CINCUENTA AÑOS DE VIVIR EN: “TERRA NOSTRA”. (III)

La novela total de Carlos Fuentes.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En la segunda parte de la novela: “Terra Nostra”, nos trasladaremos del viejo mundo al mundo nuevo, es decir, el encuentro de los europeos con las civilizaciones originarias de lo que hoy es Latinoamérica y concretamente el encuentro con lo que actualmente es México. Mucho se ha escrito sobre el estado en que se encontraban los pueblos originarios al momento en que arribaron los españoles. A los interesados en profundizar sobre este tema, allí está la antología de Miguel León Portilla: “La visión de los vencidos”, también pueden consultar otra obra referente del fraile Bernardino de Sahagún: “Historia general de las cosas de la Nueva España”. En esos libros el lector podrá conocer directamente de la voz de los conquistados cómo sucedieron según ellos los hechos que culminó con la conquista definitiva comandada por Hernán Cortés y con ella el dominio español por un periodo de trescientos años, lo que implicó eliminar casi en tu totalidad las culturas de esos pueblos originarios e imponer una nueva forma de concebir la vida a través de la religión y utilizando como herramienta fundamental para tal objetivo la lengua castellana. Ese hecho histórico, reitero, muy documentado, es la materia prima de este segundo apartado de la novela.

A lo anterior debo agregarle lo siguiente: al estar frente a una novela, el lector no debe esperar encontrarse con hechos puntuales, datos y fechas precisas, nombres de personajes históricos, de hecho, ni siquiera aparecen nombres, sólo sobrenombres, e incluso, no existe en el encuentro del personaje del viejo mundo con los protagonistas del nuevo, sucesos lineales. Eso es lo que menos le interesó al autor. Desde luego que el lector sí logra percibir momentos históricos cumbres, acontecimientos de ambos bandos donde se realiza una fuerte crítica por sus costumbres y formas, si queremos ubicar uno en la conducta de los nativos, el autor lo desarrolla con la siguiente narración:

Unos guerreros solicitan a su diosa los purifique porque están conscientes de que morirán. Previo al encuentro con la muerte, los guerreros recibieron a unas prostitutas de los pueblos que habían vencidos. Los guerreros satisficieron sus necesidades disfrutando el cuerpo de las bellas jóvenes. Una vez terminado el placer de ellos, piden a la diosa los limpiara de sus impurezas y les propiciara el castigo que las rameras merecían. Acto seguido:

Ni bien terminó de hablar el guerrero que la música se esparció por el llano con la antigua intensidad del polvo, y con regocijo y placer los músicos comenzaron a pegar con las manos sobre los huecos atabales, y a tañer sus palillos sobre el cuero de los tambores, y silbaban muy recio cuando tocaban los atabales muy bajo, y los bailadores con ricas mantas coloradas, verdes y amarillas, que en las manos traían ramilletes de rosas, y ventanales de pluma y oro, y con los rostros cubiertos con papahígo de pluma, hechos como cabezas de animales fieros, se unieron en corros trabados de las manos , y los brujos en la cima de las pirámide, a un signo de los dedos de largas uñas negras de mi amante, clavaron sus dagas de pedernal en los pechos de las prostitutas, y las abrieron de teta a teta, y largo hasta el cuello, y con sus manos embarradas les arrancaron los corazones, y terminaron por cortarles las cabezas y amontonaron los cuerpos mutilados al lado de los canalizos de la pirámide por donde la sangre de las hembras se fue a regar el llano de polvo amansado donde la danza se avivó…¿Qué mundo era éste, donde la belleza de las cosas, la fraternal comunidad de las posesiones , el apego a la vida, convivían con estas ceremonias del crimen?”

El tema de los sacrificios humanos y otras costumbres bárbaras están muy documentadas en los libros arriba recomendados. Aquí en la novela el autor sólo recrea mediante sus personajes una actitud salvaje que representa el atraso de esas sociedades. Por supuesto que lo anterior no justifica la crueldad, el abuso, la explotación, el robo, la humillación y el exterminio con que se llevó a cabo la conquista. Literalmente en la novela se describe de la siguiente forma:

Bastón de luces: cada espejo brillaba, y cada brillo era una terrible escena de muerte, degüello, incendio, espantable guerra, y en todas yo era el protagonista, yo era el hombre blanco, rubio, barbado, a caballo, armado de ballesta, de espada armado, con una cruz de oro bordada al pecho, yo era ese hombre que prendía fuego a los templos, destruía los ídolos, disparaba cañones contra los guerreros de esta tierras armados sólo ellos de lanzas y flechas, yo era el centauro que asolaba los mismos campos, las mismas llanuras, las mismas selvas de mi peregrinar desde la costa, mis cabalgatas atropellaban pueblos enteros, las ciudades eran reducidas a negras cenizas por mis antorchas iracundas, yo ordenaba el degüello de los danzantes en las fiestas de las pirámides, yo violaba a las mujeres, y herraba como ganado a los hombres, y negaba la paternidad de los hijos de puta que iba dejando en mi camino, yo cargaba a los pobres de esta tierra con pesados fardos y latigazos les ponía en camino, yo fundía en barras de oro, las joyas, los muros y los pisos del mundo nuevo; les contagiaba la viruela y el colera a los pobladores de estas comarcas, yo, yo, era yo quien pasaba a cuchillo a los habitantes del pueblo de la selva, esta vez no se inmolaban a si mismos y en honor de mí, el dios que regresó, la promesa del bien: esta vez yo mismo los mataba, yo mandaba a cortar las manos y los pies de los insurrectos, yo me hundía cargado de oro y cadáveres y llantos y tinieblas en los pantanos lodosos de una laguna que se resecaba cada vez que un cargador vencido por su peso, una mujer herrada en los labios, un niño parido en el desierto, caían, muertos, a las aguas: la laguna era un cementerio y yo emergía de ella, bañado en oro y sangre, a reconquistar una ciudad sin habitantes, un mausoleo de soledades.

Así de doloroso y cruel fue el proceso del encuentro del viejo mundo con el nuevo. No obstante, Carlos Fuentes en la novela aborda puntualmente el tema de la memoria, la identidad y la mezcla de estas culturas. La tierra nuestra es lo que hoy conocemos como México, que, por cierto, en la época de la llegada de los conquistadores no existía México en el sentido de unidad, eran reinos y poderes autónomos que unos se disputaban el poder contra los otros, mas, nuestra identidad está marcada por el mestizaje. Somos producto de estos hechos que no tan sólo marcaron nuestra historia con tinta indeleble, sino que nos heredaron la esencia de lo que hoy somos. Nos guste o no, así es. Pensemos en nuestra lengua. Verdad es que se sigue haciendo el esfuerzo por preservar lenguas originales como el náhuatl. Empero, la mayoría de los mexicanos nos comunicamos con la lengua castellana. Con esta lengua pensamos, razonamos, nos comunicamos, escribimos, soñamos, sentimos, en fin. El propio Carlos Fuentes señaló que somos hijos de la mancha, naturalmente refiriéndose a nuestra lengua.

De manera general este es el tema abordado en: “El mundo nuevo”. Un mundo fantástico, impregnado de brujería, dioses, misterios, salvajismo. Un mundo que tenía un especial apego por la muerte, no por desaparecer, sino porque creían que era una nueva forma de vivir. Un mundo que, al chocar con el viejo mundo, el golpe lo noqueó y se derrumbó. Todo cambió. Este es el mundo heredado que nos tocó. No tiene caso quejarnos, sólo debemos aceptarlo y mejorarlo.

Finalmente, aquí es la tierra nuestra donde gobernaron Moctezuma y los virreyes españoles. La tierra donde nació mi abuelo producto de la mezcla de sangre española e indígena. Dos sangres que con los siglos se convirtió en una sola, la sangre mestiza que corre por mis venas.

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