Inicio ColumnasProsa aprisa Una ausencia que no se explica ni se justifica

Una ausencia que no se explica ni se justifica

by Arturo Reyes Isidoro

Al señor gobernador Cuitláhuac García Jiménez no solo le deseo salud, mucha salud, sino también una larga vida.

 

En medio de un mar de especulaciones por una ausencia de varios días reapareció ayer y se vio obligado a dar una explicación.

 

Todo lo que tenga que ver con él es de interés público como la máxima autoridad que es del estado y por la gran responsabilidad que tiene.

 

Como si no hubieran sido suficientes las versiones que se alimentaron sobre la posible causa de su ausencia, ayer todavía él mismo contribuyó a ello.

 

Previamente, a temprana hora se dio a conocer su agenda, que contemplaba conferencia de prensa a las 11:30 horas. Al poco rato se anunció que quedaba cancelada.

 

La cancelación trascendió de inmediato y se reactivaron las especulaciones. En mi caso, hubo quien me dijo que se había ido al informe del gobernador del Estado de México, pero finalmente su equipo distribuyó fotografías que lo mostraban supervisando los trabajos del libramiento de Coatepec.

 

Ahí fue cuando dio su versión, que me pareció muy endeble. Para mí, no se sostiene y creo que algo anda mal respecto a él.

 

Los hombres del poder tienen todas las ventajas que no tiene el hombre común como para enfrentar circunstancias imprevistas y no faltar a una cita verdaderamente extraordinaria.

 

De su ausencia, lo que más llamó la atención fue que el viernes no asistió al quinto y penúltimo informe del presidente López Obrador en Campeche, en los hechos prácticamente el último porque, como él mismo lo anunció, esta semana entregará el mando de la 4T a quien resulte el candidato o la candidata de su partido a sucederlo y cuando rinda el sexto y último estará ya prácticamente sin poder y a nadie interesará.

 

No podía faltar. No podía hacerlo, por ningún motivo. No se trataba de un acto cualquiera. Era lo que en tiempos de hegemonía del PRI se conocía como el “Día del Presidente” al que ninguno de sus súbditos (en los hechos él lo es) podía faltar, porque es imperdonable.

 

Además, este año la ceremonia cobró otra dimensión debido a que su jefe máximo quiso trasladar toda la simbología del poder a la zona que escogió para dimensionar su sexenio con la construcción de una refinería en su estado natal, Tabasco, y de un ferrocarril turístico para detonar todo el sureste, donde están sus intereses.

 

Tenía que haber habido una causa de verdadera fuerza mayor para no haber ido, como estar delicado o gravemente encamado en un hospital, de tal forma que no se pudiera movilizar, prácticamente lo único que lo hubiera justificado.

 

Además, se trataba del gobernador representante del estado más importante del área, con el potencial para ser una república independiente, en la que se desarrolla la cuarta obra insignia del sexenio, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec.

 

Acudieron todos los gobernadores del país, incluidos los de la oposición, pero no él, el de Veracruz. No se hizo presente en el acto político por excelencia del año, él quien se supone que es un político profesional, por los cuatro costados.

 

Era una distinción haber acompañado a quien durante más de cuatro años lo ha cobijado, lo ha sostenido, lo ha defendido, lo ha justificado y lo ha ensalzado, como ningún presidente lo ha hecho con ningún otro gobernador en toda la historia del estado.

 

Cuitláhuac García Jiménez, pues, pasó a la historia como el primer gobernador de Veracruz que no asistió a un informe del presidente de la república.

 

Quién sabe si dimensionará que no solo se trataba de él, de su persona y de su investidura, sino también de la representación de más de 8 millones de veracruzanos, de los cuales una cifra considerable lo eligió y lo llevó al poder.

 

Pero su explicación, su justificación no caben: “Por motivo de salud, el jueves estuve un poquito mal, entonces me recomendaron que mejor ya descansara. No había tenido descanso entonces este fin de semana, el sábado y el domingo me los tomé de descanso; es el primer fin de semana completo que me tomo de descanso en toda la administración”.

 

Eso dijo, y más: “Vengo de salir de una tos que tenía dos meses y medio, entonces me dieron medicamento… Debería descansar más, pero no me da, yo nada más me tomo estos dos días y que me disculpen los médicos”.

 

Dijo que los galenos le recetaron paracetamol y descanso para su recuperación, y que su situación no es delicada, que requiera más cuidado.

 

¿Solo eso, señor gobernador? ¿Por eso no asistió al informe de su gran protector político? ¿El informe del presidente que ha dado la cara y ha roto lanzas por usted no merecía un esfuerzo de su parte, si se quiere un poco de sacrificio? ¿No cree que lo dejó solo en el gran acto inicio de la culminación de su mandato y en el que iba a estrenar su obra cumbre?

 

Creo que cualquier médico que lea lo que usted declaró se sorprenderá que se justifique con un mal de sus bronquios, porque no, definitivamente era salvable su situación.

 

Apunté líneas arriba que los hombres del poder tienen todas las ventajas que no tiene el hombre común como para enfrentar circunstancias imprevistas y no faltar a una cita verdaderamente extraordinaria.

 

Como gobernador, usted tiene todos los recursos para que desde el jueves los mejores médicos especialistas de Veracruz, incluso de la Ciudad de México, lo hubieran atendido a efecto de que amaneciera mejor el viernes y pudiera viajar.

 

Gomo gobernador, usted pudo haber volado a Campeche en una nave de la flota aérea del gobierno acompañado de uno o varios médicos especialistas que lo fueran cuidando para que estuviera usted lo mejor posible.

 

Por lo que declaró, sus males se reducían a cansancio y una tos, que lo pusieron “un poquito mal”, algo que se cura con Paracetamol, un medicamento que en las farmacias de
Simi no pasa de 25 pesos la caja, o sea, ni siquiera necesitaba un medicamento especial, de los que cuestan un ojo de la cara.

 

Le podían haber ido tomando la temperatura, el pulso, la saturación de oxígeno, suministrándole algún medicamento, en fin, algo que le hubiera permitido estar en la ceremonia, tomarse la foto con los demás picudos, y sale de retache inmediato, de nuevo bajo cuidado de los médicos, y de ahí a casita.

 

Pero, por lo que explicó ayer, por una tos y porque se sentía cansado hizo a un lado el informe de informes presidencial. Seguramente está consciente que nunca más se volverá a repetir la ceremonia de Campeche.

 

Disculpe mis limitaciones para el entendimiento, pero no, no me pasa su justificación. Cómo no, también me dan ganas de especular, pero creo que con todas las versiones que se han dicho, que se han publicado, que corren en las redes sociales y a través de Radio Bemba ya es suficiente.

 

Entonces, lo único que me queda decir es que, para mí, algo no está bien pero, lógicamente, usted es el único que sabe qué o por qué. Tarde o temprano lo sabremos.

 

Alíviese bien, cuide su salud, porque todavía le restan 14 meses a su mandato. Definitivamente me niego a creer que le pidieron que no asistiera a Campeche. ¡Ah! Y que ganen sus candidatas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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