Poza Rica: la democracia secuestrada


Expresión Ciudadana
Carlos A. Luna Escudero

Como pozarricense, me indigna profundamente lo que acaba de hacer el Tribunal Federal Electoral. No solo porque le robaron el triunfo a un candidato, sino porque le robaron la voz al pueblo. Nos arrebataron el derecho a decidir y lo cambiaron por un fallo hecho a la medida del poder. Lo que ocurrió en Poza Rica no es un simple resultado electoral: es una traición a la democracia.

Lo que ocurrió en Poza Rica no fue una elección: fue un asalto con toga. El Tribunal Electoral, sometido y domesticado, le regaló el triunfo a Morena a través de un recuento hecho en la oscuridad, sin testigos, sin transmisión, sin vergüenza.

478 votos revisados a puerta cerrada bastaron para convertir la voluntad del pueblo en un trámite notarial del poder. Movimiento Ciudadano denunció la trampa, pero la mayoría de los magistrados se hizo la sorda. Dijeron que “no había elementos”, que “no hubo opacidad”. ¿Qué más quieren? ¿Un video del atraco?

La llamada “Sala Superior” ya no imparte justicia; reparte favores. Es el brazo judicial del partido en el poder, el bufete jurídico de Morena. La ley se volvió servil, los magistrados se volvieron empleados del régimen, y la democracia se convirtió en un teatro de cartón, donde los votos se cuentan solo si conviene a Palacio Nacional.

El único que habló con dignidad fue Reyes Rodríguez Mondragón, que se atrevió a decir lo obvio: revisar votos en secreto es un delito contra la democracia. Pero en este país, la decencia perdió la mayoría. Ganó el miedo, ganó la consigna, ganó el cinismo.

El Tribunal validó un fraude disfrazado de resolución. Le arrebató el triunfo a Emilio Olvera y se lo entregó, con moño institucional, a la morenista Adanely Rodríguez, ahijada política de Fernando “Pulpo” Remes, el peor alcalde que ha tenido Poza Rica. Una joven sin méritos ni trayectoria, impuesta para cubrir las tranzas, los negocios turbios y la corrupción de su padrino, convertida de golpe en “representante del pueblo” por obra y gracia de los magistrados serviles. Poza Rica fue el laboratorio del nuevo autoritarismo: una elección robada no con balas, sino con sentencias.

Y mientras los magistrados se justifican con tecnicismos, el país entero ve el espectáculo: la justicia convertida en cómplice del saqueo. Lo que antes se negociaba con maletines ahora se dicta con resoluciones. La toga ya no cubre la ley, cubre la vergüenza.

Jorge Álvarez Máynez lo dijo claro: “Morena asaltó el Poder Judicial para robarse elecciones.” Y tiene razón. Morena ya no gana en las urnas, gana en los tribunales. El fraude ya no lo comete el PRI; lo perpetúa Morena, con la complicidad de jueces cobardes y consejeros obedientes.

Esto no fue un error técnico. Fue una orden política. Una decisión tomada desde el poder para mandar un mensaje: nadie le gana a Morena. Poza Rica es la advertencia: si te atreves a competir, te roban el resultado y te callan con legalismos.

El Tribunal Electoral no defendió la democracia, la enterró. Cada voto robado es una estocada a la Constitución. Cada magistrado que calla es un cómplice. Cada resolución como esta nos acerca un paso más al autoritarismo de partido único que juraron combatir.

Morena prometió acabar con la corrupción, y lo único que hizo fue institucionalizarla. Cambiaron los nombres, pero no los vicios. Cambiaron las siglas, pero no las mañas. Hoy el país tiene un nuevo PRI con otro color, más descarado, más arrogante, más impune.

Poza Rica será recordada como el día en que el Tribunal Electoral se quitó la máscara. El día en que la democracia mexicana fue oficialmente expropiada. Y no por los ciudadanos, sino por una maquinaria política que ya no necesita votos para ganar: le basta controlar a los jueces.

Porque cuando la justicia se vende, el voto se vuelve una farsa. Y cuando los tribunales obedecen al gobierno, la voluntad del pueblo deja de existir.

Morena no ganó Poza Rica. La robó.
Y lo hizo con la complicidad servil de un tribunal arrodillado.

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