responsable. El alcalde de Uxpanapa, Alonso Jaimes Ayala, los visitó en Los Juanes pero fue retenido por la población hasta que se les haga justicia.
Lo que pasará con esta desgracia es que detendrán al presunto responsable unos días y luego saldrá bajo fianza. Se prometerá “todo el apoyo” a los familiares que con esta promesa pondrán en libertad al alcalde, pero no les darán nada. Y colorín colorado.
A pesar de advertencias y amenazas, los morenos y morenas seguirán utilizando camionetotas, se pasarán los altos, atropellarán gente, seguirán armando escándalos en los antros (saludos Esteban) y robarán y se corromperán hasta el hartazgo. Seguirán siendo ostentosos, altaneros, arbitrarios, pedantes y con aire de perdona vidas por dos razones: porque esa es su naturaleza y porque ya se les olvidó de dónde vienen.
¿Y las recomendaciones de la señora presidenta? Al menos en Veracruz, fueron tiradas a la basura desde el domingo que las promovió. Y ahí se quedarán hasta que se desintegren.