Un desaire de esos que jamás se olvidan

Desde hace días era el tema principal en las charlas de la clase política de Córdoba. Muy por encima de Hernán Bermúdez y su “Barredora”, por encima del huachicol fiscal, de los hijos de Andrés Manuel, de la caída de Adán Augusto y de la casita en el Tepozteco de Fernández Noroña.  Apuntaba para ser la fiesta de fiestas; algo más rumboso que las comilonas que organizaba la SEV a los maestros en el sexenio anterior. Uta sí, fácil.

Sería un ágape para mil personas. Pero nada de melindrosos merodeando por los alrededores; este sería un convivió al que asistiría la crema de la política veracruzana, la nata de la buena sociedad y selectos invitados nacionales. Pura canela fina.

El 5 de este mes patrio el periodista Arturo Reyes Isidoro escribió: “Entre la alta sociedad política de Córdoba hay verdadera efervescencia por lo que consideran que será el bautizo del año, al que todo el morenismo quiere ser invitado…  Se trata del bautizo del nieto del diputado federal Zenyazen Escobar García… Las aguas bautismales están programadas para el sábado 20 de este mes y el rumboso festejo, que todos aseguran hará época, será en el rancho El Barreal”.

Y en efecto, todo estaba listo en El Barreal (música, pomos y comida hasta para llevar), rancho que todo mundo dice que es de Zenyazen pero que quizá por modestia, el legislador lo niega. Y donde lo han visto montado sobre caballos pura sangre pero “prestados”.

El día del guateque comenzó la llegar la familia y los amigos muy amigos de Zenyazen, pero espérate tantito porque no tardan en aparecer la señora gobernadora y su gabinete; Ricardo Monreal con la cauda de diputados federales (de Morena, naturalmente); la cúpula estatal del guinda con Esteban Ramírez Zepeta a la cabeza; varios alcaldes, diputados locales, personas que integraron el gabinete de Cuitláhuac García y… y… y… no llegó ninguno.

Que se recuerde lector, tenía años, quizá generaciones, que nadie desairaba a un político del calibre de Zenyazen; diputado federal con todo lo que eso conlleva, hermano del alma de Cuitláhuac García y su favorito para sucederlo en la gubernatura.

¿Qué fue lo que pasó?

Dicen, a mi no me lo creas, que empresarios que se habían preparado para asistir al bautizo, más por conveniencia política que por otra cosa, de última hora fueron “invitados” a no asistir y no se los dijeron dos veces. Y lo mismo sucedió con legisladores, alcaldes y otros políticos.

¿Será? Quien sabe, pero se vio muy “cantado” que apenas asistieran un puñado de familias a una ceremonia que estaba programada para recibir a una multitud.

En tiempos pretéritos, un vacío de este tamaño era un claro indicio de que el sujeto en cuestión estaba “congelado”. Y tras el congelamiento el único camino que le quedaba era para abajo.

Más que por su trabajo en el Congreso Federal, donde prácticamente no ha hecho nada relevante, Zenyazen se ha destacado por su ostentación al andar trepado en caballos finos (que insiste en que son prestados) y organizar en El Barreal escandalosas y carísimas pachangas donde corren ríos de bebidas de las buenas y la música en vivo se escucha hasta la madrugada del día siguiente.

En Palacio de Gobierno aún no olvidan la grosería que Escobar le hizo a la gobernadora Rocío Nahle, al agradecer públicamente al ex gobernador Cuitláhuac García, por la remodelación del estadio Luis “Pirata” Fuente y presumir que él había puesto su “granito de arena” en esa obra que resultó una porquería.

A propósito; el granito de arena de Zenyazen habría sido de 1,676 millones de pesos que presuntamente fueron desviados de la SEV.

Pero al margen de la grosería y el supuesto desvío que debe aclararse, el ostentoso y caro bautizo en El Barreal no gustó ni en Palacio de Gobierno ni en Palacio Nacional, lo que explicaría el desaire que fue, para decirlo en lenguaje de la 4T, en nado sincronizado.

El mensaje del sábado para Zenyazen fue muy fuerte y más que desairado, a estas horas debe estar bien acalambrado por dos razones: porque pueden llamarlo a que declare sobre el cochinero que dejó en la SEV y porque se le fue, quizá para siempre, su anhelo de gobernar el estado.

Dicen que el más feliz por lo que pasó en El Barreal fue el senador Manuel Huerta, aunque no me explico por qué, ya que nadie lo vio en el bautizo.

Una sabrosa aventura

La semana anterior tuve la oportunidad de coincidir con un par de colegas de la tecla en el restaurante Alma Mestiza, ubicado en  Zaragoza número 8 planta alta, atrás de Palacio de Gobierno y en pleno corazón de Xalapa. Se supone que hablaríamos de las broncas que afectan a nuestro estado, pero terminamos deleitándonos y alabando los exquisitos platillos que nos ofreció su cocina en un ambiente muy agradable. Alma Mestiza es toda una aventura gastronómica que te invito a que la vivas con amigos o con la familia, lector. Si vas una vez, regresarás. Te lo prometo.

bernagup28@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

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