Inicio ColumnasProsa aprisa El pueblo, ¿feliz, feliz, feliz? La realidad es lacerante y el mal humor social, patente

El pueblo, ¿feliz, feliz, feliz? La realidad es lacerante y el mal humor social, patente

by Arturo Reyes Isidoro

En “Prosa aprisa” del 15 de julio (“El pueblo veracruzano, ¿feliz, feliz, feliz?”) comenté: “Quienquiera que no viva en Veracruz, que entre a las cuentas de redes sociales de la gobernadora Rocío Nahle y vea las imágenes que sube, dirá que el veracruzano es un pueblo feliz, feliz, feliz e incluso que en Veracruz no hay mal humor social”.

 

Lo anterior lo expresé porque dije que andaba de festejo en festejo y que en sus primeros ocho meses de gobierno reducía Veracruz, el estado, solo a Xalapa, Veracruz puerto, Boca del Río y Coatzacoalcos donde concentra sus actividades, con algunas excepciones. Enlisté que en febrero había estado en Tlacotalpan en las fiestas de La Candelaria, en marzo en Papantla en la Cumbre Tajín, en mayo en el puerto en el festival Yolpaki, en junio en Boca del Río en el Salsafest, en julio, en grande, en el Festival Internacional del Bolero y en agosto seguramente irá a Coatzacoalcos al Festival del Mar, y se me pasó mencionar que en enero viajó a España a la Feria Internacional de Turismo. En sus fotos, no podía ser de otra forma, se le ve feliz, feliz, feliz y las notas periodísticas registraron que incluso hasta bailó.

 

Se supone que la muerte de la profesora jubilada y taxista Irma Hernández Cruz por fin le dio una sacudida al gobierno entero y los hizo despertar y ubicarse en la lacerante realidad del estado, que tiene expuesta a cualquier riesgo en su seguridad personal y en su patrimonio a los veracruzanos, y que por fin se aplicarán si no a tratar de resolver sí por lo menos a tratar de contener la grave situación. Aunque hagan lo que hagan, la imagen del caso ya marcó para siempre al gobierno, que apenas lleva ocho meses en funciones.

 

El caso de la malograda profesora proyectó en todo el país y hasta en el extranjero la peor imagen de inseguridad que se vive en Veracruz, y nos puso en la atención de todos al lado de estados como Sinaloa, Michoacán y Jalisco, por solo mencionar a tres de los más peligrosos para vivir, y la desgarradora imagen de la maestra, hincada, maniatada, rodeada de bestias humanas apuntándole, que por ahora es, y seguramente por mucho tiempo será, la imagen de Veracruz, causó tanto horror que en cuestión de pocos días, de horas, hizo olvidar la visita de Angelina Jolie y Salma Hayek.

 

El mal humor social es patente. Aprobaron tarifas de taxis que hasta a los mismos usuarios les parecieron fuera de la realidad, por muy bajas. Si bien persiste el abuso de algunos ruleteros, han aparecido ya los primeros brotes de inconformidad cuando según ya los tenían planchados, hay amenaza de bloqueos para este lunes y anuncian que, ahora sí, se van a sentar en la mesa de diálogo para escucharlos y evitar la movilización, cuando esto debió haber sido lo primero que se hubiera hecho (“Jusílalos y luego viriguas”, atribuyen que decía Pancho Villa). Los taxistas hablan de “tarifas de hambre”. En otro caso, mi compañero columnista Marco Antonio Aguirre Rodríguez publicó en las redes que floricultores de Zacatla, municipio de Coscomatepec, llevaron sus plantas a Córdoba para intercambiarlas por comida. En efecto, en las fotos se ven los carteles con la leyenda: “CambioXcomida o lo que guste apoyar”. Seguramente los orilla la mala situación económica. Piden, quieren comida. ¿Pueblo feliz, feliz, feliz?

 

En su comunicado de este domingo, que signa su vocero presbítero Juan Beristain de los Santos, la Arquidiócesis de Xalapa, a manera de queja (así lo entendí), dijo que: “Casi sin darse cuenta las personas van llenando su vida de cosas, actividades,

preocupaciones y otros tantos intereses que no les queda lugar para hacer silencio y oración”, y que: “Según esta lógica siempre habrá algo más urgente que hacer oración”. ¿Qué puede distraerlos tanto que incluso se olvidan de hacer oración?

 

El padre Beristain apunta incluso que: “La oración confiada y el silencio ofrecen luz suficiente, para ver que la difícil situación social y política de México ha provocado un cierto desencanto y poco aprecio de la actividad política”. Expresa que: “La oración y el silencio dan sensibilidad para ver que México continúa con problemas graves…: desempleo, narcotráfico, secuestros, asesinatos, migración, corrupción, educación y servicios de salud deficientes; falta de apoyo al campo, pobreza, ambición de poder, escasa credibilidad de las instituciones políticas y judiciales; salarios estratosféricos de funcionarios, propuestas políticas con falta de resultados”.

 

“¿Cómo y para qué ponerse a orar cuando se tienen tantas cosas en que ocuparse?”, plantea y pregunta. Desde su posición, señala que “no es posible vivir la fe y los compromisos para transformar las situaciones adversas de la vida sin orar, confiadamente a Dios”. Puede uno concluir que la situación está tan grave que no queda más que encomendarse a Dios, pero que es tan difícil lo que se vive que hasta hace olvidar la oración.

 

Rompo una relación de 50 años

 

Tenía que dar el gran paso y por fin me decidí. No es fácil la ruptura de relaciones, menos una de por lo menos 50 años, pero algunas veces las situaciones se tornan insostenibles y entonces la ruptura se vuelve inevitable. Trabajé con Telmex desde que era propiedad del Estado mexicano, cuando al contratar el servicio se convertía uno en socio y le daban su respectiva acción. Con la llegada de la telefonía celular cancelé la línea del teléfono fijo y decidí quedarme solo con su servicio de internet, que maneja su empresa Infinitum. Últimamente me vino fallando y la reparación tardaba mucho, para mí se volvía más larga la espera cuando en mi caso es una herramienta necesaria de trabajo, y ahora vuelvo a la actividad con una nueva empresa. Sin duda, nada es para siempre, ni la vida misma.

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