Independencia pordiosera

Una vez que ha pasado la euforia, una vez que ha pasado el ímpetu patriota, una vez que se ha dado el grito por una independencia pordiosera, ¿qué queda?

Para muchos la satisfacción de sentirse mexicanos, en la incertidumbre de ni siquiera saber lo que significa ser mexicano. Para otros fue un desahogo, una catarsis, un drama histórico que se debe repetir por costumbre, es decir por tradición.

Habrá quienes en verdad sientan ese orgullo por ser mexicanos, porque quizá la vida los ha besado en la boca, ha colmado sus estómagos, ha satisfecho sus apetitos, ha llenado sus expectativas.

Pero hay muchos que, a pesar de ello y afortunadamente, todavía cuestionamos esta independencia; no creemos en esta libertad mendicante.

¿Cómo creer en esa libertad si unos días antes del Grito nos dimos cuenta de que no somos libres de andar por las calles de cualquier ciudad sin el miedo que provoca la delincuencia organizada? ¿Cómo creer en esa libertad si matan a nuestros hijos, a nuestras hijas, a nuestros hermanos y todavía quieren que guardemos silencio? ¿Cómo creer en esa libertad que nos ofrecen los mismos que amordazan nuestros reclamos? ¿Cómo creer en una independencia cuando la impunidad se ha institucionalizado en este país? ¿Cómo creer en una independencia huachicolera? ¿Cómo creer en una independencia donde el Ejecutivo le puso correa al Legislativo y al Judicial?

¿A qué le llaman ustedes independencia? ¿En verdad creen que son libres, independientes? ¿Pueden serlo cuando quedó comprobado que, en este país, con dinero del narco, se puede comprar un estado?

 

Independencia pordiosera en una nación de agachados histéricos, que gritan vivas por un país que sólo les ofrece dádivas.

 

Independencia pordiosera en un país que investiga a los denunciantes y no a los denunciados.

Independencia pordiosera de un gobierno que privilegia a los corruptos, que cobija con su impunidad a los amigos.

 

Independencia pordiosera, cínica y descarada, ostentosa y ominosa que cuesta millones de pesos en un espectáculo vano, lleno de pan y de circo, mientras los pueblos esperan caminos, los hombres esperan trabajo, los niños esperan aulas y las mujeres esperan justicia.

 

Independencia pordiosera que nos quita más de lo que nos da.

 

Independencia pordiosera que no nos pertenece, que es el patrimonio de unos cuantos.

 

Independencia pordiosera que criminaliza a los periodistas asesinados.

 

Independencia pordiosera que persigue a los que luchan por sus hermanos.

 

Independencia pordiosera que aniquila a los que alzan la voz.

 

Independencia pordiosera, monopolio de los impunes, refugio de criminales.

 

Independencia pordiosera de una clase política, hematófagos que nos chupan la voluntad y viven de nuestra miseria.

 

Independencia pordiosera de juglares obscenos que juegan a dar noticias.

 

Independencia pordiosera de un país que tuvo su oportunidad y la cambió por unas cuantas monedas herrumbradas del Bienestar.

 

Independencia pordiosera de un pueblo que se tuvo que conformar con un tamal y un atole en una noche de 15 de septiembre; alimentos que le dieron tan sólo para que tuviera fuerzas y pudiera gritar sin convicción: “Viva México”.

 

Independencia pordiosera de un país, cuyos habitantes ya se dieron cuenta que hace algunos años, un sujeto vil, disfrazado de “mesías”, asestó a este abstracto e inasible México, un golpe de muerte del que posiblemente no nos recuperemos.

 

Independencia pordiosera…

 

Armando Ortiz                                               aortiz52@hotmail.com

 

 

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