Así empezó y así acabará la violencia en el país

Todo empezó entre 1923 y 1930 cuando Abelardo L. Rodríguez era gobernador de Baja California y se empeñó en conectar a su aislada entidad con el resto del país. En 1927 estableció la primera empresa de fabricación de aviones en Baja California. Pero además recuperó las finanzas públicas; fomentó la educación, la construcción de carreteras, la agricultura, la industria, la construcción de caminos rurales y canales de irrigación.

Hasta ahí iba muy bien el tipo que con objeto de impulsar aún más el progreso en aquel territorio, entró en contacto con inversionistas chinos, norteamericanos y… “con empresarios del vicio”, dice textual su biografía en Wikipedia.

Tanto chinos como norteamericanos y los suigéneris empresarios llevaron prosperidad económica y social al estado. Pero…

Cuando Abelardo llegó a la presidencia (1932 a 1934), los empresarios del vicio adquirieron terrenos en Sinaloa donde comenzaron a sembrar sus porquerías que eran enviadas al mercado de Estados Unidos. Y de ahí pal real.

Por años estos empresarios y el gobierno trabajaron digamos que en santa paz. Los primeros sembraban cosechaban y vendían su producto, el presidente y sus cuates recibían su tajada y tutti contenti.

Desde entonces y hasta mediados de los años 80, los empresarios del vicio eran tipos discretísimos y casi invisibles. Eso sí, tenían grandes mansiones, iban a fiestas rimbombantes, se codeaban con banqueros y aparecían muy de vez en cuando en las páginas de sociales.

Pero el 9 de febrero de 1985 se destapó la cloaca con el asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena.

El hedor de la cloaca al saberse que México era uno de los principales proveedores de marihuana y cocaína a Estados Unidos espantó a la sociedad de aquel tiempo. Aunque las cosas se calmaron con la detención de Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca “Don Neto” como los autores del crimen. Y la situación siguió aparentemente dentro de su cause en los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

Pero en el año 2000 los capos de Colombia que utilizaron por lustros a México como trampolín de la droga que enviaban a Estados Unidos, ordenaron que nuestro país también se convirtiera en consumidor. Vicente Fox no supo cómo manejar la situación y comenzó a darle de escobazos al avispero enfrentando a los narcos que contestaron con los primeros descabezados y cercenados.

Felipe Calderón aún no cumplía un mes como presidente, cuando recibió una carta del gobernador perredista de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel, pidiéndole su intervención para combatir a las bandas delincuenciales que azolaban la entidad.

Deslegitimado por Andrés Manuel López Obrador y por cientos de miles de mexicanos que no creían en su triunfo por apenas el 0.56 por ciento de los votos. Felipe vio en esta carta la manera de legitimarse y ordenó al Ejército ir a Michoacán.

Pero después de Michoacán los soldados tuvieron que ir a Guerrero, Tamaulipas, Baja California, Sinaloa; Veracruz, etc. Y Felipe se fue dejando 120 mil 463 asesinatos violentos, lo que fue un escándalo.

Peña Nieto apostó a no meterse con los delincuentes a ver si así se apaciguaban, pero lo que hicieron fue reagruparse, rearmarse y seguir matando. Y se fue dejando una tétrica herencia de 156 mil 066 muertes violentas, lo que fue otro escándalo.

Andrés Manuel López Obrador promedió que acabaría con el flagelo de la violencia en un año, luego que en dos, luego que en tres y no lo hizo. Llegó prometiendo abrazos y no balazos, lo que puso felices a los delincuentes y cuando se fue dejó al país con un reguero de 199 mil 618 asesinatos con violencia y a los delincuentes gobernando en casi dos tercios del territorio nacional.

Si te estoy aventando todo este chorizo lector, es porque si a los “empresarios del vicio” les costó casi 100 años llegar hasta donde han llegado, difícilmente se van a desembarazar de lo que tienen.

Si participaron en las elecciones del año anterior con mucho éxito, cómo no van a querer seguir haciéndolo en las elecciones de este año, aunque sean municipales y nomás en dos estados: Durango y Veracruz.

¿Que cuándo se van?

Futa…

En los primeros meses de su gobierno, cuando Felipe Calderón puso contra las cuerdas a los narcos de Michoacán, un periodista de mucho prestigio vaticinó que si las cosas seguían como iban “en 14 o 15 años volveremos a tener un país sin violencia y en paz”.

Pero a Felipe se le mató en un accidente de aviación su cerebro y Secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, y no supo qué hacer con los delincuentes. Peña Nieto dejó que se reagruparan y crecieran, Andrés Manuel los abrazó y les regaló buena parte del país y esa violencia que se acabaría en 14 o 15 años ensanchó su belicoso horizonte.

Según estudios de sesudos analistas, si comienza desde hoy una verdadera y bien planeada ofensiva contra los “empresarios del vicio”, la paz y la tranquilidad regresarán a nuestra querida patria dentro de 40 o 50 años.

Ya merito.

bernardogup@hotmail.com

 

 

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