Inicio ColumnasRuta Cúltural MARÍA ANGÉLICA SALMERÓN JIMÉNEZ, UNA MUJER DISTINTA Y VIGENTE.

MARÍA ANGÉLICA SALMERÓN JIMÉNEZ, UNA MUJER DISTINTA Y VIGENTE.

by Jose Miguel Naranjo Ramirez

Felicidades por sus 70 años de vida, y 35 como profesora universitaria.”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Sor Juana Inés de la Cruz, en marzo de 1691, escribió la famosa: “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.” Sabemos que este inigualable escrito fue una respuesta al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quien bajo el seudónimo de Sor Filotea de la Cruz había publicado varios escritos donde criticaba una carta de Sor Juana. El obispo, a través de su Sor Filotea, afirmaba que las mujeres no debían aprender textos filosóficos. Sor Juana se defiende argumentando que siempre han existido extraordinarias mujeres que no tan sólo fueron cultas, sino que, contribuyeron al desarrollo del saber humano. Sor Juana cita el ejemplo de Hipatia de Alejandría. Esta respuesta a Sor Filotea la leí hace varios ayeres, y conforme va uno leyendo, aprendiendo y conociendo a esas grandes figuras que fueron revolucionarias en sus tiempos, en mi caso, invariablemente las imagino no sólo como mujeres fantásticas y únicas, asimismo, me las figuro sobradas de inteligencia, eruditas, cultas, encerradas en su mundo sin perder sensibilidad y empatía con el exterior. Las veo en una enorme biblioteca, leyendo, realizando anotaciones, riendo, se separan un poco del libro, toman café, té, fuman un cigarrillo, se ríen, se ponen serias y regresan a la lectura. El tiempo pasa, van envejeciendo, aun así, siguen leyendo y escribiendo, no dejan de amar la sabiduría, el arte de aprender, escribir, en esencia, así siempre he imaginado a Sor Juana Inés de la cruz, y, de la misma manera imagino a la filósofa María Angélica Salmerón Jiménez, quien se encuentra festejando sus 70 años de edad.

En marzo, Sor Juana compuso la famosa respuesta a Sor Filotea, bueno, para que todo cuadre a la perfección, ya sea el destino, Zeus, Jehová o Alá, o quien usted prefiera, dispuso que naciera en el mismo mes de marzo la maestra María Angélica Salmerón Jiménez, y para que el festejo sea doble, nació un 8 de marzo de 1955, recordando que el 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, y algo más, en 1955 murió uno de los más grandes científicos de la humanidad, Albert Einstein, y también falleció el excelso  filósofo español José Ortega y Gasset. La maestra Angélica Salmerón es una mujer dedicada a la academia y a la investigación. Este año, a la par de sus 70 años de vida, cumplirá 35 años de ser profesora de la Facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana. ¡Cuántas generaciones de alumnos! ¡Cuántas materias impartidas! Años de enseñar, educar, compartir, ahí está su gigantesco legado.

La maestra Angélica Salmerón es originaria de Córdoba, Veracruz. Verdad es que pertenece a una familia de ilustre linaje, alcanza con citar al connotado filósofo don Fernando Salmerón Roiz, tío paterno y muy cercano a las ideas filosóficas de Ortega y Gasset. Sin embargo, la maestra Salmerón ha brillado con luz propia, ha navegado por distintos campos del saber. En el año 2013 salió publicado su libro: “El canto de las sirenas”, una obra que se lee con enorme disfrute y resulta un libro cautivador. De entrada, la filósofa Salmerón desde hace varios años escribe un artículo ensayístico en la revista: “La ciencia y el hombre” de la Universidad Veracruzana, el artículo se titula: “Distintas y distantes: mujeres en la ciencia.” En estos trabajos de divulgación, en todos estos años Angélica Salmerón ha venido rescatando a un sinfín de mujeres que fueron grandes científicas y que por el sólo hecho de ser mujeres, habían sido olvidadas, relegadas, pero, Angélica Salmerón las rescata.

En el prefacio del libro la autora lo inicia con las siguientes palabras: “La historia de la ciencia poco ha reparado en las mujeres que desde épocas y lugares remotos y aun cercanos a los nuestros pugnan por ser escuchadas. Parece que su osadía y atrevimiento por introducirse en los distintos ámbitos del conocimiento -sitio concebido generalmente como de privilegio masculino- debe pagar un alto precio: el silencio y el olvido o, por mejor decir, el ocultamiento, de donde proviene esta casi total pérdida de la memoria que contribuye a ensombrecer a las figuras femeninas en la historia toda, y en especial la que se ocupa de la ciencia.”

Acto seguido, la maestra Salmerón nos lleva a vivir y conocer el mundo de la matemática Teano, María la Hebrea, al igual que Sor Juana, estudia la vida de Hipatia, quien para Angélica Salmerón es la primera científica de occidente. Sigue Trótula, arribamos a la edad media con Hildegarda de Bingen, Olivia Sabuco, Isabel de Bohemia, desde luego que no podía faltar la singular Sor Juana Inés de la Cruz, la misma que le causa “seducción” a Octavio Paz, tal como lo narra en su libro: “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”. Continúa la maestra Salmerón con Anna María Sibylla Merian, Lady Viruela, Marie Anne Paulze Lavoisier, Carolina Herschel, Mary Shelley, la misma que le dio vida a Víctor Frankenstein, Ada Lovelace, Antoinette Brown Blackwell y Clémence Agustine Royer, y concluye su obra con Sofía Kovalevskaya.

Todas estas especiales mujeres dedicaron su vida a la ciencia, no es exagerado decir que los progresos y avances de hoy, no podrían comprenderse sin la participación de ellas; estaban olvidadas, relegadas, invisibilizadas, mas, la maestra Angélica Salmerón realiza un valioso rescate, y si bien todas ellas son un poco distantes, con este bello libro las regresa al lugar que merecen, y, sobre todo, Angélica Salmerón nos invita a que reanalicemos y revaloremos esos mitos “sagrados” que tantos daños han causado a las mujeres. El punto de partida es Eva y Pandora, es decir, no importa la tradición de que se parta, en todas, la mujer es la culpable de muchos males. Eva instigó al atarantado de Adán y por culpa de ella entró el pecado al mundo, el hombre perdió el paraíso. Pandora, al abrir su maravillosa caja soltó todos los males. Angélica Salmerón nos pide que pensemos esos tradicionales mitos al revés, lo explico: gracias a Eva y Pandora se inauguró el saber, el conocimiento. Ellas, primero, se opusieron a un mandato caprichoso, e incluso, se impusieron a los hombres que les fueron asignados. Estas mujeres ante el dilema presentado por sus dioses, prefirieron ser independientes, autónomas, libres. Se imagina una vida sin conocimiento, sin responsabilidades, sin voluntad, no debemos olvidar que sin defectos y virtudes no hay mérito. Sin la libertad de actuar y elegir, ¿serviría para algo la voluntad?

A partir de estos mitos fundadores, la historia dictó una sentencia de culpa hacia la mujer y ésta nunca pudo defenderse, por siglos y siglos tuvo que soportar el vivir arrinconada, empero, la misma naturaleza rebelde de la mujer, ese espíritu de voluntad ha sido determinante para que hayan ido recuperando el espacio que les pertenece. No se trata de que la mujer sea mejor que el hombre, no va por ahí. La mujer es tan importante como el hombre y merece ser tratada como igual, esa igualdad incluye el respeto a las diferencias.

Sor Juana Inés de la Cruz vivió en un contexto donde fue víctima por su ardiente deseo por el saber. A pesar de todo lo que padeció, se opuso al régimen y hoy día es recordada como la Décima Musa. En este mes de marzo, mes de la mujer, debemos aprovecharlo para conmemorarlas, no como un gesto de conmiseración, eso sería seguir ofendiéndolas, sino como un acto de reconocimiento y admiración, tal como el que, de manera sincera, honesta y profunda, siento por la gran filósofa mexicana María Angélica Salmerón Jiménez, a quien le deseo larga vida y que siga siendo una mujer distinta y por muchos años más vigente.

 

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