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Veracruz y la temible cofradía de la mano caída

by Édgar Hernández

Si algo le teme la 4T, más allá de las disputas de las tribus y grupos secesionistas de Morena, es a la cofradía gay, a las lesbianas, bisexuales,  homosexuales y en lo general, a la comunidad LGBTT, incrustada desde 2018 en los más altos cuadros de poder.

En estas horas en que circulan comprometedoras fotografías donde se muestra al flamante dirigente de Morena en la entidad, Esteban Ramírez Zepeta, en situaciones comprometedoras, de nuevo aflora la polémica y el revanchismo político.

Es el desquite de quienes se sienten traicionados.

Es el rencor de quienes argumentan que dieron todo a cambio de nada. Es el encono, la lucha por el poder que libra esta comunidad.

Así, lo que parecía una apertura a la diversidad, iniciada en el mundo a finales de los sesenta, se convirtió en entidades como Veracruz, en una descarnada lucha, cuerpo a cuerpo, entre ambiciosos de poder, de dinero y de control territorial.

Nuestra tierra ha conocido en los últimos años legítimas historias de relaciones sentimentales –la última escenificada hace un par de semanas por Elizabeth Morales- quien decide finalmente salir del closet.

Pero también hemos conocido historias de supervivencia y enfermedades terminales como la del profesor Sergio René Cansino Barfusson, por años en relación cercana con Cuitláhuac García.

Y qué decir de los cuentos, espectáculos y fantasías como los que escenifica el “diputade” Gonzalo Iván Durán Chancoya, legislador electo declarado no binario en Veracruz.

O situaciones inéditas.

Ese beso de Roberto Ramos Alor; la simpatía de Cuitláhuac por el fisicoculturista Paco Bravo, los trascendidos de las fiestas y francachelas en escondidos bares lejanos de la capital y las historias de excesos sexuales.

Ello al igual, pero en otro sentido, a las propuestas sin consenso de que los niños lleven falda a las escuelas, acaso para bien ya que estamos en la transición, acaso para mal ya que abona a la confusión de una parte de la ciudadanía.

Mucha tinta habrá de derramarse en lo que se alcanza el equilibrio, más ahora que en abierto dicho sector poblacional se puede manifestar sin recibir el repudio generalizado que todavía hace algunos lustros se mostraba en aras de un machismo mal entendido.

En fin, que toda esta corriente de cambio, guste o no, han venido conformando la nueva organización social misma que ha obligado a la apertura gubernamental, a las nuevas políticas de estado, a la certeza jurídica, al  derrumbe de paradigmas que tenían en la oscuridad a un importante sector de la sociedad con preferencias diferentes.

Hoy, son tiempos de la LGTB. Tiempos de las lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero. Tiempos de la cofradía de la mano caída punta de lanza del movimiento de liberación homosexual.

Veremos en qué para.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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