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La debilidad extrema reflejada en autoritarismo la obliga a la reorganización de su gobierno.
Son varios los dolores de cabeza que deberá a empezar a atender de manera urgente la gobernadora Rocío Nahle si quiere llegar viva al 2027.
Deberá decidirse por una cirugía extrema en donde tenga que extirpar sus principales males.
De entrada, remover a la dirigencia de Morena que encabeza Esteba Ramírez Zepeta de quien ya se sabe se dio el lujo de trasladar sus ganancias a paraísos fiscales del Caribe. Los desvíos millonarios que en circunstancias de victoria no serían considerados -no para la opinión pública a la que no pelan, sino en la rendición de cuentas ante la Federación- obligan a llamar a cuentas a los responsables de la debacle.
¿Por qué se perdió casi un millón de votos?
Por qué si 12 meses antes el cochupo había salido perfecto haciéndole una faena impecable a Pepe Yunes. Por qué si la del 2024 fue la misma gente llevada, pagada, acarreada y amenazada y en este 2025 no funcionó.
Algo se hizo mal de manera deliberada.
Le urge por tanto a Nahle realizar los ajustes correspondientes ya que la presión interna, a nivel local y nacional, sigue creciendo y en los intestinos de Morena se sigue trabajando en favor de la “Revocación del Mandato” de Nahle para que se regrese a Zacatecas.
En ese escenario urge una cirugía mayor.
De entrada una caída para arriba del responsable de la política interior de Veracruz, Ricardo Ahued, no por desleal, ni porque no le eche ganas o porque sea mala persona, sino porque no le sabe a la negociación política, ni a los acuerdos de toda índole que obligan a tan relevante responsabilidad.
Ricardo Ahued era un hombre feliz en el ayuntamiento. Ahí estaba su techo de competitividad. Era el dador. El que tenía limpio su local y en el trabajo entregando obras pa´siempre. El que daba chance, pero sin pasarse, en una palabra, el rey del pueblo.
El brinco, sin embargo, lo mató.
Nunca pensó que en política había gente mala, gente fea, gente con la cual había que negociar; poner la mano firme cuando fuese necesario y, como decía don Fernando, pagar ya que en política lo que se puede comprar es barato.
Ahued como buen “harbano” nunca lo entendió. Iba a contra natura a su ser, por ello cuando vino la primera prueba de fuego se quemó.
Ricardo Ahued deberá ir a un enroque.
No así para la comadre, la amiga de vida, la aliada, la compañera de chismes, la señora Claudia Tello quien hizo de la Secretaría de Educación de Veracruz un tianguis en donde lo mismo vale madre si cumple o no con cuidar el dinero o tener al novio despachando al lado de ella. La segunda dependencia con mayor presupuesto -el 33 por ciento de más de 149 mil millones de pesos- está en manos inexpertas, al alcance de raterazos que ya asoman la cabeza.
A Nahle, después del desastre, le conviene que Tello se vaya al cuidado del medio ambiente o a turismo para que se distraiga en la pachanga o, de plano, dejarla en las tareas legislativas; vaya incluso la Oficina de Gobierno le hubiera quedado como anillo al dedo para ver a la amiga, jefa y comadre todos los días y a todas horas.
Pero no.
La mandó a la SEV en donde se empachó de tanto poder y dinero.
Hoy la dependencia está de cabeza, los sindicatos están que se los lleva la fregada, el personal está que revienta, la estructura burocrática deshilvanada y el administrativo puesto por Nahle para el tema del negocio, en intermitente cambio, relevo y enroques, no los dejan chambear en lo suyo.
Eso en la estructura de su gobierno ya que en lo que toca a la praxis política del ejercicio del poder, le urge un cambio en el diálogo y concertación con la oposición.
Eso de que no va a trabajar con los delincuentes tiene matices e interpretaciones; eso de ignorar a la prensa crítica es solo alargar la caída en vertical de su imagen y malentender que dialogar no es comprar ni chayotear, sino sumar en favor de Veracruz.
Pero eso no lo entiende.
Como tampoco sopesar a cabalidad que gobernar con un millón de votos en contra, que representan mas del 50% de los municipios lejos de la férula de Morena, no es grave, es gravísimo.
Si odia a la dirigencia nacional de Movimiento Ciudadano, que es la segunda fuerza política de Veracruz y a la local la considera en el rango de la delincuencia ¿cómo espera que se sienten a dialogar y reconozcan?
¿Cómo sentarse a concertar con los líderes del PAN y el PT o el desvencijado, pero vivo, PRI, si ni siquiera sabe cómo se llaman?
La arrogancia en Veracruz no es buena consejera, máxime con alguien que viene de fuera a gobernar.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo