La negligencia que provoca muerte es negligencia criminal

* La tragedia del norte de Veracruz exhibe a Nahle  * Ignoró las voces de alerta  * Canceló el seguro de daños catastróficos  * La ayuda llega tarde o no llega  * 30 muertos en la conciencia  * Y se enchila se frente a la realidad  * Pedro Miguel Rosaldo usurpa funciones  * Entrega patrullas sin ser autoridad

 

MUSSIO CÁRDENAS ARELLANO

 

Publicada en mussiocardenas.com

16 de octubre de 2025

 

Cinco días tuvo Rocío Nahle para alertar, ordenar desalojos, advertir que los ríos crecían, se desbordaban, evitar la destrucción de hogares y la pérdida de vidas. Nada hizo y la tragedia la alcanzó.

Con el agua al cuello, deslizó entonces una frase insensata: “se desbordó ligeramente el río Cazones”.

Fue algo ligeramente peor. El Cazones y otros ríos, sus afluentes, los cuerpos de agua, salieron de cauce, desbordaron presas, desgajaron cerros, arrastraron árboles, inundaron sembradíos, se llevaron ganado, maquinaria, postes de energía, y casas, y vehículos, y enseres, y sueños, y felicidad.

Y arrastraron, revolcaron, azotaron la soberbia, los aires de diva de la zacatecana que mal gobierna Veracruz.

“Se desbordó ligeramente el río Cazones”, soltó Nahle con su habitual torpeza.

Y esa frase la mató.

Cinco días papaloteando, desoyendo alertas, desdeñando el llamado a la prevención. Y ahí comenzó a naufragar. Y después del meteoro, la ayuda llega mal, tarde, aplicándola selectivamente o simplemente no llega.

A diario, una y otra vez, el Meteorológico Nacional advirtió el potencial lluvioso en la Huasteca, el crecimiento de los ríos, el efecto devastador que podría tener.

Nadie puede impedir el impacto de un huracán, una tormenta, una tromba, pero la prevención atenúa los daños. Y la indolencia, en cambio, incuba estragos. Y la negligencia provoca muerte, hogares arrasados, el patrimonio perdido.

Nahle fue omisa. El alcalde de Poza Rica, Fernando “El Pulpo” Remes fue omiso. Los alcaldes del norte que aún después de la tragedia, no actúan, son omisos. Y esa omisión es negligencia y si provoca muerte, es negligencia criminal.

Así pues, los negligentes criminales llevan récord perfecto: 29 muertos, 18 desaparecidos, 300 mil damnificados, miles de viviendas dañadas, cientos de miles de enseres del hogar destruidos, el comercio destrozado, escuelas paralizadas. Y el dolor que se nutre de la impotencia. Y el reclamo que termina en ira. Y el dolor que jamás los va a abandonar.

Y todo porque “el río Cazones ligeramente se desbordó”.

Nahle no imaginó que el destino la habría de alcanzar. El desastre sacó lo peor, su otro yo, la Nahle real.

Desoyó todo, el llamado del Servicio Meteorológico Nacional, las voces que advertían que la Huasteca terminaría convertida en una alberca monumental.

Hay miles de voces sosteniendo que nunca hubo un aviso oficial que conminara a desalojar las viviendas. Hay reclamos por la pasividad del alcalde morenista Fernando Remes. Hay cientos de voces que increpan y exigen respuestas, que mientan madres, que fustigan y encaran a la alcaldesa de Álamo, Lilia Arrieta.

Y cuando tienen a distancia a la presidente Claudia Sheinbaum, no la dejan hablar. Y la presidenta saca lo peor de sí, el gesto autoritario, el ademán que agravia, el dedo sobre la boca conminando a callar.

La tragedia de Poza Rica y Álamo y 40 municipios más, retratan a Rocío Nahle en su justa dimensión: inepta, insensible, incapaz de intuir que antes, durante y después, el saldo de la tragedia permitiría medir qué tan torpe es. Un desastre natural es el catalizador de quien ejerce el poder.

Nahle no aplicó prevención ante los efectos del temporal y cometió un error garrafal cancelando el seguro contra eventos catastróficos que hasta el ex gobernador Cuitláhuac García mantuvo para enfrentar estragos provocados por la fuerza de la naturaleza.

Nahle lo sustituyó con un engendro financiero que no termina de nacer. El 30 de mayo venció el seguro contratado por Cuitláhuac García y Nahle ya no lo renovó. Se perdió la cobertura de 400 millones de pesos, dinero líquido para enfrentar la reconstrucción.

Lo sustituyó con un fideicomiso denominado Aseguradora Veracruzana de Servicios Integrales que dice la gobernadora servirá para enfrentar daños por desastres naturales y otorgar seguridad social a los trabajadores del gobierno. ¿Y en Instituto de Pensiones del Estado para qué está? Suena a negocio. Cientos de millones en un fondo que el Clan Nahle-Peña haría “sudar”.

El enredo es fenomenal. Nahle tiene el rostro descompuesto y el humor agrio, sacudida por la paliza que le propina la prensa crítica y el repudio en las redes sociales.

Iracunda, desfasada, responde con una carcajada demencial o encarando con desplantes, mirada de desquiciada, la voz majadera, cuando la reportera de Televisa, Carolina Ocampo, le pide saber si canceló el seguro contra eventos catastróficos. “Tengo que decirles algo. Esto no es cuestión de dinero. Ese no es el problema”, escupe la gobernadora. Y se va.

Pues sí lo es. Si no hay seguro, si el fideicomiso recién inventado carece de recursos, Nahle tendrá que cancelar obras, carreteras, puentes, escuelas, sus viajes para “poner de moda a Veracruz”, y usar los fondos para reactivar Poza Rica y Álamo, según dice, como si fueran los dos únicos sitios devastados por el desastre.

¿Por qué Poza Rica? ¿Por qué no Ilamatlán, El Higo, Ixhuatlán de Madero, Coxquihui y decenas de municipios más? Por una razón política. Porque a Poza Rica, Rocío Nahle lo agravió. En Poza Rica perpetró un atraco electoral. En Poza Rica se robó la elección, maniobró, alteró la votación, manipuló las boletas electorales, le bajó la votación a Movimiento Ciudadano, se amafió con los tribunales electorales y consumó un fraude electoral. Y por eso, el pueblo la repudia y no se lo va a perdonar.

Nada es, hoy, como Rocío Nahle imaginó. Su mundo de caramelo no existe. Un temporal atípico, la falta de voces de alerta, la gente que aguantó la embestida en sus casas, los 29 muertos, los 18 desaparecidos y los 300 mil damnificados, la ayuda tardía o la ayuda que no llega, le dicen que su gobierno falló.

Comenzó mal y lo está haciendo peor.

 

METADATO

 

Lo que hace Pedro Miguel es usurpación de funciones, y es delito. Ahora es gestor de patrullas y motos para Tránsito de Coatzacoalcos. Y en una ceremonia oficial hace entrega de las unidades, ufanándose que fue una gestión suya ante la Secretaría de Finanzas y Planeación. “Es resultado de una solicitud a la gobernadora. Se hizo una ampliación presupuestal en la Secretaría de Finanzas y pudimos adquirir estas patrullas. No solo se están entregando aquí, sino en distintas ciudades; a Coatzacoalcos le tocaron cuatro, y el próximo año vendrán también cuatro motocicletas”. Pedro Miguel Rosaldo García dijo: “pudimos adquirir”. ¿Quién: él y Nahle? ¿Pedro Miguel y el secretario de Finanzas, Miguel Santiago Reyes? ¿Pudimos? ¿Acaso Pedro Miguel es parte del gobierno de Veracruz? Como sea, la entrega de patrullas es un acto de autoridad y el alcalde electo de Coatzacoalcos se asumió como protagonista de un evento público sin tener aún la investidura de presidente municipal. Es usurpación de funciones. Y es delito…

 

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