“El Fausto de Goethe en cuatro tiempos.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Continuando con la historia del Dr. Fausto en el presente mes del amor y la amistad, una vez firmado el contrato entre Fausto y Mefistófeles, ambos personajes emprenden un largo viaje. Cruzan varios pueblos alemanes y en ellos viven diversas experiencias, empero, el momento culminante se da cuando el Dr. Fausto se encuentra por vez primera con Margarita. Al verla sufrió un impacto avasallante ante su belleza, literalmente expresó: “Fausto: ¡Por el cielo, que es hechicera esta niña! Jamás vi cosa igual. ¡Tan modesta y virtuosa, pero a la vez algo arisca! El carmín de sus labios, la tersura de sus mejillas, eso no lo olvidaré en todos los días de mi vida. Su manera de bajar los ojos se ha grabado profundamente en mi corazón; su modo de mostrarse esquiva, en fin, es para dejar a uno embelesado por completo.”
Fausto afirma que le resultó un poco arisca Margarita, porque le propuso acompañarla y ella tajantemente dijo que no. Por lo mismo inmediatamente le pidió al demonio que hiciera lo que fuera, pero que debía entregarle a la hermosa jovencita de aproximadamente catorce años de edad. Mefistófeles le recordó a Fausto que, si bien poseía algunos poderes, no debía olvidar que no era omnipotente, mas, que empezaría a trabajar para cumplirle el deseo de poseer a Margarita. El demonio inicia la estrategia para persuadir a la joven. Lo primero que hace es tranquilizar a Fausto, en esa noche lo lleva a la recamara de Margarita y Fausto la observa y disfruta ver su belleza física. Fausto cada vez se obsesiona y enamora más, se perciben ciertas dudas por su actuar vil ante una joven sana, limpia. “¿Qué quieres, qué buscas aquí? ¿Por qué se te oprime el corazón? ¡Miserable Fausto! No te reconozco ya. ¿Es un mágico efluvio lo que aquí me envuelve? Un vivo impulso me arrastraba en derechura al goce, y ahora siento derretirme en un sueño de amor…El gran personaje –¡ah, qué pequeño”! Caería anonadado a sus pies.”
En lo que Fausto pensaba en Margarita y ella en él, porque el lector debe saber que, si bien Margarita al inicio se portó un poco osca ante el pretendiente, en su interior sentía deseos por saber quién era; le intrigaba su personalidad, su gran porte. Mientras estas sensaciones vivían, el demonio no dejaba de trabajar, y encontró la oportunidad de acercarse a Margarita a través de Marta, la vecina de la bella joven. Marta fungirá como la clásica alcahueta. En el Jardín de la casa de Marta se llevó el primer encuentro entre Fausto y Margarita. Ella le pregunta por qué siendo él un hombre de alta estirpe está interesado en ella, quien es una muchacha humilde. El padre de Margarita había muerto, la joven vivía sólo con su madre, su hermano Valentín era soldado y estaba lejos de su patria. Margarita tuvo una hermanita a la cual cuidó como si hubiera sido su hija, para desgracia de la familia la niña murió. Ante las dudas de Margarita, Fausto le contestó que la sencillez y la modestia son dones sublimes, que por eso él quedó prendado desde que la vio. La hermosa muchacha ya en confianza no se limitó y confesó: “Margarita: Con todo, debo confesarlo. Yo no sé lo que enseguida empezó a agitarse aquí en favor vuestro; pero, podéis bien creerlo, estaba muy enojada conmigo por no poder estar más enojada con vos.”
Para este instante la pareja abiertamente se confesaba su amor. En Fausto surgen conflictos emocionales; desea a Margarita, sí, no obstante, también la ama y sabe que el origen de cómo se acercó a ella no es digno y lo peor, no olvida que tiene un contrato con el demonio y esto causará que tarde o temprano la bella Margarita resulte dañada, por eso medita, siente incertidumbres, y aquí reaparece Mefistófeles.
Mefistófeles siempre está atento a las debilidades humanas, detecta que Margarita se halla perdidamente enamorada de Fausto. Aquí Goethe nos recuerda que el amor tiene muchas caras, y que por una parte nos puede dar momentos únicos e inigualables de felicidad, y, también puede hacernos pasar tormentos, angustias, desesperaciones, así es nuestro amor realista, el que todos en algún momento sufrimos y gozamos: “Margarita: Oprimido está mi corazón, huyó de mí el sosiego; nunca lo recobraré, nunca, nunca más. Allí donde no le tengo a él, es para mi la tumba; el mundo entero está para mí lleno de amargor. Turbada está mi pobre cabeza, hecha tengo pedazos mi pobre alma. Oprimido está mi corazón, huyó de mí el sosiego; nunca lo recobraré, nunca, nunca más. Sólo para verle a él miro por la ventana; por él sólo salgo de mi casa. ¡Su paso arrogante, su noble postura, la sonrisa de sus labios, el poder de sus ojos, el flujo mágico de su palabra, la presión de su mano y, ¡ay!, ¡su beso! Oprimido está mi corazón, huyó de mí el sosiego; nunca lo recobraré, nunca, nunca más. Mi corazón se lanza hacia él. ¡Ay! ¡Si yo pudiese abrazarle y retenerle! ¡Y besarle cual yo quisiera aunque hubiese de morir en sus besos!”
Esto sucedía en el interior de Margarita encerrada en su recamara. Fausto estaba en la suya vacilante, titubeante. Su pasión y deseo lo impulsaban a disfrutar la belleza física de la mujer que anhelaba. Mas, el amor le impedía hacerlo porque sabía que todo resultaría dañino para ella. Mefistófeles instiga a Fausto a que la posea, discuten, cada quien da sus argumentos, al final, Fausto es convencido: “Fausto: lo que ha de suceder, suceda al instante. Caiga sobre mí su destino y conmigo ella sucumba.” La primera víctima de este amor trágico fue la madre de Margarita, ya que Fausto le aconsejó que le diera unas gotas para que su mamá durmiera profundamente en las noches y así ellos pudieran gozar de su pasión, quién sabe que tipo de gotas fueron, que de pronto nos encontramos con la madre de Margarita muerta. El hermano de la joven se entera del mal paso de su hermana y la trata como ramera, empero, en este mismo contexto Valentín tendrá un enfrentamiento con Fausto y éste le dio muerte al hermano de su amada. Los pequeños momentos de pasión vividos por Margarita, rápidamente se convirtieron en una tragedia, desde luego que estos sucesos fueron ocasionados por Mefistófeles, debemos recordar que quien pacta con el demonio, no debe esperar dicha y felicidad. Tarde o temprano te llegará la oscuridad y ésta será eterna.
Por la muerte de Valentín, Fausto se ve obligado a partir con Mefistófeles. Acudirán a la famosa noche de Walpurgis. Una noche donde las brujas y brujos invocan a satanás. Es en este lugar donde Fausto se entera que Margarita está encarcelada y muy pronto será condenada a muerte. Desesperado por todo lo que le sucedió a su amada Margarita le reclama a Mefistófeles el no haberle dicho lo que estaba sucediendo, y no tan sólo eso, Fausto le reclama su bajeza, su impureza, el demonio contundentemente le responde a Fausto que no sea estúpido, que las reglas siempre han sido claras: “Mefistófeles: Otra vez nos hallamos en el límite de nuestra razón, en aquel punto donde vosotros los mortales perdéis el seso. ¿Por qué trabas relación con nosotros si no puedes sostenerla hasta el fin? ¿Pretendes volar y no estás seguro contra el vértigo? ¿Nos hemos metido contigo, o eres tú que con nosotros se metió?”
Aun así, Fausto le pide lo lleve a la prisión donde se encuentra su amada Margarita. El empleado del diablo lo lleva y ayuda para que pueda liberar a Margarita. El reencuentro entre los amantes se da. Ella por un parte sigue manifestando amor por Fausto, aunque se nota que ya no puede más con su consciencia. Por su culpa, sin quererlo, mató a su mamá y le revela a Fausto que ha ahogado a su hijo. Fausto le ruega que salga con él, ella no puede, está casi muerta en vida por el sentimiento de culpa: “Margarita: No me atrevo a salir. Para mi no hay esperanza alguna. ¿Dé que sirve huir? Me están acechando siempre. ¡Es tan triste haber de mendigar, y más aun con la consciencia culpable!”
Fausto debe irse si no quiere ser aprehendido por los guardias. Mefistófeles lo presiona para que salga. Margarita no quiere irse y decide confesarle a Fausto que el hijo que ha nacido producto de este trágico amor, todavía vive y debe rescatarlo…Margarita se pone en manos de la divinidad, de Dios. Implora por su salvación y le promete a Fausto que en un futuro se reencontrarán. Sus últimas palabras en esta vida terrenal son dirigidas a su amado Fausto: “¡Enrique! Tengo miedo de ti. (Muere)”
Así concluye esta primera parte del Fausto de Goethe publicada en 1808. El alma de Margarita es salvada. Fausto seguirá viviendo al lado del demonio muchas aventuras más, existe un pacto y ambas partes deben cumplirlo. Claro está que se antoja casi imposible que en la otra vida, si es que la hay, Fausto y Margarita se reencuentren, más, todo puede pasar…ya iremos conociendo lo que sucederá. Por ahora puede concluirse que, el amor terrenal, el que conocemos, vivimos, gozamos y padecemos, para Margarita ha sido un amor trágico.
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