Inicio ColumnasRuta Cúltural BUSCANDO EL AMOR, MADAME BOVARY SE ENCONTRÓ CON LA FATALIDAD. (I)

BUSCANDO EL AMOR, MADAME BOVARY SE ENCONTRÓ CON LA FATALIDAD. (I)

by Jose Miguel Naranjo Ramirez

“Madame Bovary: Primera parte.”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

El género de la novela tiene sus orígenes en dos figuras prominentes de las letras universales. En lengua castellana la novela nació con Miguel de Cervantes y su inmortal Quijote de la Mancha, para los franceses el género en su lengua nació con: “Gargantúa y Pantagruel” de Francois Rabelais. Más, en la literatura francesa nació la considerada novela moderna con “Madame Bovary” de Gustave Flaubert. En el presente mes conoceremos la vida de una de las mujeres más emblemáticas en la historia de la literatura contemporánea. E incluso, para que el lector tenga una idea más amplia de la importancia de la novela y su personaje, les adelanto que Emma Bovary es considerada un “Quijote con falda”, una mujer única, rebelde, original, una mujer inconforme con el mundo ordinario y rutinario que la rodeó. Al igual que Alonso Quijano, la realidad no la satisface, ella quiere más de la vida, le exige más a la vida. Y cree que ese más lo puede encontrar en un amor pasional que le dé sentido a su existencia. La novela se compone de tres partes, en esta primera entrega desarrollaré lo esencial de la primera, así que vayámonos a vivir a mediados del siglo XIX, e ingresemos al universo psicológico, emocional, familiar y social, de la bella e inigualable Emma Bovary.

Situados en la época decimonónica viviremos en la región francesa de Normandía. Al primer personaje que hay que conocer es a Charles Bovary. Este joven que desde un inicio Flaubert nos lo presenta como débil de espíritu, simple, es hijo único. Su padre Charles Denis Bartholomé Bovary se casó con la madre de Charles más por el interés de la dote que por amor. El señor Charles después de gastar la fortuna de su esposa, se dedicó al juego, a las mujeres y realmente quien se hizo responsable sobre el futuro del joven Charles fue su madre. Ella no con poco esfuerzo lo envió a estudiar para médico y en la evaluación definitiva Charles reprobó el examen para oficial de sanidad, no obstante, su madre vio la manera de subsanar ese fallo y al final le consiguió un trabajo de oficial de sanidad en Tostes, y no sólo eso, también le consiguió a su hijo una esposa que aparentaba poseer cierta fortuna llamada Héloïse, claro, la esposa era una mujer de 45 años de edad, nada agraciada, lo importante era encontrarle al hijo cierta estabilidad económica y la posibilidad de desarrollar una vida profesional.

El cargo de oficial de sanidad se le otorgaba a quien no contaba con el título de licenciado en medicina, y esto implicaba que la ley le imponía ciertas limitaciones; no podía operar y prácticamente su función consistía en tratar cuestiones médicas básicas. En una ocasión, siendo de madrugada, llegaron a casa de Charles Bovary para que urgentemente ofreciera sus servicios en la granja de Le Bertaux donde era el dueño el señor Roualt, quien se había fracturado una pierna. Charles acudió y para su buena suerte la fractura no requería operación, con los conocimientos básicos que tenía logró curar al señor Roualt. Éste muy agradecido con el joven médico le fue tomando aprecio y Charles casi todos los días acudía a visitar a su paciente con mucho gusto. Héloïse quien llevaba la libreta de pacientes que su esposo atendía notaba que el señor Roualt ni siquiera había pagado los primeros servicios. Al poco tiempo supo que el señor era padre de una mujer joven, guapa, inteligente: “Emma fue educada en el convento con las ursulinas; poseía una esmerada educación; sabía danza, geografía, dibujo, tocar piano…” Entonces la celosa esposa le prohibió a Charles volviera a poner un pie en la granja donde vivía la hermosa Emma.

La vida de Charles era ordinaria. Cuando llegaba de trabajar y se metía a la cama sólo sentía los pies fríos y huesudos de su mujer. Pasaron unos meses y los padres de Charles descubrieron que Héloïse no era tan rica como ellos creían. Charles no tanto por amor, si por un acto de “ternura”, decidió seguir con su mujer. Un día de forma inesperada ella murió. A Charles le dolió, no la amaba, si la quería, empero, al poco tiempo se sintió liberado. El señor Roualt al enterarse de la triste noticia fue a ver a su médico. Esto ocasionó que Charles regresara a visitar la granja donde vivía la bella Emma. Convivió de forma más profunda con ella, se enteró que la madre de Emma tenía dos años que había muerto y ella le llevaba cada primer viernes del mes flores a su tumba. Pasaban horas platicando y Charles no encontraba la manera de pedirle su mano, el señor Roualt sintió el deseo y le facilitó el camino a su futuro yerno, pensó que su hija estaría bien con el médico y que él se quitaría una carga económica de encima. Emma aceptó la propuesta matrimonial y se celebró una boda al mero estilo del siglo XIX. Se bebió vino, licor, sidra, se comió lechón, ternera, tres piernas de cordero, la fiesta se alargó, todos los invitados se esforzaban por ir muy elegantes cada quien según su posición y posibilidades.

A los dos días los recién casados se fueron. Charles no podía festejar su casamiento por tanto tiempo porque lo requerían sus pacientes enfermos. Llegaron a la casa de Tostes donde Charles había vivido con su primera mujer. Emma luego luego observó la casa y buscó adecuarla a su gusto, siente que, para estar bien el ambiente que nos rodea debe ser limpio, cómodo, con espacios acogedores, por eso hay que cuidarlos y mejorarlos. Las noches de pasión no son descritas porque se percibe que no las hubo. A Charles le gusta su mujer, disfruta su compañía, valora y observa su belleza, no obstante, es un hombre simple, sin pasión, pareciera que no le corre sangre por las venas. Y, Emma, además de bella y joven, ella se casó porque creyó que así encontraría el amor y con él una fuerte razón que le diera motivos a su existencia. Emma no creía que el amor se basa sólo en el sexo, empero, si deseaba ser amada. El simple de Charles no comprendió que una mujer, por educada y fina que sea, desea en su interior ser poseída, es decir, quiere que la beses completamente, en momentos lentamente, en instantes apasionadamente. Una mujer quiere que la montes y quiere montarte. Una mujer quiere introducirse en ti y que te introduzcas en ella con amor, pero también con vigor. Una mujer acepta que en la intimidad te liberes y le beses las partes más íntimas y le digas las locuras más candentes; la abraces fuertemente, la voltees en la forma que más disfruten, en esencia, una mujer entregada lo mínimo que espera es una entrega-reciproca total, apasionada y amorosa de su amante.

La rutina muy pronto se apoderó de Emma: “Antes de casarse, ella había creído estar enamorada, pero como la felicidad resultante de este amor no había llegado, debía de haberse equivocado, pensaba, y Emma trataba de saber lo que significaban justamente en la vida las palabras felicidad, pasión, embriaguez, que tan hermosas le habían parecido en los libros.” Entonces, la bella Emma empezó a recordar lo que había sido su vida. Cuando cumplió trece años su padre la llevó al internado. Allí se adormeció un poco, pero fue el mundo que la introdujo al fascinante universo de la literatura. Había leído a Balzac, George Sand, Chateaubriand, y soñaba con las historias que estos novelistas contaban. Se ilusionaba pensando que un galán, un caballero elegante, apuesto, la rescataría de su ordinaria vida. Su mente viajaba en esas historias literarias fantásticas que alimentan nuestra esperanza. De pronto, la realidad la regresaba a Tostes y al lado estaba Charles. En algún momento ella intentó encender el fuego pasional, el simple de Charles nunca reaccionó. El hastío se va haciendo cada vez más grande. Charles no la entretiene ni en las conversaciones, sus pláticas la aburrían. Un ser limitado, ordinario, mal amante, inculto. A su lado una mujer inteligente, bella, ardiente, deseosa de ser amada.

Emma regresó a las lecturas. Allí encontraba un mundo más exquisito. Leía periódicos, revistas, novelas. En una ocasión fueron invitados a una fiesta que ofreció el Marqués de Andervilliers, la fiesta sólo le aumentó el deseo por vivir otro tipo de vida. Soñaba con viajar a París, ir a los teatros, vestir elegante y asistir a la opera. La realidad la volvía a regresar a su ordinaria vida en Tostes, su actitud cambió y empezó a mostrar desinterés por todo, el atarantado de Charles al observar la conducta de su mujer pensó que el problema se resolvería cambiando de residencia, consiguió un pequeño trabajo en un pueblo llamado Yonville, allá se irá a vivir con la insatisfecha Emma, sólo que ella irá embarazada…Así concluye la primera parte, ahora el lector empacará sus maletas y viajará a Yonville, un hermoso pueblo francés donde la historia continuará.

 

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

Twitter@MiguelNaranjo80

Facebook: José Miguel Naranjo Ramírez.

 

también te podría interesar