Inicio ColumnasRuta Cúltural MARZO: MES INTERNACIONAL DEL TEATRO. (I)

MARZO: MES INTERNACIONAL DEL TEATRO. (I)

by Jose Miguel Naranjo Ramirez

Menandro: La samia.”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

El teatro nació en el mundo griego para ser representado. Las grandes tragedias y comedias se dieron a conocer en aquellas sociedades a través de las actuaciones. Con el paso del tiempo, o, mejor dicho, desde aquellos tiempos, el género dramatúrgico se convirtió en un fenómeno tan importante que la obras adquirieron un valor literario independientemente si se llevaban o no a la escena. Verbigracia, las piezas trágicas de Esquilo, Sófocles y Eurípides, y las comedias de Aristófanes se leen y estudian desde el momento en que fueron publicadas. En la actualidad el teatro sigue poseyendo esa característica, se escriben obras para ser representadas y al mismo tempo muchos somos lectores asiduos del género. E incluso, en cantidad de casos hemos conocido primero las clásicas historias narradas por los dramaturgos leyéndolas, y ya después las hemos podido disfrutar viéndolas en el escenario sea en teatro, cine o escuchándolas en la radio.

Desde el año 1961, el 27 de marzo de celebra el día internacional del teatro. Cada año una figura prominente del género escribe un artículo que es difundido y leído en todo el orbe. Mientras esto sucede, nosotros los amantes del teatro estaremos leyendo a uno de los comediógrafos más importantes del mundo griego como lo es Menandro. Para que el lector pueda ubicarlo, Pedro Bádenas de la Peña, quien es el traductor de algunas de las obras de Menandro que están publicadas por la Editorial Gredos, sostiene que el comediógrafo nació allá por el 342-41 y murió por el 293-292. Lo anterior nos ayuda a contextualizarlo en su tiempo. Esto implica saber, por ejemplo, que Menandro vivió en la época de Aristóteles, de hecho, se conoce que fue íntimo amigo de Demetrio de Falero, un personaje muy reconocido por ser el gran bibliotecario en Alejandría y fiel seguidor de Aristóteles. Lo anterior no es un dato menor, porque si bien ya estamos en una Grecia en decadencia, sin duda alguna todavía quedan vestigios de esa etapa gloriosa que consagró a Atenas como la cuna de la sabiduría.

Las piezas cómicas de Menandro poseen características propias que las distancian del contenido que tenían las comedias en la época de Aristófanes. Bádenas de la Peña afirma que son tres características fundamentales que lo diferencian en cuanto a los ejes temáticos que aborda y cómo los aborda; por ejemplo, en las piezas antiguas el tema político, el tema mitológico, los dioses, los héroes, etc., eran figuras pilares en las tramas, si pensamos en Aristófanes, alcanza con citar a “Las ranas”, donde los protagonistas centrales son Esquilo y Eurípides, (ambos están muertos y se encuentran en el Hades), y el dios Dionisos va a buscar a uno de los dos para que retorne al plano terrenal. Si queremos señalar otro ejemplo, vayamos a la pieza: “Las nubes”, aquí el protagonista central es Sócrates. Pues resulta que Menandro en sus historias se aleja de los temas políticos y sus protagonistas son personas comunes; ricos, pobres, sirvientes, heteras, y, sobre todo, las tramas no buscan fines supremos, sino contarnos historias realistas que suceden día a día en la vida de cualquier persona. Eso sí, al igual que en las tragedias y comedias antiguas, se mantiene el tema moralizante y crítico. He ahí el valor del teatro en los tiempos de ayer y los de hoy. Vayamos a la pequeña historia titulada: “La samia”.

Un dato clave consiste en saber que de todas las piezas que nos llegaron de Menandro, sólo “El misántropo” es la única que llegó completa, las demás se pueden leer y comprender, pero claramente se nota que la historia está cortada, diríamos coloquialmente, “mochada”. Todo sucede en Atenas, la ciudad cultural se mantiene como escenario central. Les narro lo esencial de la historia: Démeas es un hombre rico, vive con su hijo adoptado llamado Mosquión en una enrome mansión, dispone de empleados, en su casa tiene a su hetera, que en el mundo griego no era una simple prostituta, si bien fungían como acompañantes, concubinas, algunas eran artistas y gozaban del atributo de ser mujeres libres. Esta mujer se llama Críside, quien era una bella joven de Samos, de ahí el nombre la obra: “La samia”. Críside como fiel concubina de Démeas, se comportaba a la altura de lo que de ella se esperaba. Por su parte, Mosquión es un hijo-adoptado agradecido, leal, noble, bien educado. “Mosquión: – ¿Quién de nosotros, por los dioses, es legítimo o quien es bastardo, una vez que se ha hecho un hombre? … – ¡Por Dioniso, que hablo en serio! Porque creo que ninguna descendencia es distinta por el nacimiento, y si uno lo examina imparcialmente, legitimo es el bueno y bastardo el malo…”

Como todo hombre de riquezas y negocios, Démeas viajaba mucho. Emprendió un largo viaje y a su regreso encontró en su casa a un niño recién nacido. La explicación que le dieron parecía muy sencilla, era hijo de la samia y todo indica que él enfureció y la corrió. El problema se agrava más porque Démeas piensa y cree que el padre del niño es su hijo Mosquión. El padre en su interior intenta comprender al hijo, justificarlo, más no a la mujer. Eterno problema del machismo; si la mujer se equivoca es una prostituta, si el hombre engaña es un don Juan. Respecto a esto, muy poco ha cambiado. Continuando con la historia, en realidad el niño no era hijo de Críside, ella sólo se hizo pasar por su madre, la verdadera madre era Plangón, hija de Nicerato, un viejo amigo de Démeas. Nicerato es un hombre humilde, pero honrado. Su hija Plangón en una fiesta carnavalesca, en una noche loca, se embarazó de Mosquión. Éste decidió hacerse responsable del niño en lo que regresaba su padre, una vez que Démeas retorne, su hijo hablará con él y le solicitará le autorice casarse.

La trama se va enredando porque en el instante en que Démeas corre a Críside de su casa, Nicerato cataloga a su viejo amigo como un hombre loco y sin piedad. Mas, cuando Nicerato se entera de que la verdadera madre del niño es su hija, enfurece, se siente burlado por Mosquión, sin embargo, no olvidemos que estamos ante una comedia y todo se aclarará y tendremos un final feliz. Mosquión y Plangón se casan y el recién nacido tendrá a su lado a sus verdaderos padres.

De la bella Críside ya no sabemos nada, ella sólo intentó ayudar a los jóvenes en lo que decidían y resolvían sus problemas. Empero, como es una mujer, y si le agregamos, una hetera, seguramente si bien le fue, retornó a la casa de su amante y siguió viviendo junto a él, desde luego que no por falta de orgullo y dignidad, sino porque desde siempre la mujer ha sido tratada injustamente. El proceso de liberación e igualación nunca termina. Así concluye la historia de: “La samia”.

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