La otra cara de la política

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Inicio ColumnasProsa aprisa La compra de los camiones urbanos Ulúa para el puerto está en chino

La compra de los camiones urbanos Ulúa para el puerto está en chino

by Arturo Reyes Isidoro

不合作就死 (Bù hézuò jiù sǐ). Lector, has de perdonarme que esta vez inicie la columna con lenguaje en mandarín, o idioma chino. ¿Qué significa lo que pongo al principio? En una traducción literal y directa: “No cooperas, entonces mueres”, algo así como lo que dijo el célebre Zhenli Ye Gon, un capo chino que tenía 200 millones de dólares en efectivo en su casa, que catearon las autoridades en 2007 en la Ciudad de México, y que cuando lo interrogaron dijo que sus aprehensores lo habían presionado para que cantara bajo la amenaza de “coopelas o cuello”.

 

Te platico, ya para cerrar la semana. El gobierno de Rocío Nahle anunció con bombo y platillo la compra de 102 autobuses urbanos híbridos al fabricante chino Yutong Bus, para modernizar el transporte público en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Alvarado (Riviera Veracruzana). Los primeros lotes llegaron al puerto de Lázaro Cárdenas, en agosto pasado, pero un segundo lote llegó, el columnista no sabe por qué, a Argentina.

 

Había que ir a recibirlos entonces pero, contra todo lo que se pudo haber esperado, la gobernadora Rocío Nahle, que está en todo y quiere ser y aparecer como la muchacha chicha de la película gacha, esta vez no quiso ir para recibir el desembarco y aparecer y lucirse en fotos y videos, y optó por enviar a un canchanchán de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan). Pedro Miguel Rosaldo García, el mismísimo presidente electo de Coatzacoalcos, que hasta marzo fue el subsecretario de Egresos de la Sefiplan y es uno de los hombres más cercanos a Rocío, le dijo que le iba a poner un acompañante para que no fuera solo y le entrara la nostalgia por los chilaquiles, las garnachas de Rinconada y el Cielito Lindo.

 

Todo iba bien hasta que, ya en la tierra del tango y del té de yerba mate, al ir a la zona portuaria para los trámites de rigor, al enviado de la Sefiplan le dijeron que tendría sus camiones pero antes tenía que firmar unos documentos, que le pusieron a la vista y se los entregaron en mano. Los recibió y les quiso echar un vistazo. Conforme iba leyendo, de pronto, ¡zas!, como si tuviera un clavo hirviente en sus manos, los soltó y los dejó caer, ¡y se negó a firmar! Según los que saben, es que en las letras chiquitas, traducido ya del mandarín, decían algo así como lo que apunto en chino al principio: o pagas puntual o cuello, ya saben cómo son los chinos.

 

El acompañante, chicle o cola que le puso Pedro Miguel, cuando vio que se negó a firmar reportó el hecho de inmediato y entonces recibió la instrucción de que lo dejara solo y que se regresara, “déjalo, a ver qué hace”. El columnista tiene un punto ciego en lo que sucedió a continuación, el caso es que los ulúaschinos llegaron al puerto, pero no se sabe ya con precisión quién firmó por fin. El caso es que, según la versión, no se sabe si su enviado todavía estando allá, o ya acá, recibió una lluvia de reproches. Que la señora, con el lenguaje que le es propio, delicadísima, finísima como es, lo menos que le dijo fue “… yo pensaba que eras de mi confianza”.

 

¿Por qué montó querían que firmara el “hombre de confianza” de la Sefiplan si se toma en cuenta que son 102 autobuses y a los concesionarios o dueños se los están colocando en 4 millones de pesos cada uno? ¿Por qué se asustó y se negó a firmar? Si no se quiso exponer a que los chinos le dieran cuello, no será nada raro que entonces lo haga la señora. Pero la gran pregunta, de cajón, es, ¿por qué no fue ella a recibir las unidades y a firmar, tan unipersonal, por no decir que protagónica, que es para gobernar? Todo Veracruz y todo México vio en vivo y a todo color la vejación que le hizo a su secretario de Turismo, el indigno Igor Rojí, cuando lo desautorizó a firmar nada y con ello lo rebajó a un simple empleado suyo, lo regañó y le dijo que solo ella, y nadie más que ella, puede firmar lo que haya que firmar, ¿por qué entonces en el caso de los camiones chinos no hizo ni dijo lo mismo y envió a una res al matadero, perdón, a un representante? Como dirían en Coatzacoalcos, no cabe duda que es bien vivaracha.

 

La gobernadora dio el banderazo de salida a las unidades el 31 de octubre pasado, en medio de una fiesta con bombo y platillo, pero para irlas a parar de nuevo a la explanada del auditorio Benito Juárez, donde las tienen sin moverse. Se trató de un acto de escenografía, solo para lucimiento en el primer informe de gobierno. No se vale tener tanto dinero parado, dinero que finalmente es de todos los veracruzanos.

 

Reconfirma la ASF el desvío o robo que hubo en el gobierno de Cuitláhuac

 

Me voy de fin de semana preguntándome también si sirve de algo enterarme, que se publique, que Veracruz, mi estado, es la entidad federativa con las mayores observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) por irregularidades en el manejo de recursos del gasto federalizado, de acuerdo con los resultados de la entrega de la fiscalización de la Cuenta Pública 2024.

 

Por lo que hace a Veracruz, es decir, al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, el monto por aclarar asciende a 1,115.3 millones de pesos, seguido por los gobiernos de Chiapas e Hidalgo, cuyos faltantes rebasan los 600 millones, pero no más. El Economista publicó la información con base en la ASF. De modo que andan bailando más de mil millones de pesos de los veracruzanos, que pagaron con sus impuestos, y que desviaron o se robaron los funcionarios del gobierno de Cuitláhuac.

 

Cuitláhuac y los suyos andan libres, impunes, incluso los premiaron con cargos o diputaciones, y ni el gobierno de Rocío Nahle ni el de Claudia Sheinbaum dan la menor muestra de intentos de llamarlos a que rindan cuentas, al contrario, la presidenta defiende a capa y espalda a Cuitláhuac. Y así quieren nuestro voto en 2027.

 

También el agradecimiento ha perdido su valor

 

No quiero irme este fin de semana sin pensar en voz alta: o yo, hecho a la antigua, estoy mal, o es que la normalidad de los nuevos tiempos es así. Resulta que fui a un banco de Plaza Ánimas en Xalapa a retirar lo de la quincena del gasto. Hice a mi turno, por un descuido mío se me pasó ir a la caja que me tocaba, y entonces una joven de otra caja me dijo que ella me atendería. Fue un buen detalle no hacerme esperar. Me entregó la cantidad que pedí, corrido los trámites obligados, recibí el dinero sin contarlo, me lo eché a la bolsa y me fui.

 

Más tarde, cuando tuve necesidad de hacer uso del recurso me percaté que me habían dado de más. Tenía yo el comprobante de lo que había retirado, la cajera contó una y otra vez el dinero antes de entregármelo, así que no tenía ningún problema en quedarme con el excedente. Pero no me sentí bien. Tan pronto pude me regresé a la sucursal a devolverlo. Ya habían cerrado y estaban en el corte de caja. Toqué, me abrieron una rendija, les dije a qué iba, como si nada me respondieron que sí, que ya sabían porque una compañera andaba buscando el dinero y no lo encontraba, la llamaron, tantito se asomó, me recibió el efectivo con un simple gracias, y ya.

 

No quería que me hicieran caravana alguna, sino que la empleada, los empleados, se alegraran, porque finalmente la empleada pagaría el faltante. Pero nada. Sentí que lo tomaron como que era mi obligación ir a devolver el recurso, lo cual era cierto, pero también que nada me obligaba a hacerlo. No me preguntaron mi nombre, quién era yo, nada, por poco y me dan con la puerta en la nariz. Pensé, ¡hay!, que en mis tiempos hubiera sido otra cosa, y me pregunté si es que yo estaba mal en esperar una muestra más entusiasta de agradecimiento. Ni modos, me privé de comprarme unas buenas botellas de vino tinto, unos libros novedades que ahora están muy caros, una buena comida a base de mariscos o comida española, que me hubiera ido a Puebla, a Veracruz, a gastármelo, no sé, me privé de varias cosas, pero esa noche dormí tranquilo. Y supe, y comprobé, que las cosas han cambiado, cómo han cambiado.

 

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