La era digital y su impacto en etapas de la vida

Cuando pienso que la era digital en realidad no es tan nueva, recuerdo que hace 20 años era impensable ver a niñas y niños por todos lados con un celular, que los teléfonos móviles aún eran dispositivos sin acceso a internet y que apenas hace 18 años se presentó el primer iPhone, seguido en 2010 del primer iPad, no han pasado ni dos décadas, pero podrían parecer siglos si analizamos el uso de estas tecnologías con las nuevas generaciones.

Quienes nacieron después de los dos mil, entienden perfectamente las diferencias entre cada plataforma digital, de ahí el éxito de saber crear contenido para distintas audiencias, por eso el sueño de ser “influencer” se ve materializado principalmente en nuevas generaciones, su manera de relacionarse y de comunicar ha evolucionado y cada vez buscan más una vida rápida, digital, con una capacidad de atención limitada si algo no les interesa.

Sin embargo, en medio de tantas brechas surgen también cuestionamientos que en ocasiones se muestran como prejuicios que terminan comparando las distintas eras que a cada generación le toca vivir, de ahí que series como “adolescencia” nos puedan resultar inquietantes pues parece irreal imaginar a quien calificamos de casi infante de cometer un crimen atroz. No obstante, la producción más aclamada del momento viene con distintos recordatorios, el primero está en los vínculos familiares ¿qué tanto se han modificado por las pantallas? Y el segundo está en la influencia que los contenidos tienen sobre las personas en las distintas etapas.

Las tendencias digitales son un tema digno de análisis, ¿seguimos cuentas porque abordan temas de interés? ¿o nos interesan estos temas gracias al exceso con el que se muestran en nuestras pantallas? El promedio de tiempo que utilizamos nuestros teléfonos de manera semanal excede las 4 horas y se incrementa conforme disminuye el rango de edad, pareciera inofensivo imaginar a niños y jóvenes entretenerse en un dispositivo móvil, es casi similar a estar frente a un televisor, poco pensamos en el daño que trae a la postura física, las modificaciones óseas que tenemos incluso en la mano por cómo sujetamos el teléfono y ni hablar de las reconfiguraciones neuronales que esto genera.

No hablaremos si lo anterior es un beneficio o no, pero sí hablaremos de cómo impacta en el entendimiento que tenemos del mundo y la manera de percibir la realidad. Tan solo si el contenido puede moldear creencias políticas y perspectivas sobre temas coyunturales como se ha comprobado en múltiples elecciones a través del análisis de votantes. ¿Qué puede hacer a través de nuevas generaciones? ¿cómo influye en sus creencias y maneras de reaccionar ante el mundo?

4 capítulos de una serie, en este caso “adolescencia” bastan para cuestionar la era digital, donde la información se absorbe por tantos canales que puede distorsionar nuestra propia humanidad. Esta serie nos obliga a repensar la responsabilidad parental ante el uso de pantallas, pero también de manera social nos invita a tener acercamientos más humanos donde prestemos atención a emociones no expresadas de niñas y niños.

Esta producción aborda el tema del acoso escolar y aunque deja de lado a la víctima y pone como protagonista al atacante, también nos muestra heridas no atendidas de quienes terminan rompiendo los espacios de estabilidad, en medio de retos y la necesidad de popularizarse quizás descuidamos a las infancias y su desarrollo dejando que olviden la necesidad de ser humanos y desarrollar algo tan básico como la empatía.

No es casualidad que veamos videos de jóvenes atacando a otros jóvenes o que se vuelva tendencia el video de un adolescente caer por lo alto mientras sus compañeros no hacen absolutamente nada, probablemente es momento de que dejemos por un rato las pantallas y veamos con claridad qué ocurre a nuestro alrededor, al final estos hábitos de consumo surgen de la imitación y el aprendizaje que tenemos en el entorno.

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