Pues nada, resulta que ayer nos levantamos (iba a decir “nos desayunamos” pero me abstuve, porque no todos los mexicanos desayunan en este país) con la noticia de que somos la décima nación más feliz del mundo. Esto de acuerdo con el Informe Mundial de la Felicidad 2025 coordinado por la Universidad de Oxford, Gallup y la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU.
El año anterior México ocupó el lugar 25, pero sorprendentemente y en sólo 365 días, brincó quince lugares para entrar en ese envidiable top ten que encabeza Finlandia por octava ocasión consecutiva.
¿A qué se debió este salto cuantitativo? ¿Cuál es la metodología que emplean Oxford, Gallup y la ONU para hacer sus mediciones? ¿A quién le preguntaron qué tan felices somos? ¿A los hijos de Andrés Manuel, a Fernández Noroña, a Ricardo Monreal, a Gómez Cazarín, a Zenyazen Escobar, a Cuitláhuac García?
Sería interesante saberlo.
Ahora, ¿qué nos hace tan felices?
Según Oxford, Gallup y la ONU, la felicidad se determina mediante el PIB per cápita, los apoyos sociales, la esperanza de vida, la libertad para tomar decisiones, la generosidad y la percepción de la corrupción.
Ah vaya. Si es así, entonces no hay bronca con el lugar que ocupa nuestro país, porque millones de mexicanos que están desempleados y viven en pobreza o pobreza extrema, tienen como PIB per cápita los apoyos del Bienestar, que según el gobierno federal se entregan en 30 de los 34.1 millones de hogares que existen en el territorio nacional. Y a nadie enoja que le den una lanita bimestral.
Por otra parte, la esperanza de vida es algo que no nos quita el sueño, somos libres y generosos y tiene sexenios que la corrupción dejó de preocuparnos, porque ya nos acostumbramos a vivir en medio de ese estercolero.
Pero si México brincó 15 lugares, Estados Unidos se fue para abajo ya que del lugar 9 del año anterior, cayó al 24. España, que estaba en el lugar 16 se desbarrancó al 32 y Australia que del décimo en 2024 bajó al onceavo. Un lugarcito nada más, pero más que suficiente para que México entrara al top ten.
¿A qué se debe que un país del primer mundo que además es primera potencia mundial y dos de otro mundo que no tienen graves problemas de desempleo, rezago educativo, agrario o judicial, pobreza extrema y desnutrición como el nuestro sean menos felices? Lo ignoro.
Quizá tenga que ver con que a ellos no los gobernó López Obrador, no viven bajo el cobijo de la 4T, no tienen un Tren Maya, un AIFA o una chulada de refinería como la de Dos Bocas; carecen de fosas clandestinas y campos de exterminio y no pueden presumir de 200 mil asesinatos violentos, 5 mil 227 feminicidios ni de 120 mil desaparecidos en un sexenio.
O puede que se deba a que desconocen lo que es un desabasto de medicamentos, carecen de hospitales del quinto mundo, carreteras del octavo y no tienen legisladores violadores. Y eso los tiene tristes.
Pobres.
Nosotros lector, estaremos bien jodidos y con miedo permanente por la violencia y el desamparo gubernamental, pero de que somos la mar de felices eso que ni qué.
Uta sí, cómo no.