Sigo con curiosidad a los actores políticos que están por llegar con el nuevo gobierno y me da la impresión de que está por volver el ejercicio de la política política a Veracruz, esa que solo la practican quienes tienen oficio político.
Por inexperiencia, por estrechez de miras, el gobierno, que ya se va en 44 días, nunca estuvo a la altura de la tradición que distinguió a Veracruz en el plano nacional por lo que se conoció como su clase política, que hizo escuela.
El gobierno (es un decir) de Cuitláhuac García se redujo a un grupo de amigos, conocidos, familiares, socios o cómplices; a una pandilla, que se cerró a los demás y los excluyó y con ello mató la riqueza de la diversidad y de la pluralidad que caracteriza a los veracruzanos.
Aún es un misterio por qué el gobernador renunció a su responsabilidad de conducción y, de hecho, entregó el poder a un bisoño del ejercicio del poder, que, además, resultó burdo, como Eric Cisneros Burgos, quien con el tiempo se transformó en un hombre ambicioso y vulgar y utilizó el garrote como herramienta de negociación y sometimiento.
La hoy gobernadora electa, Rocío Nahle, fue víctima suya y sufrió las consecuencias. Luego de que lo prohijó políticamente y lo convirtió en su hombre de confianza para que le preparara el terreno para su proyecto político personal, terminó traicionándola.
Lo más sorprendente es que lo hizo con el consentimiento del propio gobernador, quien sabiendo cuál era la intención sucesoria del entonces presidente López Obrador a favor de Nahle, no lo paró en seco y le permitió que hiciera campaña y le disputara la candidatura de Morena al gobierno del estado.
Cuando vieron todo eso los viejos políticos del estado, con experiencia y oficio, supieron entonces que estaban ante unos malos aprendices de la política, sin la más mínima idea de las reglas no escritas para un correcto ejercicio del poder. Llegaron muy rústicos, y rústicos se van.
Vuelvo con Cisneros, el famoso Bola 8, que se fue impune y enormemente enriquecido con el recurso de los veracruzanos. Tan pronto sintió tener los hilos del poder, intentó imponerse sobre todos los demás, controlar todo el gobierno y someter a sus decisiones y caprichos al resto de los funcionarios, lo mismo del Ejecutivo que del Legislativo y del Judicial. No había gobernador y el ejercicio político se había degradado.
El martes, en un acto de civilidad política, el nuevo coordinador de la bancada de Morena en la que será la LXVII Legislatura y nuevo presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), Esteban Bautista Hernández, realizó una visita de cortesía al futuro nuevo secretario de Gobierno y aún alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued Bardahuil.
Ni uno ni otro han entrado en funciones, aunque sus cargos ya están anunciados, por lo que no se trató de alguna visita oficial, sino de un encuentro propiciatorio entre dos actores que tendrán el manejo de la operación política desde los respectivos poderes a los que servirán, el Ejecutivo y el Legislativo, aunque bajo una misma guía: la de Rocío Nahle.
Bautista Hernández dijo que la reunión fue con “miras en un Veracruz mejor” y que Secretaría y Jucopo contribuirán “a la construcción de un estado más próspero”; que crearán políticas públicas en beneficio de las y los veracruzanos.
Lo que reflejan las imágenes que se conocieron del encuentro es que se dio en un plano de igualdad, de cortesía política, de diálogo y entendimiento, nada que ver con el sometimiento que pretendió Eric Cisneros con el diputado Juan Javier Gómez Cazarín y que motivó que un día este le dejara muy claro que él solo atendía indicaciones de Cuitláhuac García y nunca habría buenas relaciones.
Puede que al buen entendimiento de ahora contribuya el hecho de que tanto Ahued como Bautista han sido alcaldes en dos ocasiones de sus municipios, Xalapa y Tatahuicapan, a que ambos fueron diputados federales y a que los dos responden a la confianza de la nueva gobernadora.
Por el bien de Veracruz y de los veracruzanos, cuán deseable es que vuelva el buen ejercicio de la política, el de la coordinación, el de la cortesía, sí, pero también del cuidado de las formas, el que construye, el del respeto a la pluralidad, el que haga que les volvamos a tener respeto a funcionarios y diputados por su forma de conducirse ya en el ejercicio del poder.
La legalidad de Ahued
A botepronto, Ricardo Ahued salió a responder y aclarar sobre su situación legal para ocupar el cargo de secretario de Gobierno, luego de que en las redes sociales se comentó que no tenía título universitario ni cédula profesional.
A la ligera, podría decirse que eso no tenía la mayor importancia luego de que antecesores suyos llegaron al cargo sin título alguno y ya siendo secretarios dizque cursaron una carrera y se titularon. Nunca nadie les creyó y siempre quedó la idea de que todo fue una farsa para cubrir la legalidad, y que los títulos eran patito.
Pero sí importa y tiene trascendencia que el todavía alcalde de Xalapa aclare, porque qué mejor que dé certidumbre sobre su situación legal desde un inicio y ponga a salvo de cualquier sospecha de ilegalidad al gobierno que viene, lo que, además, ayudará a que se les tenga confianza.
El futuro funcionario estatal informó que desde 2023 obtuvo el título y la licencia profesional como Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, pero, además, remitió para verificarlo al Registro Nacional de Profesionistas.
Recordó también que desde los 2 o los 3 años lo trajeron sus padres a vivir a Xalapa y creo que nunca nadie ha dudado de su calidad de xalapeño por derecho propio.
Nada mejor que predicar con el ejemplo, y solo con honestidad moral y ética, con apego a la legalidad, se puede ser un buen servidor público.
Se sincera Rocío: Sheinbaum impondrá al secretario de Seguridad Pública
En declaraciones a XEU Noticias, la gobernadora electa, Rocío Nahle, informó ayer que el nuevo secretario de Seguridad Pública le será propuesto por el gobierno de Claudia Sheinbaum.
“Yo estoy más que feliz porque nos tenemos que coordinar. La seguridad es un tema muy importante y tengo que coordinarme con la Federación”.
Y comentó una vez más la posibilidad de que se fusione Tránsito del Estado con la policía estatal, como en la CDMX y en el estado de Yucatán. Eso explicaría por qué los policías de Tránsito están asaltando a plena luz del día a los veracruzanos, para llenar sus costales de dinero antes de que les quiten el negocio.