CENTENARIO DEL NATALICIO DE JOSÉ DONOSO. (I)

“El obsceno pájaro de la noche.” Primera entrega

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

     Cuando escuchamos la expresión: “Boom latinoamericano”, inmediatamente sabemos que es un movimiento literario y seguramente vienen a nuestras mentes nombres como los de Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa. Quizás sean las figuras más descollantes del movimiento. No obstante, existen otros nombres que en el mundo literario son tan importantes como los antes nombrados, aquí nos encontramos con el nombre del escritor chileno José Donoso. Un autor de culto, con una amplia obra novelística. Posiblemente no tuvo los reflectores que los otros tuvieron, pero, así como ubicamos a “Rayuela”, “Terra Nostra”, “Cien años de soledad”, “La guerra del fin del mundo”, como las novelas emblemáticas del movimiento, allí también debemos incluir la novela de Donoso titulada: “El obsceno pájaro de la noche.” Obra publicada en el año 1970 y créanme que una novela bella, difícil, muy exigente, innovadora.

En el presente año se está conmemorando el centenario del natalicio de José Donoso. En nuestro caso lo haremos leyendo esta compleja y fascinante novela. Por lo enredado de la trama, iré acercando al lector en tres tiempos. Esto me permitirá leer la obra de manera tranquila y así tratar hasta donde sea posible ir compartiendo parte esencial de la misma. Así que no perdamos más tiempo e ingresemos a ese enorme universo de la historia. Como en la mayoría de las novelas voluminosos del Boom, aparecen muchos personajes, en ocasiones va el lector conociendo diversas historias, aunque al final todo se comprende dentro de una gran historia. La edición que utilizo es la primera edición en la editorial Plaza Janes. Lo que les voy a narrar abarca hasta la página 150. Lo primero que debemos ubicar es el escenario de los hechos. Estamos ubicados en una capellanía donde viven principalmente mujeres, esta capellanía tiene muchísimos años de ayudar y recibir a gente pobre, necesitada. Los dueños de la casona son la familia apellidada Azcoitía. Ellos generación tras generación han permitido que esa casa la utilice la iglesia para ayudar a ese tipo de comunidad. Eso sí, los Azcoitía se han mantenido como los propietarios de la casona. Tal vez, así sienten que su generosidad es reconocida por los siglos de los siglos.

La capellanía ha tenido momentos de gloria, particularmente cuando el propio Obispo se ocupada del mantenimiento de la misma. Llegó un momento que los altos jerarca de la iglesia ocupaban la casona para realizar retiros espirituales. Nos cuenta “el mudito”, personaje clave, hasta donde voy en la lectura él es quien nos está contando la historia, que en esos retiros espirituales en las noches se escuchaban los gritos y gemidos de penitencias. Me imagino a esos devotos religiosos enseñándoles de rodillas a sus alumnas religiosas el arte de amar…bueno, cuando iniciamos la lectura sabemos que en este tiempo la capellanía vive momentos de pobreza, abandono. Un hecho no menor consiste en que don Jerónimo es el último hombre de la dinastía Azcoitía, digo el último porque se casó con doña Inés y este matrimonio no pudo procrear un hijo. Lo anterior ocasionó que don Jerónimo haya decido traspasar los derechos propietarios a la iglesia. Por este acto el padre Azócar pretende demoler la casona y fundar un nuevo centro que pretende llamar: “La ciudad del niño”.

Las huérfanas se encuentran muy preocupadas por la posible demolición de la capellanía. Se preguntan dónde irán a vivir. Las huérfanas como colectivo son protagonistas fundamentales. Los nombres pueden variar porque al morir una, ingresa en su lugar otra pobre mujer desamparada, de entrada, nos encontramos con: “La dora, la Brígida, la María Benítez, la Amalia, la Rosa Pérez, la Rita.” Son las seis huérfanas. El lenguaje de la novela tiene cierta complejidad. Porque el mudito que narra la historia se nos muestra en momentos como una huérfana más, a veces se siente como mujer, en un instante se percibe como si fuera un perro amarillo, perro que tiene toda una historia mística. En fin, les recomiendo que la lectura sea atenta para ir detectando los cambios de algunos personajes. Les adelanto que el mudito se llama Humberto Peñaloza y es hijo de un profesorcillo y nieto de un ferrocarrilero. El mudito trabajó con don Jerónimo y doña Inés y ahora vive en la capellanía.

Considero que el tema más apremiante hasta esta parte de la historia es el embarazo de Iris Mateluna. Esta mujer que puede ser ubicada como niña, cundo mucho muy jovencita, habita en la capellanía porque una mañana amaneció en su cama ensangrentada debido a que su papá degolló a su mamá. Este crimen fue todo un escándalo y a la pobre niña la llevaron para que la cuidaran las huérfanas. El embarazo de Iris sólo lo saben las huérfanas y el mudito. Las huérfanas creen que el niño que nacerá es producto de un milagro. Sí, creen que fue engendrado como Jesucristo. Un verdadero milagro. La madre Benita, quien es la directora o principal jefa de la capellanía no sabe del embarazo de Iris. Las huérfanas se ven forzadas a pedirle al mudito que las ayude para encontrar en esa casona una habitación donde la Iris tenga a su hijo y entre todas lo puedan criar. El mudito al inicio se opone, más como él no es nada, ni representa nada, se ve obligado a acceder. Se comprende que la casona es enorme. Con habitaciones escondidas, separadas. Con bardas largas, pasillos, lugares inhóspitos.

Iris antes de quedar embarazada en las tardes-noches se les escapaba a las huérfanas. El que siempre la seguía con su mirada es el mudito. Iris lo notaba, pero el mudito ve sin ver, su presencia en momentos no es física, sólo visual. Iris está obsesionada con el gigante, empero, quién es el gigante. El gigante es un hombre que se pone una enorme máscara y con ella reparte volantes de los negocios de sus patrones, dice que son los turcos. Un día Humberto Peñaloza le pidió a Romualdo, quien es el que se pone la máscara del gigante para trabajar, le prestara la máscara. Romualdo se niega, entonces el mundito le ofrece dinero. Romualdo acepta y con la máscara el mudito se encuentra con Iris. Esta niña al estar obsesionada con el gigante, le pide que le haga nanay. “Hazme más nanay, me gusta el nanay.” Al poco tiempo, varias personas le dan dinero a Romualdo para que les rente la máscara del gigante. Profesores, médicos, intelectuales, seguramente hasta curas, rentan la máscara y le hacen nanay a Iris. El mudito se siente tranquilo, sabe que el hijo que lleva en el vientre la Iris es de él. Un día don Jerónimo rentó la máscara y el mudito disfrutaba que no se le parara a su antiguo patrón:

Mi cabeza se lo tragó. Y cuando llegó la Iris, arrimándola al muro, se revolcaron juntos, pero nada, qué te pasa, mi lindo, que ya no me quieres que no se te para, quieres a otra, no, no, espera, estoy cansado, espera un poco, a través de la percala del traje que le quedaba estrechísimo llegó hasta a mí la angustia de su urgencia, su desesperación implorando mi ayuda, invocando mi nombre, codiciando mi mirada. Cuando sentí que su angustia iba a estallar, me asomé por la ventanilla del Ford para que me pudiera ver a mí, a Humberto Peñaloza, al que lo acompañaba a las casas de prostitución cuando Inés estaba embarazada y él temía tocarla para que nada estropeara la perfección del niño que iba a nacer, vamos, Humberto, acompáñame, y me tenía ahí, mirándolo gozar con cualquier puta, diciéndome mira qué macho soy, Humberto, mírala cómo la hago gozar yo con mi potencia descomunal y la fuerza de mis brazos y las pericias de mis piernas y mis manos y mi lengua y mis labios, mira, Humberto, mírala, oye cómo chilla, te das cuenta que eres un pobre tipo porque no puedes despertar el ardor que yo sé despertar, el dolor te azota y te hiere, deja que la nostalgia quiebre todo lo que permanecía en pie en ti, siente tristeza porque eres incapaz de lo que yo soy capaz…de lo que era capaz don Jerónimo. Ya no. Hoy sí, porque yo le permito que vea mi rostro encuadrado en la ventanilla del auto, y el dolor de mis ojos mirándolo, el dolor que sigue habitando mis pupilas: por eso pudo hacer aullar de placer a la Iris Mateluna.

Qué pasaría entre don Jerónimo y el mudito. Me imagino que más adelante lo sabré. Algo más, en uno de esos encuentros que tenía la Iris con el gigante, rentó la máscara un tipo cualquiera, el tipo no pudo hacer nada porque dice que no lo dejaba de mirar un perro amarillo. Por eso no pudo. No se le paró. No le funcionó. Lo interesante de toda esta trama estriba en que el mudito afirma que el hijo que la Iris tendrá es de don Jerónimo. Con este hijo por fin se romperá la maldición de los Azcoitía de ver nacer a un heredero. Aunque parece que es una jugada del mudito, es decir, achacarle el hijo a don Jerónimo. Hasta aquí me quedé en la lectura. Por cierto, doña Inés se encuentra en Roma, allá está triste y desilusionada porque fue a promover la canonización de la primera hija de la dinastía de los Azcoitía a quien internaron en la capellanía y dicen que hacía milagros. Es un hecho que el Vaticano le negó la canonización, faltaron pruebas fehacientes de los milagros.

Por otra parte, Brígida murió, este espacio fue rápidamente ocupado por la Damiana. Una pobre huérfana abandonada por sus patrones en la capellanía después de tantos años de servirles. La Damiana en momentos actúa como si fuera hija de la Iris, en otro instante como si fueran amantes lésbicas. El mudito está atento y preocupado, presiente que la Damiana quiere convencer a Iris de que abandone la casa y con ellas se llevarían al niño. Al hijo del mudito y de don Jerónimo. La historia continuará…

 

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