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Una estela profunda de sangre, dolor y angustia nos rodea. Estamos en continuo duelo los mexicanos. El terror se ha apoderado de la ciudadanía. No son los datos, registros numerosos de asesinatos, desaparecidos. Es la realidad diaria. Todas las noticias dan cuenta de ello. Perdimos la seguridad y vivimos sin Estado de Derecho. En abierto los gobiernos manifiestan sus compromisos, que no son las de los contribuyentes. Todo mal gobierno queda sepultado por los distractores. La realidad corre como ríos púrpuras por las calles. Nos han robado la tranquilidad. No tienen argumentos más que culpas al pasado. La angustia se apodera y el temor está latente. Sobre todo en los padres de familia, que saben cada niño, adolescente es un atractivo para los delincuentes. Que sus hijos desaparecidos, pueden ser sacrificados para la venta de órganos. Tal vez estarán en prostíbulos, cientos de kilómetros alejados del hogar. A lo mejor los encuentren en fosas comunes después de varios años. No pudieron siquiera darles santa sepultura. Sin un lugar donde llorar y llevar unas flores. México el gran cementerio de Latinoamérica. Donde no hay ley ni orden. El único afán presidencial es el máximo poder. La sucesión o la dictadura, según le apetezca al autócrata. La permanencia de la insensatez.