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Cuitláhuac, entre ataúdes y la perversión del Bola #8

by Édgar Hernández

Bien se dice que la ignorancia es atrevida, peor si está acompañada de abusivos de poder proclives a la violencia de género como es el caso de su ideólogo del crimen, Eric Cisneros.

Hoy a Cuitláhuac García, tristemente célebre por sus torpezas, le es más fácil presumir féretros de cartón para congraciarse con López Obrador, que justificar la escalada asesina que alcanza los 6 mil 179 homicidios en lo que va de su mandato.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública estima que, en promedio anual, se suceden en Veracruz mil 600 asesinatos, un escenario sangriento que al atarantado mandatario solo le provoca molestia, incomodidad, enojo.

Monta en cólera por las críticas que ha recibido de la opinión pública nacional y local que no lo bajan de servil a López Obrador, en tanto que los moneros se dan vuelvo al motejarlo como el “¡Cuitlahuácala!

Sabe que en lo que resta de su sexenio y vida siempre será recordado no por su buen gobierno, sino por los millares de asesinatos cometidos bajo su mandato.

Será recordado no solo por haber trepado al escenario de la ignominia tras el vergonzoso plantón del sábado pasado ideado por su Secretario de Gobierno, para mostrar ataúdes y ofender a la Ministra Norma Piña, sino porque ese vergonzoso acontecimiento daría lugar a que se mostrara la punta del iceberg de la escalada asesina desatada por su gobierno.

Por ese desmesurado afán por posicionar al Cartel Jalisco Nueva Generación y por haber regresado a la memoria de la ciudadanía, los datos estadísticos del Sistema Nacional de Seguridad Pública que colocan a Veracruz entre las tres entidades más violentas y con mayor número de muertos en el país.

El punto es que en lo que va del año se han sucedido 12 masacres con un saldo de 716 víctimas.

Lo son las mil 166 muertes violentas como saldo de acciones criminales descontado el número de feminicidios que colocan a Veracruz entre el segundo y tercer lugar desde el 2018.

Hoy llama la atención el recuento de analista y líder de opinión Héctor De Mauleón, al denunciar la brutalidad criminal del grupo terrorista “Gente Nueva” cuyo centro de operación se ubica en Papantla.

“En unos segundos recorrieron el lugar y abrieron fuego contra personas que se hallaban en ese sitio… ¡En el baño, sobre la vieja en el baño! “Papantla ya tiene dueño, pura Gente Nueva” y venimos por todos los chapulines”, se escucha a los sicarios gritar en una grabación subida por los asesinos horas más tarde.

Pero más llaman la atención documentos de la SEDENA, filtrados por el colectivo “Guacamaya”, que revelan la operación de seis grupos criminales en Veracruz que mantienen bajo control el 70% por ciento del estado.

Son grupos “que opera el Cártel Jalisco, que paga cuotas y recibe protección de los tres órdenes de gobierno”, según inteligencia militar.

Ese contubernio en el cual presuntamente el vínculo entre el gobierno y los cárteles parte de una oficina de su Palacio, dio lugar al fatal agosto de 2019 cuando 31 personas fueron quemadas vivas en el bar “Caballo Blanco” de Coatzacoalcos.

En igual sentido esa alianza criminal evoca los asesinatos de alcaldes y alcaldesas; la prisión de al menos mil 200 personas acusadas de delitos que no cometieron y las venganzas políticas que aplica un estado gendarme al servicio de López Obrador.

Y es que, si de escándalos hablamos y aludimos a De Mauleón, no podemos pasar por alto el registro de la prensa estatal que día con día reseña casos como el sucedido hace tres días donde familias de Poza Rica, Zozocolco, Coatzacoalcos, Cosoleacaque, Tatahuicapan de Juárez y Veracruz que vivieron escenas dantescas con el hallazgo de restos humanos en bolsas, el cuerpo de un hombre abandonado, disparos contra una vivienda y el ataque a un miembro de la comunidad diversa.

Esa es nuestra realidad cotidiana en donde a la que habría que sumar los crímenes de odio que al cierre de 2022 alcanzó a 70 víctimas de feminicidio, un número menor a los picos de 2017, 2018 y 2019 -con 100, 106 y 102- respectivamente.

Ello, mientras las carpetas por abuso sexual subieron mil 718%, al pasar de 54 en 2016 a 982 en 2022.

Como se observa, si bien no son lo mismo los ataúdes de cartón que los de madera, tampoco deja de llamar la atención que a Cuitláhuac todo ello le vale madre.

Este vienes vendrá López Obrador, por 27ava ocasión, a darle una palmadita en la espalda a su mozo y gritar a los cuatro vientos “¡Que suerte tienen los veracruzanos de estar gobernados por Cuitláhuac!”.

¡Vaya suerte tan pinche!

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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