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Que nuestro grito resuene más allá de la marcha del 8M

by Zaira Rosas

Llegó el 8M, el primero que se conmemora con una mujer al frente de la presidencia de México, la primera vez que tenemos en Veracruz a una mujer como gobernadora, la primera vez que salen más de 200 mil mujeres en la marcha de la CDMX, la primera vez que madres marchan con sus hijas, que amigas se acompañan y gritan al unísono distintas consignas bajo un mismo punto: ser mujer.

En medio de este día mostramos pañuelos morados, las calles se vislumbran desde los drones como si se llenaran de jacarandas, pero en realidad son mujeres compartiendo memorias de dolor, porque si hay una motivación detrás de cada mujer que sale en 8M con pancartas y gritos es la de pedir un mundo más justo, seguro y digno para el presente y futuro.

¿por qué es necesario realizar una marcha? Porque al menos en este día nos unimos bajo una misma petición, visibilizarnos, al menos en este día clamamos en conjunto ¡JUSTICIA!, por los feminicidios, por las dobles jornadas, por las desaparecidas, por la violencia que durante décadas hemos normalizado y también por los derechos que con las luchas se han alcanzado, sin dejar de reconocer todo lo que aún falta.

Las marchas no son una forma de dividirnos entre mujeres y hombres, son una expresión pública para recordar nuestra existencia y que también no se borre la de quienes ya no están. El grito de justicia resuena fuerte porque, aunque tenemos mujeres al frente en puestos de toma de decisión siguen sin recibir atención las madres buscadoras, siguen sin esclarecerse los casos de quien no llegó a tener un caso mediático y aún pasan al olvido miles de historias.

Pero el 8M también es un recuerdo de esperanza, donde resuena la palabra sororidad, donde sin importar nuestras perspectivas nos volvemos aliadas bajo un mismo género e intención, con el anhelo de que más allá de este día sepamos reconocer esta valía día con día, que la sororidad no se limite a marchar bajo un mismo propósito en una fecha particular, sino que se muestre en el apoyo cotidiano, aún cuando nuestra forma de pensar pueda no ser igual.

La sororidad se muestra en el reconocimiento de esfuerzos que han permitido que nuestro país y algunos estados estén liderados por una mujer, pero también en la exigencia por una escucha atenta ante lo que aún está pendiente. Mientras haya mujeres sin oportunidades, comunidades donde las niñas dejan de serlo por verse forzadas a un matrimonio, mientras exista acoso, violaciones y feminicidios, seguirá una lucha y demanda constante que requiere dejemos de lado la apatía y la indiferencia.

No se requiere ser una víctima para reconocer la realidad, de ahí la necesidad de que el privilegio no nuble la empatía, pues no se tiene que vivir un daño para ser solidario. Las mujeres hoy más que nunca necesitamos formar una comunidad y no solo entre mujeres, sino una comunidad en humanidad, donde sumamos aliados que reconocen la necesidad de un mundo más equitativo para que podamos desprendernos de roles y etiquetas.

Y si de avances se trata comencemos con pequeñas acciones, salarios justos y tratos dignos si tenemos personas a cargo, dejar de categorizarnos y respetar las diferentes creencias que tenemos aún en un mismo género, entender que no todas buscamos ejercer los mismos roles, pero sí los mismos valores: respeto, justicia y libertad. Que las decisiones que tomemos sean por elección y no por imposición.

Que el 8M no quede en un día, que sea una muestra constante del punto al que queremos llegar, para que las memorias que resuenen ya no sean de dolor, esa empatía que compartimos en la marcha, sea la que mostremos en cada espacio, hagamos un pacto, cada día cuidémonos todas con la misma fuerza que lo hacemos en las calles, con el mismo valor, aunque en el resto de los días no tengamos un mismo color.

Como último punto hago un llamado a nuestras autoridades, a nuestras líderes mujeres, a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la gobernadora de Veracruz Rocío Nahle y a la titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, Claudia Tello, pues como mujeres es su obligación dar respuesta a los más de 700 docentes que siguen en espera del pago de su seguro institucional, un derecho que desde gobiernos anteriores han detenido, dejando sin poder cubrir gastos médicos a múltiples docentes, entre ellos también muchas mujeres. Esa también es una lucha pendiente de la que seguiremos hablando hasta obtener justicia.

 

 

 

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